lunes, 16 de septiembre de 2013

José Hernández, el periodista batallador

"Hernández ha sido un batallador que, afirmado en sus íntimas convicciones, bregó por las causas que consideró justas en cada momento de su vida. Podría decirse que fue un pragmático que ajustó su posición y sus actos a cada situación histórica y tomó partido por la causa que en ese marco vislumbró como la más justa". (J. E. Padula Perkins)

Mundialmente conocido como el prolífico autor del poema que representa nuestra nacionalidad, el 'Martín Fierro', además de poeta don José Hernández ha sido hombre de faenas camperas, militar, político y periodista, en una época en que los pendones de nuestro patriotismo integraban todos los aspectos de sus vidas en la consecución de causas elevadas.

La pluma del José Hernández periodista ha estado indisolublemente vinculada con su activismo político, faceta que poco se ha dado en conocer desde la historia oficial, escrita ésta por sus más celebres detractores (un dato no menor: en las conferencias dadas por Leopoldo Lugones acerca del Martín Fierro, y que luego serían compiladas bajo el nombre 'El Payador', allá por 1913, curiosamente en ningún momento se nombra a su autor, quien aún era objeto de estigmatización social debido a su ferviente adhesión al federalismo).

A continuación compartiremos algunos fragmentos de sus artículos periodísticos escritos para diversos diarios. Para quien desee conocer algo más de esta rica faceta hernandiana, remitimos al ensayo escrito por Jorge E. Padula Perkins titulado 'El periodista José Hernández', del que hemos tomado las referencias textuales y que se puede descargar gratuitamente en la red.

Escribe don José Hernández:

*Acerca del asesinato del general Ángel Vicente Peñaloza, el 'Chacho', por parte de una partida militar compuesta de tropas mitristas:

"ASESINATO ATROZ. El general de la Nación Don Ángel Vicente Peñaloza, ha sido cosido a puñaladas en su lecho, degollado y llevada su cabeza de regalo al asesino de Benavídez, de los Virasoro, Ayes, Rolta, Giménez y demás mártires, en Olta, la noche del 12 actual.

El general Peñaloza contaba 70 años de edad; encanecido en la carrera militar, jamás tiñó sus manos en sangre y la mitad del partido unitario no tendrá que acusarle un sólo acto que venga a empañar el valor de sus hechos, la magnanimidad de sus rasgos, la grandeza de su alma, la generosidad de sus sentimientos y la abnegación de sus sacrificios.

La historia tiene para el general Peñaloza el lugar que debe ocupar el caudillo más prestigioso y más humano y el guerrero más infatigable.

El asesinato del general Peñaloza es la obra de los salvajes unitarios; es la prosecución de los crímenes que van señalando sus pasos desde Dorrego hasta hoy.

Que la maldición del cielo caiga sobre sus bárbaros matadores. Los millares de argentinos a quienes el general Peñaloza ha salvado la vida, rogarán por  él". (Diario 'El Argentino', noviembre de 1863)

"Los salvajes unitarios están de fiesta. Celebran en estos momentos la muerte de uno de los caudillos más prestigiosos, más generosos y valientes que ha tenido la República Argentina. El partido Federal tiene un nuevo mártir. El partido Unitario tiene un crimen más que escribir en la página de sus horrendos crímenes. El general Peñaloza ha sido degollado. El hombre ennoblecido por su inagotable patriotismo, fuerte por la santidad de su causa, el Viriato Argentino, ante cuyo prestigio se estrellaban las huestes conquistadoras, acaba de ser cosido a puñaladas en su propio lecho, degollado y su cabeza ha sido conducida como prueba del buen desempeño del asesino, al bárbaro Sarmiento". (Diario 'El Argentino', noviembre de 1863)

"Pocos habrá, quizá, que conozcan una existencia extraordinaria, como la de este caudillo valiente, generoso y caballeresco, que ha sido actor en las escenas más notables del drama de nuestras luchas civiles y a quien sus perversos enemigos han pintado como el tipo de la ferocidad y encarnación del crimen".

"No creemos necesario detenernos mucho para recordar a nuestros lectores, la resistencia heroica que el general Peñaloza hizo por el espacio de muchos meses al ejército que después de Pavón envió el general Mitre al interior y que fue a ensangrentar el suelo de las provincias. Aún están vivos esos hechos en la memoria de todos, y todos saben que ante su prestigio, su actividad y su arrojo, únicos elementos de que podía disponer, fue a estrellarse todo el poder de las huestes invasoras, políticas de ese partido, cuya ambición es su único fin, el asesinato su único medio". (Diario 'El Argentino', diciembre de 1863)

*Denostando a sus adversarios políticos, críticas antisarmientistas:

"¿A dónde va ese círculo exaltado de Buenos Aires que ha logrado hacer, aunque pocos, calurosos prosélitos en todos los ámbitos de la República, a dónde va en su afán de dotar al país con un presidente (Sarmiento) cuyos antecedentes políticos y cuyo carácter personal son una amenaza viva para la paz y la quietud de sus habitantes? ¿Ha escrito acaso en su bandera la palabra de muerte para toda la Nación e intenta convertirla en un vasto cementerio?

Hacen sesenta años no interrumpidos que los hijos de esta tierra nacen al estruendo de los cañones se forman en medio del bullicio de las batallas encallecen sus manos empuñando la lanza y el sable y sienten encanecer sus cabellos entre el humo de los combates. Las legiones argentinas han recorrido el suelo americano en todas direcciones dejando tras de sí regueros de su sangre generosa, apilados los cadáveres de sus hijos y marchando siempre adelante, con el arma al brazo y atento el oído a la voz de los clarines.

¿A dónde van esas masas armadas a prisa, dirigidas por generales más o menos hábiles, vencidos hoy, vencedores mañana, pero sin conquistar jamás para sí un día de reposo? Cada vara de nuestro suelo recuerda un episodio sangriento, se liga a la historia trágica de un combate, cada vara de tierra es una tumba.

¡Hemos de marchar siempre chapaleando sangre, separando solícitos los cadáveres de nuestros hermanos que obstruyen nuestro paso y caminando a la ventura en medio de las tinieblas de la anarquía y sin más luz que el resplandor rojizo de los cañones!

Los pueblos tienen derecho a la paz, al reposo, al sosiego, después de sesenta años de vida en los campamentos en que han devorado sinsabores, apurando todas las amarguras que brinda la desgracia.

¿No se sienten conmovidos los autores de la anarquía en presencia de estas multitudes sacrificadas bárbaramente en holocausto de sus ambiciones bastardas, a la vista de esas hermosas campiñas donde blanquean los huesos de tantos millares de hijos de esta desgraciada República, al contemplar esos pueblos empobrecidos, aniquilados por la guerra civil y sentadas sobre sus escombros las viudas, las madres, los huérfanos como la imagen de la desolación?

Aunque tienen serenidad para buscar un rincón donde reunirse tranquilos y tratar que la destrucción se complete y de que las matanzas sigan.

Quince años de lucha sin tregua, fueron necesarios para conquistar un dogma: La Libertad.

Veinticinco de combates fueron precisos para fundar un principio: La Ley.

¿Qué se busca ahora?

Fundar un gobierno que haga de la libertad una mentira y de la ley una farsa.

Remover esas dos grandes conquistas, que son el fruto de una batalla de medio siglo, para sentar en su lugar el imperio de un círculo, para sustituir a la ley de voluntad de unos cuantos y para hacer que empecemos de nuevo el tan trillado camino de las luchas fratricidas.

Pero debemos tener fe en que esas tentativas no han de alcanzar su éxito.

El país ha de saber oponerse a esos manejos de los anarquistas y su voluntad ha de ser una valla que ha de contener el ímpetu de sus pasiones tantas veces funestas.

Si la anarquía, que intenta levantar de nuevo su cabeza, es vencida en la próxima lucha electoral, desparecerá entre nosotros, dando lugar al imperio del orden, de las instituciones y dejando abierto y franco el camino del porvenir.

¡Dios proteja la causa de los Pueblos!" (Diario 'El Eco de Corrientes', marzo de 1868).

*Contra el programa sarmientino de introducir métodos y maestros norteamericanos en la educación a riesgo de modificar las tradiciones pedagógicas nacionales:

"Es un destino bien amargo el de esta pobre República. Esto se llama ir de mal en peor.

Mitre ha hecho de la República un campamento. Sarmiento va a hacer de ella una escuela.

Con Mitre ha tenido la República que andar con el sable a la cintura.

Con Sarmiento va a verse obligada a aprender de memoria la anagnosia (libro de Marcos Sastre), el método gradual y los anales de Da. Juana Manso (puntal del feminismo en Argentina). ¡Estas son las grandes figuras que vienen a regir los destinos de la patria de Alvear y San Martín!

Pero, ¿consentirá el Congreso, consentirán los hombres influyentes de la República, consentirá el país en que un loco, que ya ha fulminado sus anatemas contra el clero y contra la religión, que ha dicho que va a nombrar una mujer para Ministra de Culto, que es un furioso desatado, venga a sentarse en la silla presidencial para precipitar al país a la ruina y al desquicio? No lo creemos; esperamos que el patriotismo y la reflexión no nos hayan abandonado del todo y que antes que consentir en semejante escándalo, tendrán bastante energía para decirle al partido de los anarquistas 'hasta aquí no más', y al loco predilecto de los perturbadores que se vuelva a su destierro político, a estudiar los diversos métodos de las escuelas americanas" (Diario 'La Capital', julio de 1868).

*Contra el servicio de fronteras:

"¿Qué se consigue con el sistema actual de contingentes? Empieza por introducirse una perturbación profunda en el hogar del habitante de la campaña (el gaucho). Arrebatado a sus labores, a su familia, quitáis un miembro útil a la sociedad que lo reclama, para convertirlo en un elemento de desquicio e inmoralidad.

Parece que lo menos que se quisiera fomentar es la población laboriosa de la campaña o que nuestros gobiernos quisieran hacer purgar como un delito oprobioso el hecho de nacer en el territorio argentino y de levantar en la campaña la humilde choza del gaucho.

Es la campaña, pues, fuente de nuestra riqueza y de nuestro porvenir económico y social, la que necesita garantías, de medidas liberales y protectoras. Es necesario desarrollar su industria, fomentar la población nacional, escudar al ciudadano contra los atentados de la fuerza.

Nosotros nos pronunciamos no sólo contra el atentado que envuelve la reglamentación actual del servicio de fronteras, sino contra la ceguedad que así nos arrastra al precipicio y así desconoce nuestros más fundamentales intereses" (Diario 'El Río de la Plata', agosto de 1869).

"El servicio de fronteras parece haberse ideado como un terrible castigo para el hijo de la campaña.

Los intereses de la campaña, ¿son intereses distintos de los de la ciudad? No, por cierto.

La campaña y la ciudad, es una misma población, con iguales derechos constitucionales, con idénticos intereses, con aspiraciones confundidas.

Y si esto es así, ¿cómo se pretende establecer una separación odiosa, inconstitucional?

¿Cómo se pretende que la campaña únicamente atienda el servicio de las fronteras?

¿Por qué no se hace extensivo ese servicio a los hijos de la ciudad?

La respuesta es fácil. Porque ese servicio es inicuo y atentatorio. Porque no puede exigirse en la ciudad, donde habría, consumada la violación de un derecho, una protesta enérgica y una acusación legal.

¿Y habremos de consentir que se perpetúe la injusticia, la masa de un antagonismo fatal, que puede producir tremendas complicaciones?" (Diario 'El Río de la Plata', octubre de 1869).

*De la administración de Mitre:

"Ahogó en sangre las resistencias de la Patria, para prepararse el camino de la Alianza, que debía dar por resultado la devastación del Paraguay.

En esta sección americana, Mitre ha sido un cometa de sangre un flagelo devastador, un elemento de corrupción y de desquicio, y dan testimonio de su existencia los huérfanos, las viudas y los inválidos" (Diario 'La Patria', setiembre de 1874).

*Sobre Sarmiento:

"Hace aproximadamente quince años, tuvo lugar en Santa Fe una Convención Nacional para considerar las reformas que Buenos Aires presentaba a la Constitución.

Ocupábamos en ella el puesto de taquígrafo.

En la fila derecha, en el primer asiento, se encontraba una convencional que se revolvía agitándose continuamente en su silla.

Miraba a todas partes como un desaforado, manifestando en todos sus movimientos una agitación y algo de un malestar que no le permitía permanecer tranquilo.

De pronto hace un movimiento rápido y se saca el botín, a pocos minutos el otro, coloca los pies cubiertos sólo con las medias sobre aquellos zapatos que tanto le habían mortificado y respirando fuertemente como quien se libra de una gran incomodidad, permanece muy tranquilo, como en el retiro de su casa, delante de la respetable Asamblea. Ese hombre era el Sr. Sarmiento y ese fue el día y las circunstancias en que lo conocí, bajo la impresión que cada uno de los lectores puede calcular que produciría en el observador aquel hecho de intimidad y confianza con la Convención y con el público.

De allí parten mis relaciones de vista con el Sr. Sarmiento, por quien después he sido perseguido sin tregua.

...el Sr. Sarmiento me persiguió en Corrientes cometiendo una injusticia y una violación de la Constitución, por la que fue acusado ante el Congreso al principio de su presidencia y esa acusación tiene mi firma al pie. Cuando él era candidato, yo había combatido su candidatura y él se vengaba.

Más tarde, siendo él Presidente, tengo noticias de cinco o seis órdenes de prisión dictadas contra mí, pero he tenido la satisfacción de verlo bajar del gobierno, sin que él tuviera la de meterme en la cárcel.
(...)

Cuando los que mataban, los que aplaudían la matanza y los que la predicaban como justicia, me llamaban a mi 'mazorquero', porque condenaba aquellos excesos y defendía en tantos desgraciados el derecho de vivir, yo no podía, no debía quedarme sin retribuir el sangriento apóstrofe.

Era una injuria recíproca. Recibía una y devolvía otra que le era correlativa.

Pero los que mataron, Sr. Sarmiento, los que mataron son más culpables, cualesquiera que sean las formas en que lo hicieron, que los que condenaron a los matadores, cualesquiera que sean los términos que escribieron.

Fínjase muerto y oirá la opinión de la posteridad respecto de usted" (Diario 'La Libertad', setiembre de 1875).

Sirvan estas notas de aproximación al pensamiento de uno de nuestros máximos baluartes patrióticos.

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