"Hernández
ha sido un batallador que, afirmado en sus íntimas convicciones, bregó por las
causas que consideró justas en cada momento de su vida. Podría decirse que fue
un pragmático que ajustó su posición y sus actos a cada situación histórica y
tomó partido por la causa que en ese marco vislumbró como la más justa". (J. E.
Padula Perkins)
Mundialmente conocido como el
prolífico autor del poema que representa nuestra nacionalidad, el 'Martín Fierro', además de poeta don
José Hernández ha sido hombre de faenas camperas, militar, político y
periodista, en una época en que los pendones de nuestro patriotismo integraban
todos los aspectos de sus vidas en la consecución de causas elevadas.
La pluma del José Hernández
periodista ha estado indisolublemente vinculada con su activismo político,
faceta que poco se ha dado en conocer desde la historia oficial, escrita ésta
por sus más celebres detractores (un dato
no menor: en las conferencias dadas por Leopoldo Lugones acerca del Martín
Fierro, y que luego serían compiladas bajo el nombre 'El Payador', allá por 1913,
curiosamente en ningún momento se nombra a su autor, quien aún era objeto de
estigmatización social debido a su ferviente adhesión al federalismo).
A continuación compartiremos
algunos fragmentos de sus artículos periodísticos escritos para diversos
diarios. Para quien desee conocer algo más de esta rica faceta hernandiana,
remitimos al ensayo escrito por Jorge E. Padula Perkins titulado 'El periodista José Hernández', del que
hemos tomado las referencias textuales y que se puede descargar gratuitamente
en la red.
Escribe don José Hernández:
*Acerca
del asesinato del general Ángel Vicente Peñaloza, el 'Chacho', por parte de una
partida militar compuesta de tropas mitristas:
"ASESINATO ATROZ. El
general de la Nación Don Ángel Vicente Peñaloza, ha sido cosido a puñaladas en
su lecho, degollado y llevada su cabeza de regalo al asesino de Benavídez, de
los Virasoro, Ayes, Rolta, Giménez y demás mártires, en Olta, la noche del 12
actual.
El general Peñaloza contaba 70
años de edad; encanecido en la carrera militar, jamás tiñó sus manos en sangre
y la mitad del partido unitario no tendrá que acusarle un sólo acto que venga a
empañar el valor de sus hechos, la magnanimidad de sus rasgos, la grandeza de
su alma, la generosidad de sus sentimientos y la abnegación de sus sacrificios.
La historia tiene para el
general Peñaloza el lugar que debe ocupar el caudillo más prestigioso y más
humano y el guerrero más infatigable.
El asesinato del general
Peñaloza es la obra de los salvajes unitarios; es la prosecución de los
crímenes que van señalando sus pasos desde Dorrego hasta hoy.
Que la maldición del cielo
caiga sobre sus bárbaros matadores. Los millares de argentinos a quienes el
general Peñaloza ha salvado la vida, rogarán por él". (Diario 'El Argentino', noviembre de 1863)
"Los salvajes unitarios
están de fiesta. Celebran en estos momentos la muerte de uno de los caudillos
más prestigiosos, más generosos y valientes que ha tenido la República
Argentina. El partido Federal tiene un nuevo mártir. El partido Unitario tiene
un crimen más que escribir en la página de sus horrendos crímenes. El general
Peñaloza ha sido degollado. El hombre ennoblecido por su inagotable
patriotismo, fuerte por la santidad de su causa, el Viriato Argentino, ante
cuyo prestigio se estrellaban las huestes conquistadoras, acaba de ser cosido a
puñaladas en su propio lecho, degollado y su cabeza ha sido conducida como
prueba del buen desempeño del asesino, al bárbaro Sarmiento". (Diario 'El Argentino', noviembre de 1863)
"Pocos habrá, quizá, que
conozcan una existencia extraordinaria, como la de este caudillo valiente,
generoso y caballeresco, que ha sido actor en las escenas más notables del
drama de nuestras luchas civiles y a quien sus perversos enemigos han pintado
como el tipo de la ferocidad y encarnación del crimen".
"No creemos necesario
detenernos mucho para recordar a nuestros lectores, la resistencia heroica que
el general Peñaloza hizo por el espacio de muchos meses al ejército que después
de Pavón envió el general Mitre al interior y que fue a ensangrentar el suelo
de las provincias. Aún están vivos esos hechos en la memoria de todos, y todos
saben que ante su prestigio, su actividad y su arrojo, únicos elementos de que
podía disponer, fue a estrellarse todo el poder de las huestes invasoras,
políticas de ese partido, cuya ambición es su único fin, el asesinato su único
medio". (Diario 'El Argentino',
diciembre de 1863)
*Denostando a sus adversarios políticos, críticas antisarmientistas:
"¿A dónde va ese círculo
exaltado de Buenos Aires que ha logrado hacer, aunque pocos, calurosos
prosélitos en todos los ámbitos de la República, a dónde va en su afán de dotar
al país con un presidente (Sarmiento)
cuyos antecedentes políticos y cuyo carácter personal son una amenaza viva para
la paz y la quietud de sus habitantes? ¿Ha escrito acaso en su bandera la
palabra de muerte para toda la Nación e intenta convertirla en un vasto
cementerio?
Hacen sesenta años no
interrumpidos que los hijos de esta tierra nacen al estruendo de los cañones se
forman en medio del bullicio de las batallas encallecen sus manos empuñando la
lanza y el sable y sienten encanecer sus cabellos entre el humo de los
combates. Las legiones argentinas han recorrido el suelo americano en todas
direcciones dejando tras de sí regueros de su sangre generosa, apilados los
cadáveres de sus hijos y marchando siempre adelante, con el arma al brazo y
atento el oído a la voz de los clarines.
¿A dónde van esas masas armadas
a prisa, dirigidas por generales más o menos hábiles, vencidos hoy, vencedores
mañana, pero sin conquistar jamás para sí un día de reposo? Cada vara de
nuestro suelo recuerda un episodio sangriento, se liga a la historia trágica de
un combate, cada vara de tierra es una tumba.
¡Hemos de marchar siempre
chapaleando sangre, separando solícitos los cadáveres de nuestros hermanos que
obstruyen nuestro paso y caminando a la ventura en medio de las tinieblas de la
anarquía y sin más luz que el resplandor rojizo de los cañones!
Los pueblos tienen derecho a la
paz, al reposo, al sosiego, después de sesenta años de vida en los campamentos
en que han devorado sinsabores, apurando todas las amarguras que brinda la
desgracia.
¿No se sienten conmovidos los
autores de la anarquía en presencia de estas multitudes sacrificadas
bárbaramente en holocausto de sus ambiciones bastardas, a la vista de esas
hermosas campiñas donde blanquean los huesos de tantos millares de hijos de
esta desgraciada República, al contemplar esos pueblos empobrecidos,
aniquilados por la guerra civil y sentadas sobre sus escombros las viudas, las
madres, los huérfanos como la imagen de la desolación?
Aunque tienen serenidad para
buscar un rincón donde reunirse tranquilos y tratar que la destrucción se
complete y de que las matanzas sigan.
Quince años de lucha sin
tregua, fueron necesarios para conquistar un dogma: La Libertad.
Veinticinco de combates fueron
precisos para fundar un principio: La Ley.
¿Qué se busca ahora?
Fundar un gobierno que haga de
la libertad una mentira y de la ley una farsa.
Remover esas dos grandes
conquistas, que son el fruto de una batalla de medio siglo, para sentar en su
lugar el imperio de un círculo, para sustituir a la ley de voluntad de unos
cuantos y para hacer que empecemos de nuevo el tan trillado camino de las
luchas fratricidas.
Pero debemos tener fe en que
esas tentativas no han de alcanzar su éxito.
El país ha de saber oponerse a
esos manejos de los anarquistas y su voluntad ha de ser una valla que ha de
contener el ímpetu de sus pasiones tantas veces funestas.
Si la anarquía, que intenta
levantar de nuevo su cabeza, es vencida en la próxima lucha electoral,
desparecerá entre nosotros, dando lugar al imperio del orden, de las
instituciones y dejando abierto y franco el camino del porvenir.
¡Dios proteja la causa de los
Pueblos!" (Diario 'El Eco de
Corrientes', marzo de 1868).
*Contra el programa sarmientino de introducir métodos y maestros
norteamericanos en la educación a riesgo de modificar las tradiciones
pedagógicas nacionales:
"Es un destino bien amargo
el de esta pobre República. Esto se llama ir de mal en peor.
Mitre ha hecho de la República
un campamento. Sarmiento va a hacer de ella una escuela.
Con Mitre ha tenido la
República que andar con el sable a la cintura.
Con Sarmiento va a verse
obligada a aprender de memoria la anagnosia (libro de Marcos Sastre), el método gradual y los anales de Da.
Juana Manso (puntal del feminismo en
Argentina). ¡Estas son las grandes figuras que vienen a regir los destinos
de la patria de Alvear y San Martín!
Pero, ¿consentirá el Congreso,
consentirán los hombres influyentes de la República, consentirá el país en que
un loco, que ya ha fulminado sus anatemas contra el clero y contra la religión,
que ha dicho que va a nombrar una mujer para Ministra de Culto, que es un
furioso desatado, venga a sentarse en la silla presidencial para precipitar al
país a la ruina y al desquicio? No lo creemos; esperamos que el patriotismo y
la reflexión no nos hayan abandonado del todo y que antes que consentir en
semejante escándalo, tendrán bastante energía para decirle al partido de los
anarquistas 'hasta aquí no más', y al loco predilecto de los perturbadores que
se vuelva a su destierro político, a estudiar los diversos métodos de las
escuelas americanas" (Diario 'La
Capital', julio de 1868).
*Contra
el servicio de fronteras:
"¿Qué se consigue con el
sistema actual de contingentes? Empieza por introducirse una perturbación
profunda en el hogar del habitante de la campaña (el gaucho). Arrebatado a sus labores, a su familia, quitáis un
miembro útil a la sociedad que lo reclama, para convertirlo en un elemento de
desquicio e inmoralidad.
Parece que lo menos que se
quisiera fomentar es la población laboriosa de la campaña o que nuestros
gobiernos quisieran hacer purgar como un delito oprobioso el hecho de nacer en
el territorio argentino y de levantar en la campaña la humilde choza del
gaucho.
Es la campaña, pues, fuente de
nuestra riqueza y de nuestro porvenir económico y social, la que necesita
garantías, de medidas liberales y protectoras. Es necesario desarrollar su
industria, fomentar la población nacional, escudar al ciudadano contra los
atentados de la fuerza.
Nosotros nos pronunciamos no
sólo contra el atentado que envuelve la reglamentación actual del servicio de
fronteras, sino contra la ceguedad que así nos arrastra al precipicio y así
desconoce nuestros más fundamentales intereses" (Diario 'El Río de la Plata', agosto de 1869).
"El servicio de fronteras
parece haberse ideado como un terrible castigo para el hijo de la campaña.
Los intereses de la campaña,
¿son intereses distintos de los de la ciudad? No, por cierto.
La campaña y la ciudad, es una
misma población, con iguales derechos constitucionales, con idénticos
intereses, con aspiraciones confundidas.
Y si esto es así, ¿cómo se
pretende establecer una separación odiosa, inconstitucional?
¿Cómo se pretende que la
campaña únicamente atienda el servicio de las fronteras?
¿Por qué no se hace extensivo
ese servicio a los hijos de la ciudad?
La respuesta es fácil. Porque
ese servicio es inicuo y atentatorio. Porque no puede exigirse en la ciudad,
donde habría, consumada la violación de un derecho, una protesta enérgica y una
acusación legal.
¿Y habremos de consentir que se
perpetúe la injusticia, la masa de un antagonismo fatal, que puede producir
tremendas complicaciones?" (Diario
'El Río de la Plata', octubre de 1869).
*De
la administración de Mitre:
"Ahogó en sangre las
resistencias de la Patria, para prepararse el camino de la Alianza, que debía
dar por resultado la devastación del Paraguay.
En esta sección americana,
Mitre ha sido un cometa de sangre un flagelo devastador, un elemento de
corrupción y de desquicio, y dan testimonio de su existencia los huérfanos, las
viudas y los inválidos" (Diario 'La Patria', setiembre de 1874).
*Sobre Sarmiento:
"Hace aproximadamente
quince años, tuvo lugar en Santa Fe una Convención Nacional para considerar las
reformas que Buenos Aires presentaba a la Constitución.
Ocupábamos en ella el puesto de
taquígrafo.
En la fila derecha, en el
primer asiento, se encontraba una convencional que se revolvía agitándose
continuamente en su silla.
Miraba a todas partes como un
desaforado, manifestando en todos sus movimientos una agitación y algo de un
malestar que no le permitía permanecer tranquilo.
De pronto hace un movimiento
rápido y se saca el botín, a pocos minutos el otro, coloca los pies cubiertos
sólo con las medias sobre aquellos zapatos que tanto le habían mortificado y
respirando fuertemente como quien se libra de una gran incomodidad, permanece
muy tranquilo, como en el retiro de su casa, delante de la respetable Asamblea.
Ese hombre era el Sr. Sarmiento y ese fue el día y las circunstancias en que lo
conocí, bajo la impresión que cada uno de los lectores puede calcular que
produciría en el observador aquel hecho de intimidad y confianza con la
Convención y con el público.
De allí parten mis relaciones
de vista con el Sr. Sarmiento, por quien después he sido perseguido sin tregua.
...el Sr. Sarmiento me
persiguió en Corrientes cometiendo una injusticia y una violación de la
Constitución, por la que fue acusado ante el Congreso al principio de su
presidencia y esa acusación tiene mi firma al pie. Cuando él era candidato, yo
había combatido su candidatura y él se vengaba.
Más tarde, siendo él Presidente,
tengo noticias de cinco o seis órdenes de prisión dictadas contra mí, pero he
tenido la satisfacción de verlo bajar del gobierno, sin que él tuviera la de
meterme en la cárcel.
(...)
Cuando los que mataban, los que
aplaudían la matanza y los que la predicaban como justicia, me llamaban a mi
'mazorquero', porque condenaba aquellos excesos y defendía en tantos
desgraciados el derecho de vivir, yo no podía, no debía quedarme sin retribuir
el sangriento apóstrofe.
Era una injuria recíproca.
Recibía una y devolvía otra que le era correlativa.
Pero los que mataron, Sr.
Sarmiento, los que mataron son más culpables, cualesquiera que sean las formas
en que lo hicieron, que los que condenaron a los matadores, cualesquiera que
sean los términos que escribieron.
Fínjase muerto y oirá la
opinión de la posteridad respecto de usted" (Diario 'La Libertad', setiembre de 1875).
Sirvan estas notas de
aproximación al pensamiento de uno de nuestros máximos baluartes patrióticos.
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