El 1ro de julio de 1926,
Ricardo Güiraldes publicó lo que sería su obra maestra "Don Segundo Sombra". Ese mismo año se agotaron dos
ediciones, lo que significó para la época un auténtico éxito de público y crítica. De inmediato,
tanto Jorge Luis Borges como Leopoldo Lugones se esmeraron enfáticamente en
escribir sus bendiciones literarias.
La novela apareció en momentos
en que el criollismo hizo su irrupción en América. Sus representantes mostraban
una definida posición nacionalista en el arte y planteaban las relaciones a
veces conflictivas entre el hombre y una naturaleza exuberante y hostil. En
Argentina, Carlos Alberto Erro publicará Medida del criollismo, y Borges
escribirá El idioma de los argentinos.
Según Borges, Güiraldes resignificó
la imagen, hasta ese momento brutal, del gaucho. Leopoldo Marechal, por su
parte, escribió: "Me parece la obra más honrada sobre el asunto (por el
criollismo). El autor destierra ese tipo de gaucho inepto, sanguinario y
vicioso que ha loado una mala literatura popular".
Con Don Segundo Sombra, Güiraldes
fue el primero en explotar el terreno de las que podrían llamarse
"proyecciones gauchescas del siglo XX", respetando la coherencia de
medios, personajes, lengua y estilo. Logró, de esta manera, que el folklorismo
trascendiera sus límites locales y creara un lenguaje universal: el gaucho y la
pampa pierden su encierro y se suman al bagaje literario de las gentes de cada
rincón del planeta.
Es que el lenguaje del narrador
de esta obra es una lengua culta, pero hábilmente integrada a ruralismos
léxicos o de construcción que no resultan injertados como en otras obras de
proyección folklórica. Y los personajes, por su parte, no remedan el lenguaje
de los poetas gauchescos, sino que emplean una forma artísticamente enriquecida
del habla rural de la provincia de Buenos Aires.
Don Segundo Sombra se ajusta a
la estructura narrativa del viaje, relata el ir y venir de un personaje que,
haciendo camino, se pone en contacto con gentes y ambientes diversos. El viaje
es un tema novelesco, pero a la vez organiza el material narrativo y supone un
destino y una búsqueda más o menos consciente de realización. Podría
catalogarse así a esta obra como novela de aprendizaje: en ella un protagonista
niño va haciéndose hombre tras superar obstáculos y dificultades.
De la novela de aprendizaje
procede, sin duda, el carácter episódico y el empleo de la forma autobiográfica
que adopta Güiraldes: la obra presenta un narrador culto y adulto cuyo nombre
no se revela hasta el final. Cuenta su vida a partir de una niñez casi olvidada
junto a una madre puestera en una estancia de la provincia de Buenos Aires a
principios de siglo, y habla de un protector, don Fabio Cáceres, que hacia los
seis años lo lleva al pueblo junto con unas supuestas tías y le permite
ingresar en un colegio.
La novela cuenta linealmente
una historia: el aprendizaje de un niño que, junto a Don Segundo Sombra,
adquiere las habilidades del resero, pero al mismo tiempo templa su carácter,
supera sus debilidades y conquista la fuerza moral necesaria para aceptar
incluso un acontecimiento inesperado que sólo se revela al final. Los
veintisiete capítulos conforman una cronología de ocho años de vida del mismo
narrador. El discurso narrativo surge llanamente, sin intromisiones temporáneas
del autor y casi sin digresiones o reflexiones del personaje protagónico que,
aunque en ocasiones se adentra en el análisis, sabe que lo fundamental y
decisivo está en la acción. Güiraldes no opone totalmente el decir del narrador
-relato, monólogo- al diálogo de sus personajes. Por el contrario, lo gradúa
sabiamente, y de este modo consigue una transición leve, apenas perceptible,
que contribuye a la unidad del libro.
Don Segundo Sombra es una obra
que indudablemente conecta con el mito, esa forma de conocimiento estrechamente
ligada a aspectos rituales y religiosos. La iniciación es un rito significativo
en todas las sociedades e implica un pasaje de la niñez a la edad adulta. En la
pubertad el iniciado deberá superar una serie de pruebas mostrando su
resistencia física y moral. El rito supone tres etapas: una separación de la
tribu o medio familiar, un proceso inicial de revelación y un retorno al
ambiente anterior una vez cumplida la transformación. Hay una muerte simbólica
en el novicio y un ulterior renacimiento. Todo esto se muestra con claridad en
Don Segundo Sombra, y la posible traslación del libro a un plano trascendente o
mítico se confirma si se tiene en cuenta que Güiraldes, en los últimos años de
su vida, se interesó por las doctrinas místicas.
El retorno a la tierra no
implica un lamento, sino una postulación por la cual el hombre argentino
seguirá ligado a los valores espirituales del gaucho, crecerá y se fortalecerá
en el dolor y triunfará así sobre las fáciles tentaciones de una riqueza
acumulada sin esfuerzo. Esta puede ser tal vez la suprema lección de Don
Segundo, en esencia otro "libro bravo", un sendero abierto no sólo a
cada hombre sino también al país.
Texto
extraído del prólogo a Don Segundo Sombra de Ricardo Guiraldes editado por
Greisen Media en octubre de 2010.
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