lunes, 26 de agosto de 2013

"Zamba para el Chacho" - Jorge Cafrune

Ramón Navarro - León Benarós
Interpretada por Jorge Cafrune

En el corazón del pueblo,
Peñaloza quedará,
porque defendió su tierra,
porque era todo bondad.

Ninguno se crea eterno,
todo es llegar y partir.
Miren ese Peñaloza,
y cómo vino a morir.

Miren ese Peñaloza,
y cómo vino a morir.

Así mataron al Chacho,
así fue su dura suerte.
Si le quitaron la vida,
no le acallaron la muerte.

Si le quitaron la vida,
no le acallaron la muerte.

Como que era zarco el hombre,
y libre entre sus hermanos.
Se le pintaba en los ojos,
todo el cielo de los llanos.

Se le pintaba en los ojos,
todo el cielo de los llanos.

La cabeza del caudillo,
queda en la plaza de Olta.
La soledad lo acompaña,
las estrellas son su escolta.

La soledad lo acompaña,
las estrellas son su escolta.

Ya Peñaloza no es nada,
ya la tierra lo recibe.
Y en el corazón del pueblo,
ya su memoria se escribe.

Y en el corazón del pueblo,
ya su memoria se escribe.

Como que era zarco el hombre,
y libre entre sus hermanos.
Se le pintaba en los ojos,
todo el cielo de los llanos.

Se le pintaba en los ojos,
todo el cielo de los llanos.

viernes, 23 de agosto de 2013

Liberarnos de nuestros carceleros

Reconocer lo que nos enajena, discernir lo que sutilmente nos perjudica y recobrar la autenticidad perdida.

Debemos buscar la libertad frente a los carceleros de la inteligencia. Una persona no puede considerarse inteligente mientras padece el yugo esclavista que el sistema impone con sus herramientas de manipulación.
Hoy en día el rumbo de los tiempos dirige toda su energía, todo su movimiento hacia la “solidificación” del estado humano, es decir, busca concentrar la pesadez propia de la ignorancia de si mismo en una vertiginosa carrera hacia la autodestrucción. Para esto ofrece una gran cantidad de herramientas malignas que incentivan el aislamiento y el contacto virtual con realidades preconcebidas que nada conocen de la experiencia real.
 El contacto virtual se ha difundido como un gran virus que subrepticiamente corroe las venas del mundo con su ficticia herrumbre.
El contacto virtual, con su multitudinaria interacción global, solo promueve el desconocimiento de situaciones reales resumiendo criterios e ideologías bajo el amparo de la maquina enajenante.
Vivimos en una era caótica y esquizoide donde los medios de comunicación llevan a cabo la urdimbre de lo que debe ser aceptado y ya nadie es capaz de reflexionar por si mismo sin necesidad de recurrir al pulso envilecedor del ordenador. La tierra tiembla y el cielo se sacude ante la humana hostilidad.
Hemos habituado nuestra voluntad a obrar según los impulsos de la maquina falaz. Digitalizados, ya el pensamiento se dispone a librar guerras virtuales y la acción ante el estimulo tecnológico. No podemos realizar mas verdad que la que nos muestra la pantalla.
Hay un número incalculable de prisiones que se ciernen sobre nuestros corazones. Pero la libertad es una, única y se erige por sobre todo sistema penitenciario. La libertad no se doblega ante el opresor y siempre esta dispuesta a rugir la Verdad en las narices de lo mentido.

jueves, 15 de agosto de 2013

"Este oficio de cantor", Víctor Velazquez

Porque siempre me ha gustao
abrazarme a esta madera,
hoy suelto de mi asidera
el lazo más entonao.
La guitarra me ha invitao
por milonga a este floreo
y ya que justo me veo
en esta rueda de criollos:
via a tirar con todo el rollo
el pial que en el pecho llevo.

Tuve la suerte, señores,
de haber nacido Argentino
y pa' mejor el destino
me entreveró entre cantores.
Oficios habrá mejores
pero entrando a comparar
nadie me puede negar
que entre el cuervo y el jilguero:
está de luto el primero
porque no aprendió a cantar.

Esta es mi vida nomás
y yo la elegí a mi modo,
donde quiera me acomodo
si es que me hacen un lugar;
me gusta poder cantar
cuando esta guitarra toco,
a nadie envidio, provoco
cuando mi voz desembucho:
hay quien es pobre con mucho
y yo soy rico con poco.

Porque lo quiso mi estrella
soy distinto que el hornero
donde me invitan me quedo
donde no, sigo la huella.
Tal vez nunca me haga mella
no haber tenido mi nido,
yo soy cruzao con camino
y aunque por muy andador:
nunca me falta un rincón
en el rancho de un amigo.

Y ya nomás me despido
con esta pampa milonga.
Ya sabe, cuando disponga
puede ir contando conmigo
cuando me pegue el chiflido
llegaré hasta su fogón
llevando en mi diapasón;
mi canto hecho de esperanza
y si con esto no alcanza
les dejo mi corazón.

viernes, 9 de agosto de 2013

Soneto at Home (al Hogar)

¡Hijos queridos! En la paz bendita
del heredado hogar hallad defensa
contra el violento entorno que nos tensa
contra el combate cruel que nos agita.

Como en vuestros abuelos se condensa
reconoced caballeresca cita
con la conciencia que a lo heroico invita
y rechazad vivir en la vergüenza.

Ejemplo es vuestra madre de la entrega.
Servid a los demás. Es su camino.
Intransitado y viejo al cielo llega.

Esto de mi docencia me imagino
que de un padre a sus hijos se trasiega:
que cada cual sea fiel a su destino.

Carlos Guido y Spano

sábado, 3 de agosto de 2013

Árabes y Gauchos en el proyecto liberal de Domingo F. Sarmiento

Domingo Faustino Sarmiento, en su obra clásica 'Facundo', la cual originalmente fue escrita como una denuncia desde la óptica liberal al régimen tradicional de don Juan Manuel de Rosas, establece asombrosos -si bien despectivos- paralelos entre la vida de campaña del beduino y el gaucho. No está demás aclarar que, al establecer estos paralelos, Sarmiento tiene en mente a los habitantes seminómadas del Norte de África (de Argelia más precisamente), que en su mayoría eran de origen bereber, quienes suponían una evidente contracara para los intereses civilizadores (colonialistas) de la Francia de entonces. Sarmiento no duda en trasplantar a nuestra pampa la imagen del beduino, que transformado aquí en gaucho es el obstáculo que deberá ser superado para implantar el proyecto liberal y civilizador que el prócer europeizante ha concebido para la Argentina. Sin embargo debe quedar claro que el paralelo de Sarmiento no es ideal o imaginario: sus viajes al África dejarán testimonio de las indudables semejanzas entre musulmanes y gauchos esbozadas en un primer momento en su Facundo.

Escribe Sarmiento:
"La vida pastoril nos vuelve impensadamente a traer a la imaginación el recuerdo de Asia, cuyas llanuras nos imaginamos siempre cubiertas aquí y allá de las tiendas del calmuco, del cosaco, o del árabe. La vida primitiva de los pueblos, la vida eminentemente bárbara y estacionaria, la vida de Abraham, que es la del beduino de hoy, asoma en los campos argentinos aunque modificada por la civilización de un modo estraño" (cit. Verdevoye 693).
"Las hordas beduinas que hoy importunan con sus algaradas y depredaciones las fronteras de Argelia, dan una idea exacta de la montonera argentina... La misma lucha de civilización y barbarie, de la ciudad y el desierto existe hoy en Africa; los mismos personajes, el mismo espíritu, la misma estrategia indisciplinada entre la horda y la montonera" (Facundo, cit. Verdevoye 694).

Ahora bien, en sus Viajes en Europa, África y América (1847) el paralelismo se acentúa profundamente tras una visión aún más concreta de los acontecimientos en el Norte de África que le sirven de ejemplo para su tarea en la Argentina. En su ensayo 'Beduinos en la Pampa: El espejo oriental de Sarmiento', Isabel de Sena apunta que la carta que Sarmiento escribe de Argelia es una apología del colonialismo francés. Haciendo un análisis de las cartas escritas por Sarmiento en aquel momento, De Sena escribe: "El avance de la civilización, o de la colonización, es sistemáticamente metaforizado como movimiento, frente al cual el inmovilismo autóctono se convierte en resistencia irracional: de un lado están las calles árabes, estrechas, húmedas y oscuras, donde se sientan los árabes en el suelo fumando o tejiendo en actitudes ancestrales, inmutables; del otro lado se ve el bullicio: 'transformación y movimiento; i al paso que van las cosas, dentro de poco podrá sin impropiedad llamarse este país la Francia africana' (pág. 173). El avance francés en territorio africano, en el lenguaje típico del viajero occidental en África o en América, se asocia a la pulcritud, la luz, el movimiento, el esplendor (...). El campo semántico de lo árabe está, al contrario, marcado por la oscuridad, la credulidad, irracionalismo, primitivismo, fanatismo religioso y, obviamente, barbarie. Son la serpiente en la hierba (pág. 175), una plaga (175). Hijos de una misma especie, de un mismo 'tronco' (177) que los judíos, han degenerado, y personifican los aspectos nefastos de su cultura pastoril de origen: 'Árabe era Abraham i por mas que los descendientes de Ismael odien i desprecien a sus primos los judíos, una es la fuente de donde parten estos dos raudales relijiosos que han trastaornado la faz del mundo; del mismo tronco ha salido el Evangelio i el Koran; el primero preparando los progresos de la especie humana, i continuando las puras tradiciones primitivas; el segundo, como una protesta de las razas pastoras, inmovilizando la intelijencia i estereotipando las costumbres bárbaras de las primeras edades del mundo' (177). La Providencia, en forma de Historia, intervino para dispersar a los hebreos cuando dejaron de tener un papel que desempeñar en el mundo (177), reemplazados en el lineal movimiento hacia adelante por el cristianismo, pero los árabes, que han mantenido sus costumbres pastoriles, se convierten en estorbo, un obstáculo a la civilización". Estas apreciaciones serán trasladadas a la Argentina: el estorbo será el gaucho, símil pampeano del árabe, y el gobierno 'tiránico' de Juan Manuel de Rosas, cuya base social la conformaba el gaucho, será homologado con las 'tiranías' del Oriente y del África (por aquel entonces el Imperio Otomano. Curiosamente Sarmiento relaciona el rojo punzó del federalismo con el rojo otomano como símbolo de 'barbarie'). El 'atraso' obstaculizador frente al 'movimiento' civilizador es representado por el pueblo islámico tradicional en Argelia y por el gaucho en la Argentina. Las pautas 'negativas', que Sarmiento percibe como características anquilosadoras, pertenecen a un acervo cultural y espiritual compartido que emparentan tradicionalmente al musulmán árabe-africano y al gaucho argentino.

Como todo ideólogo europeizante y liberal, Sarmiento mide el desarrollo social a partir del progreso material y la civilización capitalista.
El capitalismo surge de la mano de la industrialización, y ésta es sinónimo de 'progreso y civilización' en la mentalidad liberal. De aquí que el Islam y su sistema de vida impliquen lo contrario y sea tildado de bárbaro, retrógrado y estacionario por el imaginario de las potencias europeas.
En quienes llevan una vida sencillamente frugal el consumismo promovido por el capitalismo no funciona en modo alguno. Por esto es que toda forma de vida que implique austeridad y conformidad debe ser literalmente 'borrada' para que se 'imponga' el tan mentado desarrollo moderno. Esto es lo que sucedió en Argentina con el gaucho y lo que viene aconteciendo en el mundo Islámico con la pretensión de acabar con la Sunnah (modo de vida tradicional) profética.
Sin mercado de consumo no hay capitalismo posible; y sin capitalismo el desarrollo material (progreso y civilización) es prácticamente nulo. De aquí la concentración que se produce en los grandes centros urbanos donde se impone el consumo (a partir de los supuestos del bienestar material, etc.) y se generan grandes mercados de ilimitada oferta y demanda. El espíritu nómada (emancipador y desapegado) de gauchos y místicos es prácticamente destruido por el proyecto liberal de la modernidad.

Similarmente a su visión del árabe, Sarmiento dice del gaucho: "Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad? El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden..." (Carta a Mitre fechada el 24 de septiembre de 1861). "Se nos habla de gauchos... La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos...es lo único que tienen de humano. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos" (Carta a Mitre fechada el 20 de septiembre de 1861). "Son animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor" (Carta a Mitre, marzo de 1862).

Decidido a conocer las causas de todo 'progreso' y 'atraso' social, Sarmiento inicia los Viajes ya citados que dejará documentados para la posteridad. En líneas generales, atribuye el atraso de la Argentina al elemento español que ha predominado en los habitantes de nuestra tierra, elemento sumamente arabizado, y que debe ser exorcizado mediante el ideario y la inmigración europea (francesa e inglesa) y estadounidense, representantes acabados del desarrollo liberal, capitalista y republicano. A su paso por España escribe: "El español de hoy es el árabe de ayer, frugal, desenvuelto, gracioso en la Andalucía, poeta y ocioso por todas partes; goza del sol, se emborracha poco, y pasa su tiempo en las esquinas, figones y plazas. Las mujeres llevan velo sobre la cara, la mantilla, como las mujeres árabes. Se sientan en el suelo en las iglesias, sobre un tapiz o alfombra con las piernas cruzadas a la manera oriental. En todo el mundo cristiano lo hacen en sillas, en Roma incluso. Los hombres llevan la faja colorada de los moriscos; los andaluces la chamana, los valencianos la manta y las gabuchas; los picadores conservan los estribos; y el gobierno de los Capitanes generales, cadies absolutos de las provincias que se entrometen en hacer justicia a la maneta de Aroun al-Raschid. Rézanse tres oraciones al día, en contraposición a las tres plegarias enunciadas por el Muhezzin...".

Ahora bien, es justamente ese elemento árabe, proveniente del Norte de África (bereber, diríamos), el que distingue negativamente a España del resto de la Europa progresista que para Sarmiento representa Francia. Y justamente ese elemento es el que de mano del Caudillaje y el gaucho suponen el atraso desafortunado para la república naciente. Aclaremos que tanto Sarmiento como Mitre fueron solamente instrumentos de un proceso que por entonces se cumplía a nivel mundial y que culminaría en el mundo moderno tal cual lo conocemos. Ilustrativa resulta la siguiente anécdota: el 29 de septiembre de 1868, en un banquete que la masonería ofrece a Sarmiento y a Mitre, éste, agitando un instrumento masónico, dice: "¿Qué es Sarmiento? Un pobre hombre como yo, un instrumento como este..." (Mitre, 'Discurso masónico', en Arengas Selectas, pág. 83).
***
A modo de conclusión: en Argelia habita una etnia bereber, los Zouaouas (o Zwawas), quienes durante mucho tiempo habían sido reclutados para el ejército turco-otomano. Hacia 1830, con la conquista francesa de Argelia, esta tribu ofrecerá sus servicios al ejército francés. Este cuerpo de infantería será conocido como 'Zuavo'. Observando fotografías e imágenes de los zuavos, comprobamos con admiración las enormes similitudes con nuestros gauchos, en cuanto a rasgos físicos y vestimenta. Refiriéndonos a esta última: el albornoz, cuyo parentesco con el poncho es indudable; chaqueta corta sin cuellos, chaleco, voluminosos pantalones que se asemejan al chiripá y la bombacha criolla, faja de lana, polainas de lana blanca muy similares a las botas de potro, y un gorro tipo fez. Algo de esto seguramente tuvo Sarmiento oportunidad de ver en su viaje a Argelia, lo que le permitió homologar al musulmán norteafricano con el gaucho argentino. Algunas imágenes de zuavos:

La cultura, en cuanto a hábitos y costumbres, y la espiritualidad, en cuanto a experiencia singular de la vida, establecen luminosas semejanzas entre el musulmán y el gaucho. Conocerlas enriquecerán nuestra cultura y nuestra espiritualidad.