viernes, 30 de noviembre de 2012

Pa' que dentre -Don José Larralde-


Pa que dentre y sin temor a que se ofenda
y creyendo en la verdad pura y sin vueltas,
que abalanzo y atropello sin más riendas
que yo mesmo lo digo pa que aprenda.
No cualquiera tiene tripa pa ser macho
ni ser macho es un don que se lo arrienda,
tiene tripas el que canta las verdades
y se mete como potro entre la rienda.
Cuando el hombre se planta y canta fuerte
pa que sientan los sordos si es preciso,
se hacen polvo las piedras en la frente
y se enciende la sangre del sumiso.
Si del puerco sacan carne pa chorizo
y aprovechan hasta el jugo e la osamenta,
pobrecito del cristiano que ande solo
si anda escaso de coraje y experiencia.
El que tiene miedo sufre y se hace al molde
tiembla solo sin que naides le haga un gesto,
también tiembla el agalludo por ser hombre
aunque a veces le esté sobrando un resto.
De confiado, y pavote y por ser creído
y mirar pa donde no deben los pobres
me lonjearon la jeta y, aunque duela,
no me dieron ni calce pa ser hombre.
De gurí fui tratado como los perros
y aunque nunca hice caso a los rigores,
me chucearon tan fuerte los malditos
que en mi pecho ya no dentran más dolores.
Por ser bueno y confiado muere el cordero
ni un gemido lo acompaña en su agonía,
si el carnero no fuera tan cobarde
la majada sin reproches pastaría.
Si mentira es reír cuando uno ríe
y mentira es llorar cuando uno llora,
es mentira el sufrir de los que sufren
y es mentira el implorar de los que imploran.
Tuve dudas al pensar que no era cierto
era cierto y pensar que tuve dudas,
con los cuernos del buey hacen conciertos
y se enojan cuando uno va desnuda.
Por las orejas del burro se andan riendo
y que el burro me perdone por la ofensa,
cuántos ranchos calientes se verían
si del burro se copiaran los que piensan.
Y si mando esta advertencia ya sabida
no, no es por darle más bulto a la verseada,
es pa aquellos que creen que pa ser criollos
sólo basta con pulsar una encordada.
Yo no soy cantor de mentas pero canto,
canto en verso, canto en beso, canto de alma,
y si a veces digo cosas que abren llagas
que me escupan si no estoy haciendo patria.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Hombre: Bienes y Penas


Pido perdón a mi Dios
que tantos bienes me hizo;
pero dende que es preciso
que viva entre los infieles,
yo seré cruel con los crueles:
ansí mi suerte lo quiso.

Dios formó lindas las flores,
delicadas como son;
les dio toda perfección
y cuanto él era capaz;
pero al hombre le dio más
cuando le dio el corazón.

Le dio claridá a la luz
juerza en su carrera al viento,
le dio vida y movimiento
dende el águila al gusano;
pero más le dio al cristiano (hombre)
al darle el entendimiento.

Y aunque a las aves les dio,
con otras cosas que inoro,
esos piquitos como oro
y un plumaje como tabla,
le dio al hombre más tesoro
al darle una lengua que habla.

Y dende que dio a las fieras
esa juria tan inmensa,
que no hay poder que las venza
ni nada que las asombre,
¿Qué menos le daría al hombre
que el valor pa'su defensa?

Pero tantos bienes juntos
al darle, malicio yo
que en sus adentros pensó
que el hombre los precisaba,
pues los bienes igualaba
con las penas que le dio.

Fragmento de "El Gaucho Martín Fierro" de don José Hernández.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Atronando Verdades desde Tierra Adentro


No hagas cuenta de la plata
que habrás de ganar mañana
echa pal'buche las ganas
de cambiar tu pobre vida
si a la primer embestida
queres zafar de la picana.

La'alma tengo y Dios me asista
y nunca me deje de a pata
si me ha dau' la mejor plata
al vivir bajo Su vista.

Dende' que Dios dijo ande
todo camino está hecho
la luz es huella y derecho
y aunque me encuentre en la sombra
cuando la vida me nombra
ando la huella del pecho.

Tenga la verdad en la mano
quien de respirar dependa
no ha de encontrar mejor prienda
pa'cualquier necesidad
que una machaza verdad
sin freno, bozal ni rienda.

El hombre que canta al hombre
con un canto verdadero
no es criminal ni matrero
pero a veces por el mote
con el lazo en el cogote
no encuentra respiradero.

Cada varón vale tanto
al precio que se prienda
la plata tiene por rienda
la ambición y la codicia
por eso es que a la justicia
suele caérsele la venda.

Siempre hay algún mandamas
sentao en su silla de oro
que acomoda los imploros
según la leche del día
bicho de barriga fría
que te aplasta aunque seas toro.

Como muere despacito
la tradición campesina
y duele como una espina
que se hunde hasta el infinito
cada tranco es un cachito
que se le da al extranjero
cada entrega es un agujero
que se le hace a la bandera
y el aire es una trapera
con gusto a nada sincero.

Ya no se puede gritar
sin que sea un desatino
que ser criollo y argentino
es razón pa'no temblar.

Como muere despacito
la tradición campesina
colgando de una hebra fina
va dando el último grito
duele sentirse chiquito
en la propia tierra de uno
empujaos como vacunos
a consumir lo importao
viviendo de lo emprestao
desorejado y reyuno.

Si uno piensa en argentino
sin otra intención que serlo
creen que es bicho del infierno
o tiene olor a zorrino.

Siempre se habla del destino
pa'juntar resignación
mas yo pido una razón
al que promueve el despojo
y tiene pinchao el ojo
de mirar a la nación.

Se hace la paz y la guerra
y lo que venga si es negocio
y hasta el cielo es un consorcio
administrado en la tierra.

Cuando Dios arme la yerra
porque un día ha de ser
cuando se haya que poner
el honor en la parrilla
cuantos machos de rodilla
seguro habremos de ser.

Preguntas y más preguntas
que me hacen y que hago yo
que naides me respondió
y que debo contestar
si es que debo amortiguar
lo que le debo al Creador.

Debo hallar adentro mío
toda la paz que me quede
pa'ver si mi mente puede
y aun entrando en rebelión
cantar con el corazón
pero cantar lo que debe.

No hay razón pa'que no se oiga
la voz de un canto argentino
no le tenga miedo al trino
que nace en la tierra de uno
y no lo vuelva reyuno
por más que apriete el destino
la tierra suele ser de otro
pero el canto ha de ser de uno.

Si alguna razón te asiste
no hay porque dirse a baraja
sólo una medida encaja
y hay que encajarla aunque cueste
porque no existe peor peste
que desatarse la faja.

Por eso sigo derecho
voy lerdo pero no paro
yo se que no tengo amparo
si no me amparo yo mismo
y hasta me hice un catecismo
con credos que son muy claros:
creo en mi Dios
y en un creo, creo en todo lo que he visto
si por existir existo
mi credo no me ha mentido.

Se han inventao las naciones
pa'desparramar tumulto
cada una inventó su culto,
bandera, iglesia, costumbre
pero el hombre, pero el hombre...
Tiene herrumbre en la mitad del indulto.

Sin embargo hay que creer en la verdad
aunque parezca mentira
si hasta la lonja se estira
cuando la asidera aguanta
como no creer en la santa verdad
si se la respira.

Quisiera poder saber
si sirve lo que yo siento
ser libre como el viento
ser honrao hasta el calvario
y usar el abecedario
hasta perder el aliento.

Fragmentos de "Cuando la vida me nombra" de don José Larralde.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Sabiduría Tradicional de la Pampa


Dentro del acervo sapiencial que la Tradición ha organizado en normas de conducta para el desarrollo del ser humano sobre la faz de la tierra, encontramos que los pueblos y razas que han precedido los tiempos modernos convergen en un mismo punto esencial desde el que se diversifican en matices y colores particulares correspondientes a la cultura que los desarrolla.
Consideramos el flujo sapiencial de la Tradición como un acontecimiento extemporáneo que se realiza en el tiempo del mundo, por esto, si bien la sabiduría tradicional se dirige al hombre de todos los tiempos, guardando así un sentido propiamente universal, nos hemos referido a una precedencia en cuanto a los tiempos modernos ya que en estos la humanidad en general se ha desvinculado de la Tradición (que es un vínculo consigo mismo, con sus posibilidades inherentes) para integrarse a un movimiento signado por el materialismo, el consumo desmedido, la secularización y el apabullante avance tecnológico que le ha hecho perder todo contacto con la esencia de la realidad.
Aun así, la Tradición y su sabiduría perviven al margen de la generalidad pública, brindándose abiertamente a todo aquel que con sinceridad y un corazón sediento busque conocer la verdad y vivir de acuerdo a ella.
En esta parte del globo, en Sudamérica, más precisamente aquí, en Argentina, esa "marginalidad" tradicional (entendiendo "marginalidad" como el estar al margen de lo habitual, de lo publicitado, de lo oficializado por el credo modernista) viene representada por el Gaucho, heredero de la sabiduría extemporánea que ha sido el alma para los pasos de la humanidad en el mundo y en todos los tiempos. Debido a esta marginalidad al Gaucho también se lo excluye del ámbito "progresivo" de las urbes y su congestión civilizadora, confinándolo al ámbito ecuestre de lo "rural", lo que confiere aun más originalidad a su herencia tradicional. Y con Gaucho no nos referimos a la imagen subvertida del matrero pendenciero que refugiado en la solución etílica de ginebras polutas sólo era una representación simiesca de si mismo (representación que haría los goces "progresistas" de por ejemplo más de un Sarmiento). Sino a aquel hombre libre de la pampa, arquetipo de emancipaciones victoriosas, heredero de un nomadismo ancestral que, guitarra en mano (la guitarra como el facón, el sable, el rifle son símbolos olvidados de una hombría ya perdida en la bravuconada de la tirana sujeción al molde foráneo que busca descompaginar la virtud y ahogarla en la pesadez de lo mentido) hilvanaba versos desde la fibra misma de saberes primordiales, tan antiguos y siempre vigentes como la osamenta de la humanidad.
Un hombre de letras, nacido en el seno de una familia estanciera, lo que naturalmente le llevó a relacionarse con gauchos desde niño, don José Hernández, prolífico autor del Martín Fierro, escribió en el prologo a "La vuelta de Martín Fierro":
“El gaucho no aprende a cantar. Su único maestro es la espléndida naturaleza que en variados y majestuosos panoramas se extiende delante de sus ojos. Canta porque hay en él cierto impulso moral, algo de métrico, de rítmico que domina en su organización, y que lo lleva hasta el extraordinario extremo de que, todos sus refranes, sus dichos agudos, sus proverbios comunes son expresados en dos versos octosílabos perfectamente medidos, acentuados con inflexible regularidad, llenos de armonía, de sentimiento y de profunda intención.
Eso mismo hace muy difícil, sino de todo punto imposible, distinguir y separar cuales son los pensamientos originales del autor, y cuales los que son recogidos de las fuentes populares.
No tengo noticia que exista ni que haya existido una raza de hombres aproximados a la naturaleza, cuya sabiduría proverbial llene todas las condiciones rítmicas de nuestros proverbios gauchos.
Qué singular es, y qué digno de observación, el oír a nuestros paisanos mas incultos, expresar en dos versos claros y sencillos, máximas y pensamientos morales que las naciones mas antiguas, la India y la Persia, conservaban como el tesoro inestimable de su sabiduría proverbial; que los griegos escuchaban con veneración de boca de sus sabios mas profundos, de Sócrates, fundador de la moral, de Platón y de Aristóteles; que entre los latinos difundió gloriosamente el afamado Seneca; que los hombres del Norte les dieron lugar preferente en su robusta y enérgica literatura; que la civilización moderna repite por medio de sus moralistas mas esclarecidos, y que se hallan consagrados fundamentalmente en los códigos religiosos de todos los grandes reformadores de la humanidad.
Indudablemente, que hay cierta semejanza íntima, cierta identidad misteriosa entre todas las razas del globo que solo estudian en el gran libro de la naturaleza; pues que de él deducen, y vienen deduciendo desde hace mas de tres mil años, la misma enseñanza, las mismas virtudes naturales, expresadas en prosa por todos los hombres del globo, y en versos por los gauchos que habitan las vastas y fértiles comarcas que se extienden a las dos márgenes del Plata.
El corazón humano y la moral son los mismos en todos los siglos.”
Ya en nuestros días el Profesor Shamsuddin D'Elía ha demostrado en un pormenorizado trabajo la continuidad cultural entre los inmigrantes españoles de origen Musulmán (cuya ascendencia se remonta a los pastores nómadas del Norte de África) y el Gaucho, siendo en parte este el resultado del mestizaje entre nativos e inmigrantes, lo que redunda en una herencia tradicional que complementa con la apreciación citada de José Hernández.
No está de más agregar que, según lo expone el tradicionalista francés Rene Guenon, tradicionalmente el Arte de los pueblos nómades, al no estar circunscripto por determinaciones espaciales (el nómade encuentra en la extensión ilimitada el carácter sagrado de su libertad, análoga al vuelo del espíritu emancipado), es esencialmente sonoro, remitiéndose a las expresiones de la poesía y la música.
El Arte es un vehículo de la Tradición, su transmisor, y tanto para los pueblos nómadas del Norte de África como para los Gauchos de la pampa, la poesía y la música constituyen el fundamento para su expresión.
Como toda forma Tradicional, la sabiduría gauchesca ha permanecido supeditada a la transmisión exclusivamente oral, y los registros literarios que actualmente se conocen son de autores "cultos" que han dado en mostrar una realidad virtualmente desconocida para la urbana ficción. Por ejemplo, el ya citado Hernández, Rafael Obligado, Leopoldo Lugones, y otros.
Sin embargo, como lo hemos dicho anteriormente, la Tradición aun pervive en grandiosos exponentes que al margen de lo fácilmente comerciable y domesticable siguen difundiendo mediante el Arte auténticas verdades tradicionales, frescas y extemporáneas. Tal es el ejemplo de uno de los más grandes referentes de la cultura argentina: Don José Larralde.
La Tradición continúa latiendo poderosamente sus verdades primordiales desde la refulgente luz que estalla en la consciencia despierta. Nos corresponde a nosotros, como integrantes de esta cultura y como antecedentes de próximas generaciones por venir, educarnos y educar en los valores tradicionales, revalorizar nuestra experiencia tanto individual como colectiva, recuperar el correcto discernimiento de lo que realmente nos beneficia y nos perjudica, ser capaces de obrar de acuerdo al sabio mandato de ser hombres libres, íntegros y de beneficio, teniendo siempre presente que bajo la mirada atenta de Dios sólo la humildad, la valentía, la servidumbre y el dominio de nosotros mismos nos harán vencedores en la prueba de la vida. Sólo de nosotros depende.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Consejos de Martín Fierro a sus Hijos

Extraído de "La Vuelta de Martín Fierro"
 

-Un padre que da consejos
Más que padre es un amigo;
Ansi como tal les digo
Que vivan con precaución:
Naides sabe en que rincón
Se oculta el que es su enemigo.

Yo nunca tuve otra escuela
Que una vida desgraciada:
No estrañen si en la jugada
Alguna vez me equivoco,
Pues debe saber muy poco
Aquel que no aprendió nada.

Hay hombres que de su cencia
Tienen la cabeza llena;
Hay sabios de todas menas,
Mas digo, sin ser muy ducho:
Es mejor que aprender mucho
El aprender cosas gúenas.

No aprovechan los trabajos
Si no han de enseñarnos nada;
El hombre, de una mirada,
Todo ha de verlo al momento:
El primer conocimiento
Es conocer cuándo enfada.

Su esperanza no la cifren
Nunca en corazón alguno;
En el mayor infortunio
Pongan su confianza en Dios;
De los hombres, sólo en uno;
Con gran precaución en dos.

Las faltas no tiene límites
Como tienen los terrenos;
Se encuentran en los mas güenos,
Y es justo que les prevenga:
Aquel que defetos tenga,
Disimule los ajenos.

Al que es amigo, jamás
Lo dejen en la estacada,
Pero no le pidan nada
Ni lo aguarden todo de el:
Siempre el amigo más fiel
Es una conducta honrada.

Ni el miedo ni la codicia
Es güeno que a uno le asalten,
Ansi, no se sobresalten
Por los bienes que perezcan;
Al rico nunca le ofrezcan
Y al pobre jamás le falten.

Bien lo pasa, hasta entre pampas,
El que respeta a la gente;
El hombre ha de ser prudente
Para librarse de enojos:
Cauteloso entre los flojos,
Moderado entre valientes.

El trabajar es la ley,
Porque es preciso alquirir;
No se espongan a sufrir
Una triste situación:
Sangra mucho el corazón
Del que tiene que pedir.

Debe trabajar el hombre
Para ganarse su pan;
Pues la miseria, en su afán
De perseguir de mil modos,
Llama en la puerta de todos
Y entra en la del haragán.

A ningún hombre amenacen,
Porque naides se acobarda;
Poco en conocerlo tarda
Quien amenaza imprudente:
Que hay un peligro presente
Y otro peligro se aguarda.

Para vencer un peligro,
Salvar de cualquier abismo
-Por esperencia lo afirmo-,
Más que el sable y que la lanza
Suele servir la confianza
Que el hombre tiene en si mismo.

Nace el hombre con la astucia
Que ha de servirle de guía;
Sin ella sucumbiría:
Pero, sigún mi esperencia,
Se vuelve en unos prudencia
Y en los otros picardía.

Aprovecha la ocasión
El hombre que es diligente;
Y, tenganló bien presente:
Si al compararla no yerro,
La ocasión es como el fierro:
Se ha de machacar caliente.

Muchas cosas pierde el hombre
Que a veces las vuelve a hallar;
Pero les debo enseñar,
Y es gúeno que lo recuerden:
Si la verguenza se pierde,
Jamás se vuelve a encontrar.

Los hermanos sean unidos
Porque ésa es la ley primera
Tengan unión verdadera
En cualquier tiempo que sea,
Porque, si entre ellos pelean,
Los devoran los de ajuera.

Respeten a los ancianos:
El burlarlos no es hazaña;
Si andan entre gente estraña
Deben ser muy precavidos,
Pues por igual es tenido
Quien con malos se acompaña.

La cigüeña, cuando es vieja,
Pierde la vista, y procuran
Cuidarla en su edá madura
Todas sus hijas pequeñas:
Apriendan de las cigüeñas
Este ejemplo de ternura.

Si les hacen una ofensa,
Aunque la echen en olvido,
Vivan siempre prevenidos;
Pues ciertamente sucede
Que hablará muy mal de ustedes
Aquel que los ha ofendido.

El que obedeciendo vive
Nunca tiene suerte blanda,
Mas con su soberbia agranda
El rigor en que padece:
Obedezca al que obedece
Y será gúeno el que manda.

Procuren de no perder
Ni el tiempo ni la vergüenza;
Como todo hombre que piensa,
Procedan siempre con juicio;
Y sepan que ningún vicio
Acaba donde comienza.

Ave de pico encorvado
Le tiene al robo afición;
Pero el hombre de razón
No roba jamás un cobre,
Pues no es vergúenza ser pobre
Y es vergúenza ser ladrón.

El hombre no mate al hombre
Ni pelé por fantasía;
Tiene en la desgracia mía
Un espejo en que mirarse;
Saber el hombre guardarse
Es la gran sabiduría.

La sangre que se redama
No se olvida hasta la muerte;
La impresión es de tal suerte,
Que, a mi pesar, no lo niego,
Cai como gotas de juego
En la alma dei que la vierte.

Es siempre, en toda ocasión,
El trago el pior enemigo;
Con cariño se los digo,
Recuérdenlo con cuidado:
Aquel que ofiende embriagado
Merece doble castigo.

Si se arma algun revolutis,
Siempre han de ser los primeros,
No se muestren altaneros,
Aungue la razón les sobre:
En la barba de los pobres
Aprienden pa ser barberos.

Si entriegan su corazón
A alguna mujer querida,
No le hagan una partida
Que la ofienda a la mujer:
Siempre los ha de perder
Una mujer ofendida.

Procuren, si son cantores,
El cantar con sentimiento,
Ni tiemplen el estrumento
Por sólo el gusto de hablar,
Y acostúmbrense a cantar
En cosas de jundamento.

Y les doy estos consejos
Que me ha costado alquirirlos,
Porque deseo dirigirlos;
Pero no alcanza mi cencia
Hasta darles la prudencia
Que precisan pa seguirlos.

Estas cosas y otras muchas
Medité en mis soledades;
Sepan que no hay falsedades
Ni error en estos consejos:
Es de la boca del viejo
De ande salen las verdades.-

 

sábado, 10 de noviembre de 2012

Almafuerte: Como los Bueyes

Ser bueno, en mi sentir, es lo más llano
y concilia deber, altruismo y gusto:
con el que pasa lejos, casi adusto,
con el que viene a mi, tierno y humano.


Hallo razón al triste y al insano,
mal que reviente mi pensar robusto;
y en vez de andar buscando lo más justo
hago yunta con otro y soy su hermano.

Sin meterme a Moisés de nuevas leyes,
doy al que pide pan, pan y puchero;
y el honor de salvar al mundo entero
se lo dejo a los genios y a los reyes:

Hago, vuelvo a decir, como los bueyes,
mutualidad de yunta y compañero.

Almafuerte (Pedro Bonifacio Palacios, 1854-1917)

miércoles, 7 de noviembre de 2012

10 de noviembre: Día de la Tradición Argentina

José Hernández (nacido como José Rafael Hernández y Pueyrredón el 10 de noviembre de 1834, fallecido el 21 de octubre de 1886) fue un militar, periodista, poeta y político argentino, especialmente conocido como el autor del Martín Fierro, obra máxima de la literatura gauchesca. En su homenaje, el 10 de noviembre —aniversario de su nacimiento— se festeja en la Argentina el Día de la Tradición.
 
Tras iniciarse como militar en defensa de la autonomía del Estado de Buenos Aires, entre 1852 y 1872 sostuvo una intensa actividad periodística, enfrentado al predominio de la ciudad de Buenos Aires en la organización de su país. En una época de gran agitación política, sostuvo que las provincias no debían permanecer ligadas al gobierno de Buenos Aires. Radicado en Paraná desde 1857, residió alternativamente en esa ciudad, en Corrientes, Rosario y Montevideo, antes de regresar a Buenos Aires.
Participó en una de las últimas rebeliones federales, dirigida por Ricardo López Jordán, cuyo primer intento de acción finalizó en 1871 con la derrota de los gauchos y el exilio de Hernández en el Brasil. Después de esta revolución siguió siendo por corto tiempo asesor del general revolucionario, pero con el tiempo se distanció de él.
A su regreso a la Argentina, en 1872, continuó su lucha por medio del periodismo y publicó la primera parte de su obra maestra, El gaucho Martín Fierro. Fue a través de su poesía como consiguió un gran eco para sus propuestas y la más valiosa contribución a la causa de los gauchos.
En 1872, cuando aparece la primera parte del Martín Fierro, José Hernández apostaba a la constitución de una clase de pequeños campesinos, integrada por los nativos, en oposición a las principales figuras nacionales, como Sarmiento y Bartolomé Mitre, que postulaban que los gauchos y los paisanos debían ser remplazados por la inmigración, por entonces todavía incipiente. Al mismo tiempo, Hernández creía, en relación con el problema de los indios, que debían marcarse las fronteras sin entrar en confrontaciones más allá de alguna acción defensiva contra los malones que atacaban las poblaciones fronterizas.
La continuación de la obra, La vuelta de Martín Fierro (1879), en conjunto, forman un poema épico popular. Es generalmente considerada la obra cumbre de la literatura argentina.
Posteriormente desempeñó los cargos de diputado y senador de la provincia de Buenos Aires. Ocupando este último cargo, defendió la federalización de Buenos Aires en un memorable discurso, enfrentándose a Leandro N. Alem.
“El gaucho no aprende a cantar. Su único maestro es la expléndida naturaleza que en variados y majestuosos panoramas se extiende delante de sus ojos. Canta porque hay en él cierto impulso moral, algo de métrico, de rítmico que domina en su organización, y que lo lleva hasta el extraordinario extremo de que, todos sus refranes, sus dichos agudos, sus proverbios comunes son expresados en dos versos octosílabos perfectamente medidos, acentuados con inflexible regularidad, llenos de armonía, de sentimiento y de profunda  intención.
Eso mismo hace muy difícil, sino de todo punto imposible, distinguir y separar cuales son los pensamientos originales del autor, y cuales los que son recogidos de las fuentes populares.
No tengo noticia que exista ni que haya existido una raza de hombres aproximados a la naturaleza, cuya sabiduría proverbial llene todas las condiciones rítmicas de nuestros proverbios gauchos.
Qué singular es, y qué digno de observación, el oír a nuestros paisanos mas incultos, expresar en dos versos claros y sencillos, máximas y pensamientos morales que las naciones mas antiguas, la India y la Persia, conservaban como el tesoro inestimable de su sabiduría proverbial; que los griegos escuchaban con veneración de boca de sus sabios mas profundos, de Sócrates, fundador de la moral, de Platón y de Aristóteles; que entre los latinos difundió gloriosamente el afamado Seneca; que los hombres del Norte les dieron lugar preferente en su robusta y enérgica literatura; que la civilización moderna repite por medio de sus moralistas mas esclarecidos, y que se hallan consagrados fundamentalmente en los códigos religiosos de todos los grandes reformadores de la humanidad.
Indudablemente, que hay cierta semejanza íntima, cierta identidad misteriosa entre todas las razas del globo que solo estudian en el gran libro de la naturaleza; pues que de él deducen, y vienen deduciendo desde hace mas de tres mil años, la misma enseñanza, las mismas virtudes naturales, expresadas en prosa por todos los hombres del globo, y en versos por los gauchos que habitan las vastas y fértiles comarcas que se extienden a las dos márgenes del Plata.
El corazón humano y la moral son los mismos en todos los siglos.”
(Don José Hernández en el prólogo a La Vuelta de Martín Fierro)

lunes, 5 de noviembre de 2012

Sólo los Hombres Buenos -José Larralde-


Sólo los hombres buenos viven todo un día.

Nacen por la mañana,

serenos ante el sol que se levanta;

erguido desde el alma,

con los pies más abajo que los zapatos;

con la cara tranquila;

con la mente educada a pensar 'qué es el camino';

qué silencio es mejor;

¿cuál es el grito?; ¿cuándo decir 'no quiero'?;

¿cuándo aceptar lo inaudito?.

Por qué llorar de risa y reír en un llanto, ¿por qué?.

Sólo los hombres buenos viven todo un día.

Sólo los hombres buenos aguardan un instante;

escuchan la verdad del que está enfrente,

comparan su verdad con las verdades

de cada humanidad que hace que exista.

Sólo los hombres buenos tienen prisa

en señalar el rumbo a la vertiente,

para que cada sed sea apagada

con el agua de todos los bautismos.

Sólo los hombres buenos ponen

su fe encima de las piedras,

para que el mundo vea y sepa que la fe

siempre es cúspide y puente en los abismos.

Sólo los hombres buenos ignoran que lo son,

cantan cuando el silencio aturde en el cerebro

y cuando en primavera revienta el corazón de la semilla,

y el sonido culto de las flores y el polen lanza su dulzor de vida,

sólo los hombres buenos en silencio ponen en cada flor una sonrisa.

Sólo el hombre que es bueno se desvela

por ser mejor que él mismo cada día

sin comparar lo bueno de los otros ni permitirse el lujo de ser guía.

Sólo los hombres buenos  son buenos hombres.

El pan del hombre bueno es diferente

por ser igual al pan del que lo niega,

aunque el pan generoso oferente no

sepa quién lo escupe y quién lo riega.

Si pudiera encontrarte en el camino

y preguntarte simplemente '¿cómo te va?, ¿sos feliz?'.

Si pudiera ver tu rostro tal cual fuera,

sin el tonto ocultamiento que los hombres ofrecemos como alivio

a quien por nosotros se desvelan.

Si pudiera seguir tu paso por la senda del tiempo,

alentando tu marcha, vigilando tu anhelo,

recogiendo de a uno los minutos de vida

que sin darte cuenta quedarán detrás tuyo

como flores herméticas, perfumando otro mundo.

Si pudiera decirle al eterno futuro en una tarjetita:

'Recomiéndote a mi hijo, no lo trates muy duro.

No le regales nada

pero dale el apuro de ser un hombre bueno,

de ser noble y seguro.

Si puedes darle ingenio,

que sea claro, no oscuro,

prefiero que sea esclavo

antes que sea verdugo.

Y una sola palabra al final de su curso.

Dios en todas las horas de su vida y su mundo,

y por Dios te lo ruego, no lo trates muy duro.'

***