viernes, 26 de julio de 2013

Tradición-Liberalismo: Una confrontación fundamental

Todo antagonismo, en la historia de la humanidad sobre la faz de la tierra, puede reducirse en líneas generales a la confrontación entre dos fuerzas que de igual modo se debaten en el interior mismo de todo ser humano: lo Tradicional y lo antitradicional.
Ya desde la época en que el simbolismo de la revelación sitúa a Caín y Abel, este antagonismo cobra protagonismo marcando para siempre los rumbos de los hombres y sus destinos tanto individuales como comunitarios.
***
La Tradición es el conjunto de saberes primordiales que colaboran para que el hombre logre trascendencia con respecto a sí mismo de acuerdo a la Divina Sabiduría manifiesta mediante la revelación a los Profetas. Es el conocimiento fundamental para llevar un estilo de vida sencillo, en contacto con la naturaleza, sin perder nunca de vista la transitoriedad de esta vida, y con un hondo sentido de la libertad espiritual. Lo antitradicional representa completamente lo opuesto: es la ideología subversiva que apunta a la exacerbación de las pasiones más elementales del egocentrismo, manteniendo al hombre en una esclavitud embrutecedora tras la fachada siempre sugestiva de un liberalismo enfermizo y dominador. Estas fuerzas se hacen manifiestas mediante dualidades específicas que, sin remitirnos a maniqueísmo alguno, pueden ayudarnos en un cabal conocimiento de las mismas: en el hombre, por un lado el ego y sus pasiones, por el otro el espíritu y la inteligencia, que en un ámbito más sutil pueden figurarse mediante lo satánico y lo angélico, fuerzas que pugnan por elevar o envilecer a la criatura humana y que se corresponden con la virtud y el vicio, y los comportamientos nobles y reprobables en cuanto a ética se refiere.

Ahora bien, los parámetros para estas distinciones deben estar circunscriptos a la Divina Sabiduría revelada a los Profetas. De hecho, los liberalismos surgidos en gran medida como efectos colaterales de la Ilustración europea, el iluminismo, la Revolución francesa y la Revolución industrial, también pueden reclamar valores éticos para el 'desarrollo' humano, pero que sin embargo se refieren a una libre interpretación de los sucesos de acuerdo a la razón que impera en el momento y a una escala de valoraciones medida por la balanza del interés más mundano. Por ejemplo hoy en día, y de acuerdo a la ‘ética liberal’, la homosexualidad no resulta ser algo reprobable ya que toda cuestión identitaria (la tan cacareada ‘libertad de género’), dicen, no puede medirse según parámetros éticos, siempre y cuando no comporte un perjuicio para los demás. Esto que pude sonar llamativamente convincente no deja de suponer una aberración evidente, ya que mediante tamaña aseveración se está atentando contra los roles determinados que colaboran en la formación equilibrada de un ámbito social propicio para el desarrollo de la virtud: fomentando la homosexualidad mediante la aceptación y la proclama de leyes igualitarias que permitan el matrimonio y la adopción entre personas de un mismo sexo se está minando la célula misma de la corrección social que es la familia. Esto, sumado al hecho de que la mujer 'moderna y liberal' sienta la imperiosa necesidad de salir a trabajar y cumplir con las funciones específicas que corresponden al hombre, colabora en la subversión del ámbito donde los niños han de crecer y ser educados, a causa de madres ausentes, divorcios enajenantes, madres solteras sin parejas fijas, madres que son padres y padres que son madres, y toda clase de confusiones que hacen de los niños seres desprovistos del carácter fundamental para afrontar la vida con responsabilidad. Y es que esto es justamente lo que el liberalismo, que es decir lo antitradicional, promueve insensatamente: el vivir irresponsablemente bajo el yugo más bajo y pasional, hundidos en el servilismo ignorante que sólo resulta útil a los intereses de los poderes de turno, poderes que promueven e imponen tiránicamente su visión de la vida.

Por esto es que la Tradición, la auténtica Tradición, comporta un férreo antagonismo con los postulados envilecedores de todo liberalismo, de toda ideología antitradicional.

Sin embargo, nunca debemos perder de vista el hecho que todo movimiento antitradicional, como fuerza contrapuesta a lo Tradicional, es decir, a lo que originalmente corresponde al ser humano, no deja de suponer una anomalía que, si bien busca corromper la sustancia del hombre, está completamente desprovista de sentido alguno más que de ser una prueba de superación para la criatura humana.

Frente al modo de vida tradicional que, enseñado por los Profetas, ha llevado la humanidad desde los comienzos de su estadía sobre la faz de la tierra, la acción antitradicional ha dado en generar tal vez la peor anomalía de todos los tiempos que se traduce en las sugestiones subversivas que dominan en la mentalidad moderna. Como 'mentalidad moderna' entendemos el resultado puntual que fue desencadenado en gran medida por la Revolución Francesa en Europa y los auges de las ideologías liberales desprendidas de ella, y que se asentó pandémicamente tras la caída del Califato Otomano, último gran bastión tradicional que fue el protector de la Tradición frente a los embates del movimiento subversivo generado desde la Europa 'civilizadora'. Largos siglos de preparación precedieron al movimiento que culminaría en la Revolución Francesa. Ideologías como el cartesianismo, el protestantismo, el materialismo irían produciendo lo que René Guenon llama la 'vasta sugestión colectiva' que dio a luz la mentalidad moderna y sus postulados enajenantes.

Como es inherente al espíritu humano el aferrarse a un asidero, una enseñanza, un dogma, que le permita un 'crecimiento interior', los propulsores del movimiento antitradicional remplazaron hábilmente la auténtica doctrina para la elevación espiritual por sucedáneos tan peligrosos como heterodoxos como las ciencias ocultas por un lado y la masonería por el otro. Esta última será la encargada de hacer mella en los corazones de las 'elites' liberales que hicieron de ella un uso afortunado y devastador: afortunado para la acción subversiva de la mentalidad moderna y devastador para la tradición y sus representantes.

Se comenzó a generar la idea-sugestión de que todo lo referente a lo Tradicional (cultural, doctrinal, etc.) suponía un atraso para las ínfulas civilizadoras y progresistas de los movimientos resultantes de la ilustración y el liberalismo europeo. Todo atraso comenzó a ser expuesto como barbarismo, y toda barbarie, se inculcó, debía ser erradicada definitivamente si se pretendía imponer el progreso, capitalista, materialista, masón y ateo, cuya cultura global debía unificar las masas en una misma sujeción tendiente al desorden y el desequilibrio. Se instauró una nueva ‘ética’ paradigmática, un nuevo modo de contemplar la vida, y los valores fundamentales del ser humano fueron radicalmente remplazados de acuerdo a las intensiones disolventes de sociedades secretas que, mediante la peor tiranía, se arrogaban y arrogan el dominio del mundo.

***
Sin extendernos demasiado, en nuestra Argentina, las guerras civiles que a partir de la independencia del virreinato español marcaron un período de nuestra historia, período que necesariamente debe generar una identidad propia en su pueblo, son un claro ejemplo de lo que hemos venido exponiendo acerca del antagosnismo Tradición-antitradición. Los partidos generados por aquella contienda representan el ejemplo cabal de lo dicho: los unitarios el liberalismo masón y europeizante con sus ínfulas de progreso y civilización; los federales el arraigo a la Tradición inherente a la esencia del hombre con su apego telúrico y su trascendente sencillez; de hecho, cada uno de estos aspectos también nos remiten, lo que debemos tener mayormente en cuenta, a dos estilos de vida completamente diferentes: por un lado el unitarismo centralizador tiene por característica un urbanismo hermético y excluyente, es decir, se concentra idealmente donde existe 'la posibilidad de crecimiento, desarrollo del comercio y la industria', esto es, en la ciudad. El modelo para el unitario es Buenos Aires, 'donde se encuentran los extranjeros instruidos de origen europeo que han absorbido las ideas de la Ilustración y que tienen buenas costumbres, son refinados, educados y civilizados'. En tanto que el federalismo, representado por gauchos y caudillos, es personificado por la vida de la campaña, la vida rural, abierta e inclusiva. La llanura, la pampa, la extensión, representan la libertad ilimitada, la herencia primordial de una vida seminómada que contribuyó a moldear la figura del gaucho, esencia misma del federalismo. Y he aquí la distinción que hacíamos al comienzo remitiéndonos al simbolismo de la revelación: Caín, al ser agricultor, representa el sedentarismo; Abel, pastor, representa el nomadismo. De ambos surgen dos modalidades completamente irreconciliables (de aquí que Caín 'mate' a Abel, por celos, o lo que sea). Por esto es que un acérrimo defensor de las ideas progresistas y liberales como lo fue Domingo Faustino Sarmiento, vea en el gaucho y en la pampa obstáculos para traer la Europa civilizada y sus costumbres. Por esto también veía en un gran tradicionalista como don Juan Manuel de Rosas a un déspota que había extendido la barbarie de la campaña hacia la ciudad, ya que la base de la dictadura rosista, según él, era el gaucho y sus costumbres, la pampa y su extensión. En su crítica negativa concluye en algo cierto: Sarmiento establece paralelos entre la 'tiranía' de los caudillos y las 'tiranías' orientales (p. ej. el imperio Otomano). Las une la Tradición. El gaucho, el Caudillo, conservan sus tradiciones, llevan poncho y chiripá, en tanto que rechazan la levita, el frac, la moda europea que llega desde el puerto por Buenos Aires. La moda es sinónimo de 'libertad', de cambio permanente, y el gaucho, aferrado a su tradición inmutable, la desdeña, la considera innecesaria y fútil. Por esto y mucho más (la diferencia entre positivismo y tradición es demasiado grande para circunscribirla en estos límites), el gaucho, como representante de la Tradición, se opone al proyecto liberal y europeísta que Sarmiento desea llevar a cabo, y que fuera iniciado por Rivadavia, continuado por Mitre, y que desgraciadamente en él encontrará consumación. El régimen social de dominación allanará la apertura al liberalismo modernizante y capitalista con el exterminio premeditado del gaucho, baluarte tradicional, como lo haría diezmando el espíritu de insurrección característico del combativismo que desde el misticismo islámico se oponía al colonialismo europeo en tierras Otomanas.

Si bien la historia (oficial o revisionista) quiere dar a conocer en ambos partidos la pugna entre dos concepciones diferentes para la constitución de nuestro país, cosa de por sí cierta, sería simplificar demasiado la realidad de un antagonismo tan antiguo como la misma humanidad.

La pugna unitarismo-federalismo representa la contraposición entre antitradición y Tradición, entre dos modos completamente diferentes y nunca compatibles de experimentar la realidad: uno falso, ilusorio, esclavista y egocentrista, el otro real, auténtico y emancipador. Si bien, como en el resto del mundo, y por circunstancias que el exponerlas excedería nuestro análisis, predominó el movimiento liberal con su mentalidad moderna, y éste fue el encargado de escribir nuestra historia (próceres de la talla de Rivadavia, Sarmiento y Mitre, masones ilustrados, fueron los encargados de manejar la pluma de los acontecimientos según las pautas de ese nefasto movimiento global que en ellos ha encontrado a sus más significativos representantes para la Argentina), cosa que desde los poderes de turno aún se hace de manera inescrupulosa, como seres responsables nos corresponde conocer de forma consciente y crítica los movimientos originados por aquella pugna irreconciliable para revalorizar nuestra experiencia de vida de acuerdo a la Sabiduría encargada de moldear nuestros asuntos humanos en pos del auténtico crecimiento espiritual. La Tradición aún pervive (erradicarla completamente significaría erradicar la misma esencia humana, cosa imposible si las hay) y se encuentra fielmente custodiada por exponentes vivos que representan la luz con que el Sol Eterno aún alumbra y guía -los pasos del hombre en el mundo.

lunes, 22 de julio de 2013

Poesía Surera: "Pateando el Estribo"

Si señores, soy surero,
desde el garrón, a las clinas,
un panal para las chinas,
espadaña del nutriero;
cantor y serenatero
pájaro de alas inquietas,
traquetiao como chancleta
con esperencia crotera,
de antigua estirpe guerrera
dimana mi papeleta.

Hijo de Dios, imperfecto,
rindo culto a la amistad,
el bronce de la verdad
entropiya los afectos;
desecho cualquier proyecto
obsecuente, adulador,
con reboque de señor
disimulando el carancho,
¡por limpio que sea el chancho
siempre es chancho… y tiene olor!

Dulce guitarra española
como carne de bagual,
donde canta este zorzal
las calandrias hacen cola,
se atropeyan las chingolas
po’el asunto ‘e las cuestiones,
los cuervos y lechuzones
me quisieran desplumar
y ¡que apuro por cantar
le ha dentrao a los gorriones!

Aprendí en los redomones
si hace frío, y es temprano,
ser precavido, liviano
y dispuesto en los garrones;
entre matungos sobones
que no gatiyan las patas,
la dignidad, se abarata
y se empieza a desteñir.
¡No es cuestión de confundir
retreta con serenata!

Astuto como indio herido
pa’ mezquinar la persona
a la mentira embroyona
en un mundo confundido;
soy de raíz, definido,
con flores y con espinas,
¡y mi conciencia argentina
no es chicharrón de vizcacha
ni tampoco oveja guacha
que la corren las gallinas!

Y ya pego la sentada
pa’ corcoviar al descuido,
una torcida, un quejido,
y al estribo… una patada;
tengo cuchilla afilada,
en la zurda, poncho fino,
pa’ cualquier bicho dañino
sea de adentro o de ajuera
¡y no tengo más bandera
que’l pabellón argentino!

Charlatanes de cocina
me tienen medio pasao
y bastante repunao
señores de cartulina,
el veneno que camina,
el mediocre, el resentido,
el ventajero, el bandido
orejiando los barullos
que anda, a salto de yuyos
como el cuis, a los chillidos.

Y me molesta el bocón,
puro jarabe de pico,
manejado del hocico
como toros a galpón,
son frágiles de opinión
cuando la taba es culera
pero, de cualquier manera
como se han puesto baquianos
se le rebalsan las manos
recorriendo las tramperas.

¡Mi hermano!, herido en el ala
es un tigre que tranquea
pero a ese, naide lo arrea
con un rebenque de chala;
cuando la Patria echó mala
dio la sangre sin cumplido,
en las buenas, abstraído
…como daga amojosada,
pero… ¡cuidao la patada
del mancarrón distraído!

Los facones caroneros,
las boleadoras, el lazo,
lanza, sable, trabucazo
tosiendo en los entreveros,
lobunos, gatiao, overos
se jugaban escarciando,
el tiempo de andar patriando
tan solo, paró rodeo…
¡Cada gaucho, es un museo
con las armas descansando!

M’echo tierra sobre’l lomo
igual que toro empacao,
el músculo amartillado
y el aspa, con varios plomos.
Si yo juera mayordomo
de mi país, a lo ancho
pondría “guardacarancho”
y a lo largo, curanderas,
un sapo en cada bichera
¡y un chiquero, pa’ los chanchos!

Autor: Omar Moreno Palacios

viernes, 19 de julio de 2013

Allá en Tilcara

Amanecí allá en Tilcara,
con los amigos de la indiada.
Llevarme allí, quiso el destino.
Junto con quienes mi camino comparten.
Tal vez grabada en las pircas, mi voz,
como un recuerdo haya quedado.
Como grabado ha quedado en mi ser,
de aquellos, su trato amable.
Anochecí, allá en Tilcara,
con los amigos que entre la indiada tengo.
Y fui feliz. Grata experiencia,
al compartir su solitaria resistencia.
Pueda este canto que cantando estoy,
sumarle alivio a sus pesares.
O contentar a quien guste de saber,
que jamás te olvidaré.
Me despedí, de madrugada,
de quienes a cambio de nada me asistieron.
Y fui feliz, grata experiencia,
al compartir su solitaria resistencia.
Pueda este canto que cantando estoy,
sumarle alivio a sus pesares.
O contentar a quien guste de saber,
que jamás lo olvidaré.

Iorio - Flavio "Peso Argento"

sábado, 13 de julio de 2013

Herencia pa'un Hijo Gaucho - Parte 1

Don José Larralde
Cuando el canto me llega, me llega ansí,
decidor y sentido pa’no o pa’si.
Cuando el canto me llega suelo decir,
Lo que siente el que siente y quiere sentir.
Cuando me llega el canto, me meto en él,
él me cuenta sus cosas y yo, y yo también.
Cuando me llega el canto le doy mi voz;
Porque que quiero a esta tierra que me ha dao Dios.
Cuando suelto mi canto lo habrán de ver,
Desnudo como el alma que pongo en él.

Venite canto hermano, estoy aquí,
Esperando tu copla he de vivir,
Y abrazao a tu copla me han de encontrar
los que miden el tiempo que fue y vendrá.

Nocheador de recuerdos me sé esperar
madrugadas de sueños de acá y de allá.
Cuando el tiempo me llegue, han de de quedar
el calor de mis coplas pa’los demás.

Por eso, si abarco ancho ¿qué hay?
¿me va a decir que está mal porque a Usté no le gusta?
A mi tampoco me gusta el frío
y lo mesmo caen unas machazas heladas
Y me las aguanto,
Porque sé que sirven aunque...
aunque yo tirite.
¿Qué pa’que sirven?...
Muy fácil; pa’saber lo lindo que es el calor.
Si no existiera el no, el sí estaría de más.

Se ha inventao el pecao, y ¿pa’que sirve?
Pa’poder ubicar cuatro palabras que son:
Eso no se hace.
Se ha inventao el castigo, y ¿pa’que sirve?
Justamente pa’que otro pueda hacer lo que Usté no debe hacer.
Y se ha inventao el perdón y ¿pa’que sirve?
Pa’aliviar la concencia del que lo da,
es una güena forma de perdonarse uno mesmo,
entonces, ya somos güenos, y podemos seguir bufando honestidá:
Ajá; linda palabra, lástima que es medio larga,
Será por eso que a veces es medio incómodo ubicarla:
Ah, si se le manca el zaino, no lo muente.

¿Sabe qué pasa?
Entuavía no aprendí a refalarme cuesta arriba.
Le viá dar mucha gratitud si trata de entenderme.
Sé que es mucho pedir,
no porque usté sea un ignorante, o un mal intencionado.
Sino porque yo soy medio bagual y utilizo pa’hacerme entender
un relincho, que algunos le llaman canto;
y que al final es lo mesmo, porque hay relinchos lindos y de los otros;
Igual que las flores.
¿Usté alguna güelta, miró a las flores?
Una vez mirando los bichos en el campo oservé que las abejas y las mariposas, no eligen las flores más bonitas, pa’pararse arriba de ellas.
De ahí aprendí, que lo lindo debe estar adentro.
Igual que en el relincho,
Y si no, dígame que tal es el peludo sancochao?.

De mirar pa’arriba, se me endureció el pescuezo,
De ahí... de ahí aprendí a mirar pa’abajo;
y lo primero que vi, me dejó asombrao;
vi a la raíz retorcida de una planta que asomaba como si fuera un callo crecido en el pecho de la tierra.
Alrededor las hojas cáidas y el ramerío seco y derrotao
Con un silbido gemidor y agonizante que acompañaba el viento del invierno.
Vi una torcacita acurrucada al reparo de una paja brava
Que hacía retranca como defendiendo, ese hijo de carne tibia que su especie de yuyo no le dio.
Su nido, su nido había volado, en una sacudida
Como voló el orgullo arrogante de la tupida copa.
Y ayá estaba la ráiz, sudándole rocío a las heladas
Creciendo por dentro, lambiendo toscas pa’parir verano.

De ahí...de ahí justamente aprendí, a mirar pa’abajo,
Me miré los pieses y me dio vergüenza, de ensuciar la tierra con las alpargatas.
No sé si me entiende,
pero no me arrime leña yo tengo la mía.
Me suebra un invierno, p´arder todo un año.
Quiero que me entienda porque abarco ancho,
Porque yo no quiero dejar mis palomas a  merced del  viento sin tener reparos.
Porque tengo raíces que crecen por dentro lambiendo las toscas pa’parir verano.
Por eso relincho, o...o  por eso canto.
Por eso me atrevo a tender la mano con mis pareceres que son unos cuantos,
De hijo, de padre, de amigo y de hermano...

Perdone m’hijo, y no crea,
Que le voy a dar consejo,
Solamente en el reflejo
De un parecer sin pasión,
Quiero darle la ocasión
De verle el alma a su viejo.

Seguro que de mi charla
nada malo va a sacar,
Si hasta puedo asegurar
que sin tener mucha cencia,
Le va alegrar la concencia
alguna que otra verdad.

Verdades que fueron llagas
verdades que alivio fueron,
Verdades que se metieron
con arrogancia salvaje,
Es el grito del gauchaje
que se escucha hasta el cielo.

En toda la huella larga
donde mi voz se escuchó,
hasta el viento se calmó
para poderse enterar,
que un hombre quiso cantar
y porque quiso canto.

Ah m’hijo cuando Usté sepa
lo mucho que puede andar
Cuando sepa la verdad
de lo que el mundo atesora
Verá que el que canta llora
y el que llora canta más.

Es lindo sentirse sano
y con la frente limpita
Es lindo ver de cerquita
lo que de lejos se almira
Los placeres de la vida
se gozan cuando se palpitan.

Cuando no se quiere ver
no hay más que cerrar los ojos,
Pero no es bueno a mi antojo
ser ciego por voluntad,
Castiga más la verdad
en rancho que usa cerrojo.

Abra grande la brazada
cuando es pa’dar bienestar,
No esperen a que pidan
mas cuando es amor lo que imploran,
Respire con las auroras
y cante con la amistad.

Déle abrigo al que precisa
que su padre precisó,
No olvide que si nació
y una mujer fue su madre,
Sabe bien que por su sangre
usted recibió calor.

Siempre es poco lo que dé
si de cariño se trata,
Si de su pecho desata
el ñudo de la bondad,
Amará la libertad
y ya habrá honrao a su tata.

El rispeto debe ser,
desde el más chico al más grande
Rispete cuando usted mande
y rispete cuando es mandao.
Rispetar y ser cayao
son las armas del que sabe.

Nunca se sienta humillao
ni se arrodille ante nada
Pero no gaste en parada
ni se haga el lomo ladeao,
El fierro mas afilao
se mella de una mirada.

Sepa morderse la lengua
cuando no tenga razón,
el hombre que es moscardón
nunca gana una partida,
la palabra bien medida
tiene el doble de valor.

Si el perro mueve la cola
el perro sabe lo que hace,
Nunca se meta ni pase
por juez de problema ajeno,
El rancho suyo está lleno
de cosas por arreglarse.

El hombre no tema al hombre,
porque el temer perjudica,
La idea aunque a veces chica,
de que aquel es superior,
Obliga a ser inferior
y a que haga carne la pica.

Pero tampoco se agrande
porque sepa un poco más,
Al pingo que dende atrás
arranca sin banderola
No hay lazo, ni pial, ni bola,
que lo alcance a sujetar.

Si un día le da por cantar
trate de hacerlo solito,
Aprienda del pajarito
que canta por ser cantor
Pero sepa que la flor
primero fue capullito.

Trate de ser llegador
con palabras decidoras,
Las cosas más entradoras
son las que el pueblo compriende
Y sepa que no se vende
la idea que se atesora.

Si quiere ser hombre libre
cante por la libertad,
La lucha por la verdad
se ha hecho para los varones,
Ladearse de los maulones
alcanza para empezar.

Es fácil mirar  de arriba
cuando abajo no se ha estuvo,
El lechuzón por ojudo
oserva desde el alambre,
Pero va a matarse el hambre
a la cueva del peludo.

Si el de arriba tiene ganas
el de abajo es el que aguanta,
Por eso a veces me encanta
ver ladearle la osamenta
Y ver que el toro se encuentra
con que el ternero se agranda.

Nunca se deje llevar
por palmadas ni alabanzas
El graznido de la gansa
es opaco y ordinario
Las cuentas de ese rosario
no alimentan esperanzas.

A veces... a veces el ser sumiso
da lugar a confusión
Y en más de una ocasión
le rajuñan las costillas
Si entonces muestra cosquillas
te acusan de rebeldón.

Pero a veces el que aguanta,
dice, basta y se acabó
Entonces sí ¡Ay mi Dios!
ya se termina la historia
La calle canta victoria
al compás del barrigón.

Pero cuidado con que el odio
empiece a roer la mente
Hay muchos hombres decentes
que se mantienen enteros
El odio es mal consejero,
enfermedad de inconscientes.

Con no olvidar suficiente,
pa’que no pase otra vez
Si el mal por el bien no es,
el bien por el mal tampoco
Diferenciar cuesta poco
si se tiene sensatez.

Del gajo que da la parra
es fea sacar estacas
Nace torcido y destaca
su deforme horqueterío
Y aunque su tronco es umbrío,
su fruta suele ser blanca.

El color poco interesa
si el jugo que da es mejor,
Pero no fueron ni son
los que pa’ejemplo he tomao,
A esos hombres que han dejao
que se le aflojé el cinchón.

Almiro al que se retuerce,
pero entiéndase mi esplique
Pa´que el barro no salpique
se lo ha de pisar despacio
El hombre ha de ser reacio
con causas que justifique.

Lo primero en aprender
es no dejarse pisar
La prudencia y la verdad
son cosas que van parejas
Pero si sufre y se queja
hay que saberse quejar.

Nunca vaya con tapujos,
ni con mostrarios de ablande
El que paga que lo mande
es justo y sin discusión
Pero nunca dé ocasión,
a que le chupen la sangre.

P’al amigo que precisa
trabaje sin interés
Pa’ayudar no hay una vez,
nunca cuente sus gauchadas
Acordarse y dar patadas
no aparejan honradez.

Hay quienes le dan la mano
y uno confiao se la agarra
Después viene la fanfarría
y da su grito cobarde
El bocón canta su alarde
al sonar de las cascarrias.

Es fiero abrirse camino
entre cardales chucientos
Pero...pero si pasan los vientos,
el hombre puede pasar
Tan solo se queda atrás
quien no abriga sentimientos.

Perdone…perdone el palabrerío
es mi forma de espresión
Pero teniendo razón
yo las mando derechito,
Y aunque no canto bonito,
canto con inspiración.

No me achico en la postura,
ni retiro lo bancao
Si mi taba se ha clavao,
en las patas del que copa
Que la pise el que lo toca
y se cuide del blanqueao.

Mil ejemplos da la vida 
pal’que los quiera tomar
No es fácil poder guardar
tanta agua en un solo aljibe,
Pero siempre se consigue
cubrir la necesidad.

Cuanto más cosas se saben
más quedan por aprender,
La ayuda que da el saber
termina  lo que se ignora,
Si hasta la luz  de la aurora
termina al anochecer.

Si el hombre quiere vivir,
debe cambiar de querencia,
No es güeno ni encierra cencia,
nacer y quedarse quieto,
El andar...el andar pa'mis defetos,
ha sido madre experiencia.

El andar regala vida,
vagar regala abandono
Diferencia que de asomo
tal vez lo invite a pensar,
pero puedo asegurar que
el que vive es uno solo.

Andar y andar por andar,
es quedarse donde está
Si el hombre quiere avanzar
debe aprender cuanto pueda
Vive aquel que no se queda,
el otro...el otro dura nomás.

Hay cosas que uno pregunta
y nadie sabe esplicar,
El derecho de inorar
tiene razón limitada,
La esplicación regalada,
a veces suele hacer mal.

El tranco del buey es lento
pero su fuerza es pareja
Mi parecer lo asemeja
al hombre que es sabedor,
lento el tiempo es gran señor
y grande el tendal que deja.

Al que vive del ayer jamás
le llega un mañana
Se envuelve solo y se afana
por conservar la distancia
La grasa se pone rancia
a fuerza de  estar colgada.

También está el que de apuro
del presente se ha olvidao,
Vive siempre fatigao
por alcanzar el mañana.
Hoy se queda con las ganas
y mañana con pasao.

De las dos formas de vida
ninguna es güena a mi ver
Que el guarda va  tener
es cosa ya muy sabida
Pero en las horas perdidas
 jamás se encuentra un después.

La vida...la vida es solo presente,
el futuro es esperanza,
Es bueno tener constancia
y mirar con claridá
Si el hoy es conformidad,
mañana es perseverancia.

No quieran mis intenciones,
alterar su independencia,
Jamás mi precaria cencia,
quiera imponer tiranía,
La luz que regala el día,
nace en su propia concencia.

No hay ser que tenga mas juerza
que el que obra con honradez,
No implore si alguna vez
la injusticia lo maltrata
La razón aunque ande en patas
camina con altivez.

Muéstrese siempre sencillo,
sin gritar ni hacer alarde,
La humildá no es ser cobarde,
es muestra de educación
Y no espere una ocasión
pa’sacar trapos al aire.

No hay cosa más repunante
que el comentario viajero
Los chismes del orejero
y el cuereo  a lo comadre
Son cosas que donde cuadre
debe juirle al entrevero.

Siempre esiste la ocasión
pa’poderse entreverar
El arte de lacranear
no esiste más herramienta
Que tener la jeta suelta
y usarla pa’los demás.

Todo pastel bien cocido,
se masca y deja el gustito,
Algunos son amarguitos,
otros suaves y dulzones,
Y al que cuecen los bocones,
lo comen los pajaritos.

Muy inorante ha de ser
el que sufre por los cuentos,
Hay hombres que están contentos
y por ser una chismoceada
Empiezan a las patadas
y hacen  un mundo al momento.

Y está el otro que la goza
viendo sufrir al pavote
Estira largo el cogote
pa’mirar como patea
La víbora culebrea
y hace gala de su dote.

Hay veces que el hombre
siente necesidad de decir
Cosas que al ir y venir
de esta vida sobradora
Al fin se hacen cansadoras
y uno tiene que escupir.

No hay desgracia mas atros
en la vida del humano
Que ampararse en el desgano
por ocultar su razón,
No hay cielo que dé perdón
p' al que oficia de gusano.

Hablar  d'esto llevaría
mas tiempo que un almanaque
pero le brindo y empaque
su lengua en lugar sencillo
Que si tiene calzoncillo
difícil que se le escape.


Por eso m’hijo repito,
que consejos no le doy
El canto que canto hoy
y el canto que ayer canté
Mañana lo cantaré
de puro criollo que soy

miércoles, 10 de julio de 2013

El Poder integrador del Simbolismo Gaucho en la Argentina

Para este artículo nos hemos servido de fragmentos del excelente ensayo 'De bandido a héroe: el poder integrador del simbolismo gaucho en la Argentina', escrito por Jochen Dreher y Silvana K. Figueroa-Dreher.

Ricardo Rodriguez Molas, en 'Historia social del gaucho' (1968) escribe lo siguiente:
'El gaucho como tipo social es el producto de componentes étnicos, geográficos, económicos, biológicos y sociales de la llanura rioplatense. Fue el elemento humano cuando ésta carecía de los alambres que subdividen la propiedad de la tierra y de aquellos que hechos telégrafo aventajan al viento en las noticias' (pág. 15).

En estas frases puede entreverse nuestra hipótesis que sostiene que el alambrado, como objeto y símbolo de una economía capitalista, fue y sigue siendo concebido como símbolo central y elemento de 'demarcación' en la transición de una era premoderna (tradicional), que es simbolizada por el gaucho, a una moderna, en la que el gaucho desaparece como figura histórica y se establece como figura literaria y símbolo colectivo en la Argentina.

El gaucho, como símbolo colectivo, se hace manifiesto en los rituales gauchescos actuales que brevemente analizaremos. Nos remitiremos a la observación de diversos rituales gauchescos en distintos ámbitos rurales de la provincia de Buenos Aires.

Estos rituales se caracterizan por estar divididos en dos "actos" diferentes: el primero es un desfile que se realiza en el centro de la ciudad o pueblo a la que pertenecen los organizadores del evento. Esta es la parte oficial del ritual, dentro de la cual diferentes asociaciones de gauchos, del propio pueblo y de pueblos y ciudades cercanas se presentan. Los paisanos -así se autodenominan los participantes que personifican al gaucho de antaño en los actos- desfilan en grupos en representación de su propia asociación tradicionalista, montando en caballo desde las afueras hacia el centro de la ciudad, y sosteniendo banderas argentinas y las de la asociación a la que pertenecen. Así se dirigen hacia la plaza principal, donde las autoridades de la ciudad, ubicadas sobre un escenario, inauguran el festival de forma oficial. Los paisanos saludan a caballo a las autoridades sacándose el sombrero al desfilar frente al escenario, al tiempo que un moderador o locutor los elogia como los herederos de los héroes gauchos que pelearon durante las guerras de Independencia y describe su indumentaria y los adornos del caballo, vinculándolos con el simbolismo gaucho y su tradición. En este contexto se canta el himno nacional, las autoridades locales realizan un pequeño discurso, y los niños del pueblo danzan al compás de música folclórica.

La segunda parte de los rituales gauchos constituye el "corazón" real del evento: allí los paisanos, y sólo ellos, participan y compiten en distintos juegos ecuestres u otras actividades relacionadas al manejo de los animales, tales como la yerra de ganado, doma, jineteada, etc. Todas estas actividades de los paisanos apuntan a demostrar su perfecta habilidad para controlar a los animales, en la forma en que lo hacían los gauchos en el marco de su trabajo y su estilo de vida. En contraste con los desfiles que tienen lugar en la primera parte de estos festivales, el contexto institucional, los símbolos y las jerarquías oficiales ya no están presentes en este segundo acto ritual; el paisano, en tanto individuo, enfrenta solo o con iguales el desafío de dominar a los animales y con ellos a la naturaleza. Simbólicamente, el acento en estos rituales está puesto en un orden social premoderno y precapitalista. La modernidad, vista como imposición de nuevas formas de actuar, de nuevas relaciones sociales, de trabajo y de producción, y de un nuevo orden político y psicosocial no está presente en el corazón de los rituales gauchescos. El paisano, como sucesor del gaucho, representa una figura premoderna que simboliza las dificultades y conflictos de la modernización, que relativiza el "atraso" de la población rural y, como símbolo de la Argentina, problematiza el estatus periférico de un país en el cual la modernización no ha ocurrido en muchos aspectos, o ha ocurrido de forma incompleta. Este orden simbólico es también reflejado en la vestimenta: los paisanos no visten remeras sino camisas, los pantalones son bombachas, traídas antiguamente a la Argentina desde Turquía como remanente de la Guerra de Crimea, y boina o sombrero, como elemento típicamente rural. Los zapatos son alpargatas o botas de cuero, características de la vida rural tradicional. El poncho, elemento imprescindible de la vestimenta del gaucho tomado de la cultura de los pueblos originarios, se encuentra también presente como pieza central en la indumentaria de los paisanos. Como parte de su estuario y "herramienta de trabajo", los paisanos utilizan un cuchillo especial llamado "facón" y nunca un arma de fuego; para dominar al caballo se sirven del rebenque. La montura durante los juegos ecuestres es tradicional y simple en la mayoría de los casos; para adornarla se utiliza en gran parte la decoración atribuida a los pueblos originarios. En la indumentaria empleada se trasluce el intento de los habitantes rurales de anudar con e incluirse lo más "auténticamente" posible en una tradición que adoptaron sus padres y abuelos, en su mayoría inmigrantes europeos, cuando llegaron a estas tierras. Los elementos que representan el avance tecnológico y la incorporación de medios de explotación modernos de la tierra y el ganado, como son los tractores y otras maquinarias rurales, resultan completamente irrelevantes en los rituales gauchescos.

Frecuentemente el núcleo central de estos rituales está dado por el despliegue de juegos ecuestres o de tareas vinculadas con el manejo de caballos y ganado. Estas actividades establecen la conexión simbólica con el espacio físico en el cual el gaucho devino figura histórica; en los rituales gauchescos ellas explican el modo en que el gaucho se vincula con la tierra, en tanto territorio, y con la naturaleza específica de la pampa. Estos juegos refieren a las grandes dimensiones de las pampas, territorio en donde las divisiones de la propiedad capitalista estuvieron ausentes alguna vez y donde la naturaleza imponía en gran parte la forma de vida de los individuos que habitaron esas áreas.

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El "alambrado"

En las entrevistas realizadas a los paisanos participantes en los festivales gauchescos, el concepto de alambrado es frecuentemente mencionado por ellos para referirse al fin de la "libertad" del gaucho. Históricamente, el alambrado fue traído por los inmigrantes europeos en el siglo XIX a la región pampeana, utilizándoselo para dividir el inmenso territorio abierto de la pampa, que no presentaba límites naturales, y que debía ser demarcado para asegurar la propiedad del suelo y la hacienda y para optimizar la explotación agropecuaria. El territorio pampeano no se entendía en los primeros tiempos de la colonia como propiedad de nadie. El ganado salvaje y los caballos eran, de hecho, potencialmente accesibles a todos; sin embargo, con la imposición del alambrado todos estos territorios y animales adquirieron nuevos propietarios. Tomando como referencia lo argumentado por los paisanos en las entrevistas, éste fue el momento en el que culmina la forma de vida del gaucho "original y auténtico". La utilización del alambrado le impidió al gaucho continuar viviendo de la caza de los recursos naturales -ganado cimarrón- de forma directa y lo obligó a trabajar como jornalero para los propietarios de la tierra.

El símbolo del alambrado tal como lo describen los paisanos se corresponde con un motivo romántico descripto por el joven Jean Jacques Rousseau, quien en su 'Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres' argumenta que el primer determinante de las relaciones de propiedad estableció la "desigualdad entre los seres humanos": "El primero que estableció un cerco en una extensión de tierra y quien tuvo la idea de argumentar: esto es mío, y quien entonces encontró personas quienes fueron suficientemente ingenuas como para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad burguesa". Simbólicamente es la sociedad burguesa basada en la propiedad de la tierra la que está siendo rechazada, o al menos neutralizada durante el tiempo que dura el ritual en el imaginario de los festivales gauchescos. Así como no es la modernidad lo que allí se festeja, tampoco lo es la idea de ciudadanía, vinculada con un complejo sistema de derechos y obligaciones. Esta es temporalmente sustituída por un individualismo particular, producto en gran parte de las desigualdades e injusticias, cometidas por las autoridades no pocas veces corruptas de la colonia y luego del Estado argentino, por el mal funcionamiento del sistema legal, etc. En la Argentina, el individuo se considera impotente en relación con un Estado nacional poco confiable y como consecuencia de esto, se distancia de sus deberes cívicos, no se percibe 'ciudadano'. Es esta problemática la que se está simbolizando en los festivales gauchescos.

Lo que en la vida cotidiana del gaucho histórico constituían sus costumbres y su trabajo es rescatado hoy en los rituales gauchescos para simbolizar no sólo una tradición, de la cual los hijos y nietos de inmigrantes se hicieron eco, sino también para simbolizar conflictos centrales de la sociedad argentina, como su parcial entrada a la modernidad, la falta de participación ciudadana en la toma de decisiones políticas y el consecuente escepticismo hacia toda forma de autoridad e institucionalización, o el obligado individualismo que significa que cada persona está librada a su propia suerte y no puede confiar en el Estado como garante de sus derechos como ciudadano.

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Continuidad entre vida premoderna y modernidad

Como vimos, los rituales gauchescos despliegan y resaltan aspectos premodernos de la vida rural que presentan un contraste con la modernidad más o menos presente en la vida cotidiana de los paisanos. La alimentación (por ejemplo, el asado), la vestimenta (descripta anteriormente), la recreación (los juegos ecuestres), etc. establecen una continuidad entre el gaucho, en tanto figura premoderna, y la Argentina como país que participa parcialmente del proyecto de la modernidad. Los argentinos que participan de estos rituales se identifican así con el mencionado elemento premoderno como parte del mito gaucho, el cual señala el hecho de que la modernidad, en tanto proyecto, no ha sido realizado aún en la Argentina.

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Marginalidad y Heroísmo Gaucho

La figura del gaucho presenta una gran similitud con lo que Eric Hobsbawn denomina el 'bandido social' (Hobsbawn, 1983 y 2003), una figura menos revolucionaria que participó de lo que este autor denomina la protesta modesta y no revolucionaria dentro de su respectiva sociedad.

Según Hobsbawn, el equilibrio tradicional es alterado, particularmente, cuando las estructuras sociales tradicionales son amenazadas por el mundo moderno. Exactamente esta idea está presente en parte del simbolismo del fenómeno gaucho. Este, como fenómeno cultural argentino particular, es un bandido social que representa la cultura tradional folclórica argentina, que lucha contra la modificación radical que conllevó la inclusión de medios modernos de explotación de la tierra a través de la migración masiva europea, la que modificó de una forma extrema su espacio vital. Sin embargo, característicamente, el bandido social no protesta contra el hecho de que, por ejemplo, los agricultores o los jornaleros sean pobres, sino contra el hecho de que a veces son superexplotados y extremadamente pobres. Incapaz de confrontar contra el poder del mundo nuevo y moderno, el gaucho pelea contra esta situación, frecuentemente por medio de acciones que desde la perspectiva moderna del poder se sitúan en la ilegalidad, como el asesinato, etcétera.

El 'buen bandido', visto desde la perspectiva de quienes se identifican con él, lucha exitosamente contra la injusticia feudal y el abuso de poder e incorpora la búsqueda de una solución ideal para los severos problemas sociales de la época. De este modo los bandidos, como figuras históricas, permiten a los 'ciudadanos civilizados' proyectar en una figura marginal los deseos e ideas que ellos mismos poseen. Con la ayuda del tipo del rebelde social, el criticismo puede ser formulado en un sistema específico de leyes y en un orden social. Las figuras gauchescas míticas y/o literarias, objetos de identificación social, como Martín Fierro, Juan Moreira y Santos Vega, son 'ladrones generosos' y héroes que confrontan a las autoridades injustas o corruptas. Ellos constituyen una parte importante del imaginario argentino y mantienen vivo el mito del gaucho dentro del mundo rural y urbano. Así, el gaucho simboliza la rebelión contra una clase política corrupta, y contra las injustas relaciones de propiedad y explotación, así como simboliza la libertad (muchas veces entendida como individualismo), el heroísmo y el sueño de justicia. Al mismo tiempo se activa la memoria de tiempos supuestamente mejores. Las características negativas de la figura marginal del gaucho -el no estar integrado a la sociedad, la criminalidad, etc.- son simbólicamente reinterpretadas como características positivas, tales como su heroísmo, su modestia y su desinterés por la riqueza, así como el hecho de que no puede ser corrompido. El héroe argentino, el gaucho, representa simbólicamente la rebelión de los ciudadanos argentinos en contra de la frecuente corrupción de la elite política y de las autoridades estatales.

En relación con el fenómeno del gaucho, una característica que lo torna símbolo colectivo vigente aun durante las reiteradas crisis sociales, económicas y políticas por las que atraviesa la Argentina es su carácter de figura prepolítica o apolítica, en el sentido de que no posee ambición de poder, y se mantiene más bien distante -podría decirse también independiente- de toda forma de representación y autoridad. El gaucho, en su carácter de figura simbólica no espera nada del poder  político y como vimos, definitivamente no es una figura con ambiciones revolucionarias aun cuando se rebela contra la autoridad en los casos en que ésta hace abuso de poder. En estos casos, el gaucho se rebela contra la injusticia, pero no contra un sistema injusto. Asimismo, la aceptación social de la figura ideal del gaucho se basa en su desinterés por la riqueza, la acumulación material y el ascenso social, lo cual le confiere autoridad al transformarlo en un personaje "auténtico", que guía su comportamiento de acuerdo con principios éticos que se mantienen intactos frente a todo tipo de transformaciones políticas, económicas y sociales. Es por ello que las crisis reafirman su condición de símbolo, ejemplo a seguir y figura identificatoria para los argentinos.

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El símbolo del gaucho representa un existencialismo argentino particular y, al mismo tiempo, define y establece la cohesión social entre aquellas comunidades sociales y entre aquellos individuos vinculados con el mito del gaucho, partícipes de los rituales, o lectores de la literatura gauchesca y que se identifican con él. Simbólicamente, se establece una realidad cotidiana trascendente, un mundo contrapuesto al mundo injusto y corrupto de la vida cotidiana en la Argentina. Este mundo contrapuesto incluye ideas y virtudes representadas por la figura del gaucho, desempeñando éste de esa manera una función integradora para los actores individuales que se identifican con él. El símbolo del gaucho sirve, de esta forma, como un elemento de conexión dentro de la relación dialéctica entre individuo y sociedad.