Reportaje
realizado en España para la revista Telva en una visita del guitarrero y
cantante argentino allá por el año 1972.
*Las
barbas de Cafrune mesadas por españolas
Está
rodeado de "fans" cuando llegó. Casi todas esperan que les firme un
disco, y lo hace sin prisa mientras charla con ellas. Jorge Cafrune aparece
como una persona exótica: alto y ancho, con espesa barba llena de canas y
amplios pantalones de gaucho argentino. En la mano tiene una vasija con mate,
una especie de té de su tierra, que chupa de vez en cuando. Recuerda a un gran
sultán.
Cafrune
está en el primer lugar de la lista de "hits" argentina, con la
canción "Virgen india". En España sus canciones suben y suben entre
la juventud.
Por
fin podemos sentarnos a charlar despacio, y sus primeras palabras me
sorprenden:
—Pienso quedarme en Europa
cinco o seis años —me contesta con su hablar argentino—. Tengo treinta y cuatro
años, pues hasta los cuarenta o cuarenta y uno. Quiero traerme acá a la
familia, porque ahora estoy la mitad aquí y la mitad allá.
—¿Piensa
poner casa en España?
—Mi niña mayor ya va a la
escuela; está en el primer grado, y tengo que respetar la organización. Porque
el casamiento no es una posesión, sino un convenio de vivencias.
—Y
también la mujer necesita serenidad...
—Claro. Mi mujer aún no se
entero que es mujer de Jorge Cafrune. No anda detrás de mí ni quiere figurar.
Por eso yo le estoy tan agradecido; soy su admirador.
Cafrune
tiene tres hijas, y espera otra para estas mismas fechas, por eso le pregunto:
—¿Será
niño esta vez?
—No; será niña. Como otras
veces le elegí nombre de hombre y me nacieron mujeres, esta vez elegí ya nombre
de mujer.
—¿Y
cuál va a ser?
—Encarnación. Como la mujer de
don Juan Manuel de Rosas, un gran caudillo que tuvimos nosotros: el hacedor de
nuestra querida patria. Todos los nombres de mis hijas tienen una
significación: Yamila, la heroína de la revolución argentina, vive todavía.
Victoria, la mujer del "Chacho" Peñaloza, gran defensor del
federalismo. Delfina, la mujer de Pancho Ramírez, otro caudillo nuestro.
—Los
Cafrune tienen sangre árabe, ¿verdad?
—Sirio-libanesa.
*Cuánto
gana Jorge Cafrune
Es
un hombre humano y abierto, que ha llegado a España con la aureola del que
canta al pueblo sencillo, por eso le hago una pregunta sobre algo que me ha llamado
la atención:
—¿Es
cierto que cobró cinco millones por cinco días de actuación en Madrid?
—Esas son tonterías; lo mismo
que hablaban allí en Argentina que ganaba sesenta mil dólares. Cosas, inventos
de ellos. Yo acá vengo a sembrar: no soy Serrat ni Raphael, vengo a sembrar.
Los artistas de América no son como los de Europa.
Y
Jorge se enfada, habla fuerte y rápido. Trato de calmarle.
—De
todas formas, la persona que trabaja tiene derecho a un salario.
—Perfecto, pero lo que me
indigna es que ellos me vengan a poner el precio que ni yo sé, ¡hombre! ¡Tampoco
vengo gratis!, le adelanto. Vengo con el ansia de ampliar el panorama de la
canción nativa, de trabajar como cualquiera de ustedes, como cualquier
cristiano que tiene que trabajar. Y estoy orgulloso y agradecido a la gente de
España que me ha recibido tan bien.
—Sus
discos son muy conocidos...
—Pienso que entre España y
América hay una relación de padres a hijos. Nosotros seguimos unidos a la
madre, es innegable. Hay una copla de un autor uruguayo:
"No se puede matar al
abuelo
para que viva el nieto."
Siempre hay una relación de
vejez y de respeto para quienes fueron nuestros mayores, directa o
indirectamente.
—En
España hay en la actualidad una corriente de admiración hacia Hispanoamérica:
la canción, la literatura...
—Eso me alegra. Lo noto cuando
la gente me respeta, me escucha. Eso son signos de relación humana. Pienso que
la canción sintetiza al poeta, al creador, a la música, las costumbres, formas,
creencias, un montón de cosas.
—Cortázar,
Borges... —lo interrumpo.
—Cortázar, Borges, son ya
literatos, pero a mí me importa el poeta popular, afirmado en la vivencia de
los pueblos. El poeta que pese a su valor, es simple, porque creo que ya
estamos en un tiempo de dejarnos de posturas por el solo hecho de que tengamos
o no la importancia de cantar, o de escribir, o de componer. No por eso somos
gente de otro mundo. Pienso que hay que actuar con naturalidad, hay que dejar
de creerse superiores a la gente normal.
*Las
letras de sus canciones están en el pueblo argentino
—El
divismo aleja de la gente.
—Aleja y en otros crea una
aureola que luego se traduce en pesos. Muchas veces uno dice: "Debería
ponerme un poco así”, pero no, yo soy como soy!
—De
todas formas, habrá alguien que se ocupe de sus negocios.
—Pero el negocio es en relación
a la forma de uno. Si yo tomase esto como solamente negocio, hubiera puesto un
almacén.
—Antes
habíamos quedado en que el trabajo tiene una remuneración.
—Eso es otra cosa. Pero que si tú
te agarras la guitarra o la copla para hacer negocio, es un negocio; ahora, que
esto después que tú has hecho, después que te han aceptado, te da dinero, ¡pues
de acuerdo!
—Tu
familia también tiene unos derechos.
—Vivo en un sistema, tengo una
familia y soy absolutamente normal a cualquier vivencia, o sea, que necesito
plata para vivir. Se sobreentiende. Pero eso es muy distinto a que yo haya
agarrado este madero y dejado una carrera universitaria, pensando en cuánta
plata voy a ganar con la guitarra.
—Cuéntame
un poco cómo fue tu niñez, como empezaste a cantar.
—Habría que explicar primero
los paisajes donde nací. Nosotros somos del Norte. La gente canta mucho allá; empezábamos
a cantar como a jugar, a vivir.
—¿Qué
hacían tus padres?
—Eran agricultores, sembraban
tabaco. Soy nacido en un paraje, Perico del Carmen, en el Sunchal. Así es que
yo no es que venga de padres ricos, ni de muy pobres: una familia de mediana
para abajo, normal. No voy a llorar miserias ni me la voy a alardear.
—¿Cómo
se desarrolló tu vida?
—Hice mi escuela primaria en
los pueblos. La escuela secundaria en la capital de Jujuy, y ahí fue donde me
interesó la guitarra, y empecé a cantar por cantar. Luego ya vino un conjunto y
actuaciones. Después decidí andar solo... y agarramos un rumbo de canto que
pretendemos que sea firme, hondo; que sea a la vez pueblo, costumbres; con
honestidad, ¿sabes? Yo soy sólo cantor, no soy poeta, ni músico, así que sólo
soy un vocero de lo que el poeta toma de su pueblo y lo devuelvo en forma de
canción.
—¿Tus
letras son antiguas o modernas?
—Hay antiguas, modernas,
populares.
Mientras
hablamos ha cogido la guitarra y rasguea suave, interrumpiéndose constantemente
para dar fuerza a una frase o decirla en voz más baja.
—¿Hay
letras hechas para ti?
—No, no. Allí los poetas
escriben y los cantores eligen o no eligen.
—¿Pero
hay, por ejemplo, un grupo de amigos, poetas que compartan las mismas ideas,
que traten de traducir ese alma sencilla del pueblo, para que tú puedas
cantarla?
—El poeta, el poeta libre, que
no tiene compromiso más que con su honestidad, nunca tiene a quién cantarle por
deber, solo tiene la concepción de la poesía como obra. Después está en uno
saber lo que ha elegido. O sea, que si a mí no me gusta una cosa, no soy capaz
de hacérsela gustar a un tercero.
—¿Por
qué canta siempre al hombre de campo?
—Porque vengo de ahí, vengo...,
pues, de la gente sencilla. Paso toda mi vida cantándole al país, no a la
capital del país.
—¿Quieres
traer algún mensaje especial con tu canción?
—Sí, traigo un mensaje especial
de América, de Argentina: de paisaje, gente que se puede conocer o que se puede
entender por medio de la canción. No canto a ningún sector en particular, canto
a la gente. Traigo canto de gente para la gente. Ese es el mensaje especial.
*Una
herencia para sus hijas: Enseñarles a dar
—¿Cómo
vive tu familia en la Argentina?
—Tengo mi casa a noventa
kilómetros de la Capital Federal. Una casa de campo, donde vivo con mi patrona
y mis hijas. Le decimos patrona a la señora: patrona de la casa. Mis padres
están en la provincia de Salta, a mil quinientos kilómetros de la capital, y mi
único hermano vive también en el norte.
—Cafrune,
¿Cómo es tu mujer?
—Es como todas las buenas
mujeres, superior a mí. Superior a mí en lo que le ha tocado ser en la vida:
madre, honesta, comprensiva, respetuosa de su casa, compañera en todos los
sentidos. En síntesis, como yo le suelo decir a ella: "¡El fundamento de
lo poco que yo soy!". La mujer y los hijos son, en el sumando de todas las
vivencias que tiene el hombre, lo más positivo, no digo lo único pero lo más
positivo. Cuando la familia va mal, no tienes ninguna tranquilidad y pasa a ser
todo un hervidero de cosas.
—¿Porqué
tantos artistas fracasan en su vida familiar?
—Lo que sucede es que en esto
que se suele llamar artístico, hay dos formas de concebir la vida: el hombre
que piensa en la farándula, en la fama, en el brillo, en la creencia de que es
un hombre extra normal , y nosotros, que somos del campo, que nos gusta cantar,
andar por los pueblos, analizar la vida. Que no tenemos porqué venir a promover
divorcios, peleas, conquistas y toda esa cuestión que para mí no tiene ningún
sentido. Pienso que uno de los fundamentos de mi canto es tener equilibrio
familiar, eso me da base para ser normal acá.
—¿Qué
quiere Cafrune para sus hijas?
—Mis niñas... Tiene seis años
la mayorcita. Yo quisiera que ellas aprendan a defenderse, a entender a una
futura sociedad más justa. Que sepan no hacer diferencias entre la gente, que
sean normales, que quieran, que respeten al semejante. Esa es la herencia que
les voy a dejar: concepción social del mundo en que viven. Que sean gente bien,
no ricos ni pobres, sino buenos. Que sepan dar, que sepan hacerse querer.
*Espectáculo
de doma criolla de caballos
Tiene
los ojos negros y profundos, y una forma que recuerda la Arabia del Oriente.
—¿Qué
espera de España?
—Vengo por cuatro o cinco
meses. Mi pretensión de España es ser aceptado. Que les guste el mensaje que
traigo. Primero en Madrid, pero como la capital no es toda España, pienso andar
más y que me entiendan. Que no me mezclen, que sepan definir lo que es un
mensaje americano, un mensaje de gente. Ojalá que pueda salir airoso y me
puedan decir: bueno, Cafrune, lo hemos entendido. Ese es el premio mayor y no los
cinco millones de cuestiones que dicen por ahí y que ni yo sé. Con la plata
faltan valores humanos, por eso yo suelo decir que no soy artista: soy cantor y
guitarrero.
—¿Es
cierto que quiere traer un espectáculo de doma criolla de caballos?
—¡Ése es mi sueño! Porque me
gustan mucho los caballos y yo allá tengo mi espectáculo: jineteada, doma de
potros...
—¿En
la finca?
—No, rodando por el país. Ojalá
podamos traer acá este espectáculo para que conozcan lo que es un hombre de a
caballo en Argentina.
—¿Piensa
llevar reses bravas a su finca?
—Pensaba hacer un intercambio,
pero allá no se permite matar a los animales o hacer una toreada. Sólo pueden
ver lo que es un toro de lidia.
*Partidario
de Perón
Poco
a poco vamos tocando en los temas de la conversación unos temas y otros, y
hemos llegado a la política.
—Otra
cosa, ¿cómo es el pueblo argentino que le escucha?
—Es un pueblo nuevo. América
del Sur se está haciendo, busca su rumbo, su sitio en el mundo, su liberación,
la independencia. Ser cada uno: con su sentido, con su aire nacional.
—Quizá
en estos países sea más difícil que en otras partes por la extensión de
territorio y por la diversidad de razas que se han juntado en ellos...
—Es lo que yo muchas veces
digo: el conseguir un sentimiento nacional en un país como el mío va a llevar
años, porque no se puede obligar a nadie a querer a nadie. Se quiere por libre.
Es un proceso que vendrá con la fusión de las generaciones, hasta que lleguemos
a un rumbo en que todos pensemos que una de las principales cosas del hombre es
la patria, la tierra, el respeto a sus tradiciones, a sus formas. Pero eso no
ocurre por un decreto.
—¿Hasta
qué punto ocupa Perón un lugar importante en la política de su país?
—Para hablar de política o de
religión se necesita un tiempo amplio, porque no se puede sintetizar: corre uno
el peligro de no hacerse entender. Resumiendo, solo puedo decir que mi política
es del que haga bien a mi pueblo.
—¿Y
cree que Perón hace bien a su pueblo?
—No que hace, ¡que hizo!
*Viste
de gaucho desde la escuela primaria
Se
nota que es un tema candente para él, pero no tenemos tiempo de extendernos.
—Esa
ropa que lleva puesta ¿es sólo para la escena?
—Yo uso esta ropa desde la
escuela primaria por el gran amor que les tengo a las gentes del campo. El
gaucho es un elemento político-social de un tiempo de nuestra organización
nacional. Hoy no hay gauchos. Esta es ropa de montar de la gente del campo del
Norte de Argentina. La uso siempre desde que me levanto hasta que me acuesto.
Como decía un poeta nuestro:
"Que la ropa envejezca en
tu cuerpo."
—¿Quién
le enseñó a tocar la guitarra?
—Tuve un maestro, Nicolás
Lamadrid, en Jujuy. El me enseñó a poner las manos y de ahí aprendí sólo. Como
puede observar, estas no son manos de guitarrista desde niño, son manos de trabajador:
fui "barman", clavador de cajones y otras cosas mientras estudiaba el
secundario. No le hice ascos a ningún trabajo y no tengo miedo a la vida porque
se lo que es.
Así
es este hombre de humanidad desbordante, que habla de corazón, interesándose por
cada pregunta. Se nota que vive con intensidad y que sabe buscar lo positivo de
las cosas y el mejor lado de las situaciones.
Con
Jorge Cafrune se podría estar conversando horas y horas, porque tiene muchas
cosas que decir.
Emma
Clares
Fuente:
Ratacruel.galeon.com