Vi’a entrar
sin pedir licencia
a lo potro
en el corral
y aunque al
cantar cante mal
pa’
conversar mi conciencia.
Alforjas con
experiencias
va
palenteando mi overo,
y a fuerza
de ser sincero
vi’a tirar
con todo el rollo:
porque donde
canta un criollo
hay que
sacarse el sombrero.
Si he
galopeao hasta aquí
quiero dejar
aclarao
que es
porque he sido invitao,
sino andaría
por ahí.
Porque me
encuentro feliz
a campo
abierto pensando,
horas
enteras cantando
en el rancho
de un amigo,
de esos que
son como abrigo
si el alma
anda tiritando.
No vengo a
cantar mis penas
ni a
conversar mis pobrezas,
si allá en
mi rancho, mi pieza,
está llena
de cosas buenas.
Pero se me
inflan las venas
si me patean
el asao,
y no aguanto
un entripao
pa que no
pese la carga,
que el que
recibe y no larga
suele morir
atorao.
Bueno, ahí
tienen mas o menos,
cómo soy y a
lo que vengo;
y si ven que
no convengo
no quieran
mostrarme un freno.
Que aún
estando en campo ajeno
el palenque
no me halaga
y no
encuentro mejor paga
que volar a
mi manera,
como esas
aves camperas
que vuelan
por Madariaga.
Estoy de
errores cubierto
por eso no
dejo herencia,
y sigo con
mi existencia
galopeando a
campo abierto,
me persigno
ante los muertos
de la orilla
del camino
porque tal
vez el destino
me brinde un
mismo final
y me cubra
el pastizal
de los
campos argentinos.