El pericón es un baile típico
de la llanura pampeana. Es una danza muy elegante y era llamado "baile de
cuatro", en razón de ser ése el mínimo de parejas necesarias y, también,
porque la coreografía de la danza primitiva se componía de sólo cuatro figuras,
llamadas, por su orden, demanda o espejo, postrera o alegre, cadena y cielo. A
cada una de estas figuras corresponden varios movimientos distintos, que se
ejecutan de acuerdo con las órdenes que dan, según el caso, el cantor o el
"bastonero" -especie de director- y siguiendo el ritmo de vals lento,
de sobrepaso, característico de todos los pericones.
El "bastonero" debía
ser elegido con sumo cuidado, ya que de su ingenio dependía, en gran parte, el
éxito del baile.
Posteriormente se le fueron
agregando nuevas figuras para darle mayor visualidad y movimiento. El más
conocido de estos agregados fue el "pabellón", donde las parejas,
tomadas del brazo, forman un círculo y siguiendo el compás de la música, cada
pareja, con las manos libres, extiende un pañuelo por encima de las cabezas,
intercalándose los colores azul y blanco de la bandera argentina.
Historia:
Hace medio siglo aun se cultivaba
en la campaña argentina.
Ventura R. Lynch, cuyo conocido
folleto se publicó en 1883, lo menciona entre las danzas del gaucho bonaerense
y asegura que se bailaba también en el interior y en el Uruguay.
Cuando Sarmiento era muy joven
lo bailó en San Luis. Así nos lo dice en sus "Recuerdos de provincia"
cuando habla de don José de Oro, su maestro y consejero hasta los 15 años, el
cual... "Gustaba con pasión de bailar, y él y yo hemos fandangueado juntos
todos los domingos de un año (1826) enredándonos en pericones y contradanzas en
San Francisco del Monte, en la sierra de San Luis..."
Nada extraño es que el Pericón
se bailara en 1820 en Buenos Aires, cuando el testimonio de Sarmiento lo radica
en San Luis en 1826. Esa antigüedad y esa dispersión se confirman con la
noticia clave que nos dejó el sólido recuerdista José Zapiola, autor que, a
pesar de haber publicado en 1872 sobre el período 1810-1840, merece crédito.
Escribe Zapiola: "San Martín con su ejército, en 1817, nos trajo el
Cielito, el Pericón, la Sajuriana y el Cuando..."
Según documentos que daré en
otra oportunidad, Pericón es el bastonero, por tal nombre conocido en Buenos
Aires antes de 1818. Y la expresión "cielo apericonado" de esa época,
significaría "cielo con bastonero", esto es, "cielo con más de
dos parejas", con muchas parejas, como el Pericón, que aunque se llama
baile "de cuatro", según Lynch, es de cuatro como mínimo, porque con
dos no se puede hacer la cadena.
Esta danza (y otras) fue
incluida en nuevas obras criollas hasta que obtuvo una nueva versión musical
muy difundida. En 1900, el actor y compositor Antonio D. Podestá, estrenó en el
teatro de la Zarzuela (hoy Argentino) un "boceto lírico nacional" en
un acto, con texto del propio compositor, titulado "Por María". La
obra se dio once veces seguidas y algunas más, después, en el Victoria y en el
Apolo. Todo en 1900-1901.
La música del boceto fue
compuesta a base de melodías populares u originales en estilo popular, y el
Pericón de la quinta escena (original de Podestá) fue reducido de la orquesta
al piano por G. Grossi. Se imprimió la versión y el público agotó numerosas
ediciones del "Pericón por María", como se rotula. Así pudo ser y fue
ejecutado y bailado por niños y adultos en las fiestas escolares, de
beneficencia o de aficionados, en las poblaciones de toda la república.
Hacia 1906 el Pericón invade
francamente los salones aristocráticos de Buenos Aires. Hay, es claro,
partidarios y adversarios de su adopción. Se discute. Los amigos de nuestra
danza le hacen una débil defensa; no saben que el Pericón es baile de la más
pura genealogía cortesana y que su aspecto vulgar es aleatoria consecuencia del
culto en el ambiente campesino. Tampoco saben que bajó a los dominios del
pueblo (antes de recibir el nombre popular) de los salones porteños, y que luego,
en la época de la revolución, esos mismos salones, distinguidos entre los más
elegantes del mundo, lo acogieron de nuevo y lo importaron a las principales
ciudades sudamericanas.
Fuente:
Danzas y Canciones Argentinas - Carlos Vega - Buenos Aires 1936.
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