Para
este artículo nos hemos servido de fragmentos del excelente ensayo 'De bandido
a héroe: el poder integrador del simbolismo gaucho en la Argentina', escrito
por Jochen Dreher y Silvana K. Figueroa-Dreher.
Ricardo Rodriguez Molas, en
'Historia social del gaucho' (1968) escribe lo siguiente:
'El
gaucho como tipo social es el producto de componentes étnicos, geográficos,
económicos, biológicos y sociales de la llanura rioplatense. Fue el elemento humano
cuando ésta carecía de los alambres que subdividen la propiedad de la tierra y
de aquellos que hechos telégrafo aventajan al viento en las noticias' (pág.
15).
En estas frases puede
entreverse nuestra hipótesis que sostiene que el alambrado, como objeto y
símbolo de una economía capitalista, fue y sigue siendo concebido como símbolo
central y elemento de 'demarcación' en la transición de una era premoderna
(tradicional), que es simbolizada por el gaucho, a una moderna, en la que el
gaucho desaparece como figura histórica y se establece como figura literaria y
símbolo colectivo en la Argentina.
El gaucho, como símbolo
colectivo, se hace manifiesto en los rituales gauchescos actuales que
brevemente analizaremos. Nos remitiremos a la observación de diversos rituales
gauchescos en distintos ámbitos rurales de la provincia de Buenos Aires.
Estos rituales se caracterizan
por estar divididos en dos "actos" diferentes: el primero es un
desfile que se realiza en el centro de la ciudad o pueblo a la que pertenecen
los organizadores del evento. Esta es la parte oficial del ritual, dentro de la
cual diferentes asociaciones de gauchos, del propio pueblo y de pueblos y
ciudades cercanas se presentan. Los paisanos -así se autodenominan los
participantes que personifican al gaucho de antaño en los actos- desfilan en
grupos en representación de su propia asociación tradicionalista, montando en
caballo desde las afueras hacia el centro de la ciudad, y sosteniendo banderas
argentinas y las de la asociación a la que pertenecen. Así se dirigen hacia la
plaza principal, donde las autoridades de la ciudad, ubicadas sobre un
escenario, inauguran el festival de forma oficial. Los paisanos saludan a
caballo a las autoridades sacándose el sombrero al desfilar frente al
escenario, al tiempo que un moderador o locutor los elogia como los herederos
de los héroes gauchos que pelearon durante las guerras de Independencia y
describe su indumentaria y los adornos del caballo, vinculándolos con el
simbolismo gaucho y su tradición. En este contexto se canta el himno nacional,
las autoridades locales realizan un pequeño discurso, y los niños del pueblo
danzan al compás de música folclórica.
La segunda parte de los
rituales gauchos constituye el "corazón" real del evento: allí los
paisanos, y sólo ellos, participan y compiten en distintos juegos ecuestres u
otras actividades relacionadas al manejo de los animales, tales como la yerra
de ganado, doma, jineteada, etc. Todas estas actividades de los paisanos
apuntan a demostrar su perfecta habilidad para controlar a los animales, en la
forma en que lo hacían los gauchos en el marco de su trabajo y su estilo de
vida. En contraste con los desfiles que tienen lugar en la primera parte de
estos festivales, el contexto institucional, los símbolos y las jerarquías
oficiales ya no están presentes en este segundo acto ritual; el paisano, en
tanto individuo, enfrenta solo o con iguales el desafío de dominar a los
animales y con ellos a la naturaleza. Simbólicamente, el acento en estos
rituales está puesto en un orden social premoderno y precapitalista. La
modernidad, vista como imposición de nuevas formas de actuar, de nuevas
relaciones sociales, de trabajo y de producción, y de un nuevo orden político y
psicosocial no está presente en el corazón de los rituales gauchescos. El
paisano, como sucesor del gaucho, representa una figura premoderna que
simboliza las dificultades y conflictos de la modernización, que relativiza el
"atraso" de la población rural y, como símbolo de la Argentina,
problematiza el estatus periférico de un país en el cual la modernización no ha
ocurrido en muchos aspectos, o ha ocurrido de forma incompleta. Este orden
simbólico es también reflejado en la vestimenta: los paisanos no visten remeras
sino camisas, los pantalones son bombachas, traídas antiguamente a la Argentina
desde Turquía como remanente de la Guerra de Crimea, y boina o sombrero, como
elemento típicamente rural. Los zapatos son alpargatas o botas de cuero,
características de la vida rural tradicional. El poncho, elemento imprescindible
de la vestimenta del gaucho tomado de la cultura de los pueblos originarios, se
encuentra también presente como pieza central en la indumentaria de los
paisanos. Como parte de su estuario y "herramienta de trabajo", los
paisanos utilizan un cuchillo especial llamado "facón" y nunca un
arma de fuego; para dominar al caballo se sirven del rebenque. La montura
durante los juegos ecuestres es tradicional y simple en la mayoría de los
casos; para adornarla se utiliza en gran parte la decoración atribuida a los
pueblos originarios. En la indumentaria empleada se trasluce el intento de los
habitantes rurales de anudar con e incluirse lo más "auténticamente"
posible en una tradición que adoptaron sus padres y abuelos, en su mayoría
inmigrantes europeos, cuando llegaron a estas tierras. Los elementos que
representan el avance tecnológico y la incorporación de medios de explotación
modernos de la tierra y el ganado, como son los tractores y otras maquinarias
rurales, resultan completamente irrelevantes en los rituales gauchescos.
Frecuentemente el núcleo
central de estos rituales está dado por el despliegue de juegos ecuestres o de
tareas vinculadas con el manejo de caballos y ganado. Estas actividades
establecen la conexión simbólica con el espacio físico en el cual el gaucho
devino figura histórica; en los rituales gauchescos ellas explican el modo en
que el gaucho se vincula con la tierra, en tanto territorio, y con la
naturaleza específica de la pampa. Estos juegos refieren a las grandes
dimensiones de las pampas, territorio en donde las divisiones de la propiedad
capitalista estuvieron ausentes alguna vez y donde la naturaleza imponía en
gran parte la forma de vida de los individuos que habitaron esas áreas.
***
El
"alambrado"
En las entrevistas realizadas a
los paisanos participantes en los festivales gauchescos, el concepto de
alambrado es frecuentemente mencionado por ellos para referirse al fin de la
"libertad" del gaucho. Históricamente, el alambrado fue traído por
los inmigrantes europeos en el siglo XIX a la región pampeana, utilizándoselo
para dividir el inmenso territorio abierto de la pampa, que no presentaba
límites naturales, y que debía ser demarcado para asegurar la propiedad del
suelo y la hacienda y para optimizar la explotación agropecuaria. El territorio
pampeano no se entendía en los primeros tiempos de la colonia como propiedad de
nadie. El ganado salvaje y los caballos eran, de hecho, potencialmente
accesibles a todos; sin embargo, con la imposición del alambrado todos estos
territorios y animales adquirieron nuevos propietarios. Tomando como referencia
lo argumentado por los paisanos en las entrevistas, éste fue el momento en el
que culmina la forma de vida del gaucho "original y auténtico". La
utilización del alambrado le impidió al gaucho continuar viviendo de la caza de
los recursos naturales -ganado cimarrón- de forma directa y lo obligó a
trabajar como jornalero para los propietarios de la tierra.
El símbolo del alambrado tal
como lo describen los paisanos se corresponde con un motivo romántico descripto
por el joven Jean Jacques Rousseau, quien en su 'Discurso sobre el origen de la
desigualdad entre los hombres' argumenta que el primer determinante de las
relaciones de propiedad estableció la "desigualdad entre los seres humanos":
"El primero que estableció un cerco en una extensión de tierra y quien
tuvo la idea de argumentar: esto es mío, y quien entonces encontró personas
quienes fueron suficientemente ingenuas como para creerle, fue el verdadero
fundador de la sociedad burguesa". Simbólicamente es la sociedad burguesa
basada en la propiedad de la tierra la que está siendo rechazada, o al menos
neutralizada durante el tiempo que dura el ritual en el imaginario de los
festivales gauchescos. Así como no es la modernidad lo que allí se festeja,
tampoco lo es la idea de ciudadanía, vinculada con un complejo sistema de
derechos y obligaciones. Esta es temporalmente sustituída por un individualismo
particular, producto en gran parte de las desigualdades e injusticias,
cometidas por las autoridades no pocas veces corruptas de la colonia y luego
del Estado argentino, por el mal funcionamiento del sistema legal, etc. En la
Argentina, el individuo se considera impotente en relación con un Estado
nacional poco confiable y como consecuencia de esto, se distancia de sus
deberes cívicos, no se percibe 'ciudadano'. Es esta problemática la que se está
simbolizando en los festivales gauchescos.
Lo que en la vida cotidiana del
gaucho histórico constituían sus costumbres y su trabajo es rescatado hoy en los
rituales gauchescos para simbolizar no sólo una tradición, de la cual los hijos
y nietos de inmigrantes se hicieron eco, sino también para simbolizar
conflictos centrales de la sociedad argentina, como su parcial entrada a la
modernidad, la falta de participación ciudadana en la toma de decisiones
políticas y el consecuente escepticismo hacia toda forma de autoridad e
institucionalización, o el obligado individualismo que significa que cada
persona está librada a su propia suerte y no puede confiar en el Estado como
garante de sus derechos como ciudadano.
***
Continuidad
entre vida premoderna y modernidad
Como vimos, los rituales
gauchescos despliegan y resaltan aspectos premodernos de la vida rural que
presentan un contraste con la modernidad más o menos presente en la vida
cotidiana de los paisanos. La alimentación (por ejemplo, el asado), la
vestimenta (descripta anteriormente), la recreación (los juegos ecuestres),
etc. establecen una continuidad entre el gaucho, en tanto figura premoderna, y
la Argentina como país que participa parcialmente del proyecto de la
modernidad. Los argentinos que participan de estos rituales se identifican así
con el mencionado elemento premoderno como parte del mito gaucho, el cual
señala el hecho de que la modernidad, en tanto proyecto, no ha sido realizado
aún en la Argentina.
***
Marginalidad y Heroísmo Gaucho
La figura del gaucho presenta
una gran similitud con lo que Eric Hobsbawn denomina el 'bandido social'
(Hobsbawn, 1983 y 2003), una figura menos revolucionaria que participó de lo
que este autor denomina la protesta modesta y no revolucionaria dentro de su
respectiva sociedad.
Según Hobsbawn, el equilibrio
tradicional es alterado, particularmente, cuando las estructuras sociales
tradicionales son amenazadas por el mundo moderno. Exactamente esta idea está
presente en parte del simbolismo del fenómeno gaucho. Este, como fenómeno
cultural argentino particular, es un bandido social que representa la cultura
tradional folclórica argentina, que lucha contra la modificación radical que
conllevó la inclusión de medios modernos de explotación de la tierra a través
de la migración masiva europea, la que modificó de una forma extrema su espacio
vital. Sin embargo, característicamente, el bandido social no protesta contra
el hecho de que, por ejemplo, los agricultores o los jornaleros sean pobres,
sino contra el hecho de que a veces son superexplotados y extremadamente
pobres. Incapaz de confrontar contra el poder del mundo nuevo y moderno, el
gaucho pelea contra esta situación, frecuentemente por medio de acciones que
desde la perspectiva moderna del poder se sitúan en la ilegalidad, como el
asesinato, etcétera.
El 'buen bandido', visto desde
la perspectiva de quienes se identifican con él, lucha exitosamente contra la
injusticia feudal y el abuso de poder e incorpora la búsqueda de una solución
ideal para los severos problemas sociales de la época. De este modo los
bandidos, como figuras históricas, permiten a los 'ciudadanos civilizados'
proyectar en una figura marginal los deseos e ideas que ellos mismos poseen.
Con la ayuda del tipo del rebelde social, el criticismo puede ser formulado en
un sistema específico de leyes y en un orden social. Las figuras gauchescas
míticas y/o literarias, objetos de identificación social, como Martín Fierro,
Juan Moreira y Santos Vega, son 'ladrones generosos' y héroes que confrontan a
las autoridades injustas o corruptas. Ellos constituyen una parte importante
del imaginario argentino y mantienen vivo el mito del gaucho dentro del mundo
rural y urbano. Así, el gaucho simboliza la rebelión contra una clase política
corrupta, y contra las injustas relaciones de propiedad y explotación, así como
simboliza la libertad (muchas veces entendida como individualismo), el heroísmo
y el sueño de justicia. Al mismo tiempo se activa la memoria de tiempos
supuestamente mejores. Las características negativas de la figura marginal del
gaucho -el no estar integrado a la sociedad, la criminalidad, etc.- son
simbólicamente reinterpretadas como características positivas, tales como su
heroísmo, su modestia y su desinterés por la riqueza, así como el hecho de que
no puede ser corrompido. El héroe argentino, el gaucho, representa
simbólicamente la rebelión de los ciudadanos argentinos en contra de la
frecuente corrupción de la elite política y de las autoridades estatales.
En relación con el fenómeno del
gaucho, una característica que lo torna símbolo colectivo vigente aun durante
las reiteradas crisis sociales, económicas y políticas por las que atraviesa la
Argentina es su carácter de figura prepolítica o apolítica, en el sentido de
que no posee ambición de poder, y se mantiene más bien distante -podría decirse
también independiente- de toda forma de representación y autoridad. El gaucho,
en su carácter de figura simbólica no espera nada del poder político y como vimos, definitivamente no es
una figura con ambiciones revolucionarias aun cuando se rebela contra la
autoridad en los casos en que ésta hace abuso de poder. En estos casos, el
gaucho se rebela contra la injusticia, pero no contra un sistema injusto.
Asimismo, la aceptación social de la figura ideal del gaucho se basa en su
desinterés por la riqueza, la acumulación material y el ascenso social, lo cual
le confiere autoridad al transformarlo en un personaje "auténtico",
que guía su comportamiento de acuerdo con principios éticos que se mantienen
intactos frente a todo tipo de transformaciones políticas, económicas y
sociales. Es por ello que las crisis reafirman su condición de símbolo, ejemplo
a seguir y figura identificatoria para los argentinos.
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El símbolo del gaucho
representa un existencialismo argentino particular y, al mismo tiempo, define y
establece la cohesión social entre aquellas comunidades sociales y entre
aquellos individuos vinculados con el mito del gaucho, partícipes de los
rituales, o lectores de la literatura gauchesca y que se identifican con él.
Simbólicamente, se establece una realidad cotidiana trascendente, un mundo
contrapuesto al mundo injusto y corrupto de la vida cotidiana en la Argentina.
Este mundo contrapuesto incluye ideas y virtudes representadas por la figura
del gaucho, desempeñando éste de esa manera una función integradora para los
actores individuales que se identifican con él. El símbolo del gaucho sirve, de
esta forma, como un elemento de conexión dentro de la relación dialéctica entre
individuo y sociedad.
As salam aleikum, estimado hermano
ResponderEliminarMuchas gracias por su apreciación . Los que produjeron en este territorio el genocidio de los pobladores autóctonos, entre ellos al gaucho son estos masones, porque ellos fueron los ideólogos de la "La Campaña del Desierto", y lo peor del caso es que los ideólogos se repartieron las tierras entre ellos, al mismo estilo de los ingleses!!!. La masonería exportó a muestra tierra el estilo 'inglés' ce conquista y colonización, y es menester tener en cuenta que todos estos "perejiles" que oficiaron de presidentes en esa época consideraban Muy Beneficioso para la Argentina "formar parte del impero británico"!!! .
Tiene razón: Mitre, Sarmiento, Roca, fueron los encargados de promover ese liberalismo tan característico de la Masonería que siempre busco acabar con la Tradición y se sirvió de medios sanguinarios y viles para llevarlo a cabo. Está históricamente acreditado que 'próceres' tan nefastos como Rivadavia y el mismísimo Mitre fueron Gran maestres de órdenes masónicas importadas de Inglaterra.
EliminarPor esto es bueno seguir compartiendo esta clase de información que la oficialidad se afana en ocultar.
Salams para usted.