Los Musulmanes de todo el mundo
hemos ingresado al bendito mes de Ramadán.
El mes de Ramadán
fundamentalmente es el mes del Noble Corán, es el momento feliz en que los
musulmanes se reúnen alrededor del libro que los impregna con su carácter, que
hace de ellos una Comunidad.
El Corán no es un texto
normativo ni la historia de un pueblo, sino la reflexión esencial a partir de
la cual el Islam se convierte en un hecho civilizador y universal, abierto,
tolerante, capaz de armonizar culturas diferentes y proporcionarles una proyección
en la solidaridad activa.
No es el libro de una idea
común, sino el de un sentir común y un estilo, donde es radicalmente posible la
diversidad de criterios, el trasiego continuo, la comunicación.
Es un libro destinado a
suprimir barreras, a franquear obstáculos, y no a erigir dioses o dogmas.
Por eso, Ramadán es el mes de la
Misericordia de Dios, de la Bendición y la indulgencia. Dijo el Profeta
Muhammad (que Dios le conceda paz):
“Gentes,
llega a vosotros el mes de Dios, portando Misericordia, Bendición e Indulgencia,
un mes que es, junto a Dios, el mejor de los meses”.
Por eso es que en este bendito
mes, los Musulmanes ayunamos no sólo de lo que bebemos y comemos, sino de todo
aquello que nos rebaja en cuanto a seres humanos íntegros y soberanos.
Abu
Umâmah (que Dios esté complacido con él), uno de los discípulos del Profeta
Muhammad, relató: ‘Dije: Oh, Mensajero de Dios, dime una acción por la que yo
puedo entrar en el Paraíso’. Él dijo: “Ayunar, no hay nada como eso”.
Como Musulmanes argentinos nos
llena de satisfacción compartir este momento especial con nuestros lectores,
sin distinción de religión, raza, ni nación.
Que Dios los colme de
bendiciones.
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