La gesta de los grandes hombres
de nuestra tradición ha sido una epopeya religiosa; es decir, desde el momento
en que se libra un combate para preservar la identidad tradicional de un pueblo
o una raza, se está combatiendo por ideales religiosos, entendiendo la
'religión' como el mantenimiento de un vínculo con lo Sagrado que permite la
trascendencia del hombre con respecto a sí mismo. Lo que llamamos 'identidad
tradicional' es el acervo sapiencial que permite y actualiza ese vínculo, y por
esto es que reivindicamos el arquetipo del Caudillo de antaño, por considerarlo
el representante acabado de esa identidad, defensor de la tradición frente a
los excesos y peligros de las ideologías liberales que de mano de los
personajes del unitarismo se terminaron imponiendo en la idiosincrasia política
y cultural del país.
Sin embargo, al buscar una
forma identitaria propia, aún cuando no sea más que para el festejo patrio
correspondiente al calendario oficial, se acude gustosamente a la tradición
gaucha cuyos máximos exponentes y guerreros aún perviven latentes a la sombra
de la historia. Si bien ha surgido un poderoso movimiento revisionista que
permite un encuentro más cercano y objetivo con los hombres de la tradición, la
historia que se sigue enseñando es la misma que se escribió desde las plumas
del liberalismo que se impuso a sangre y agresión sobre la tradición y sus
representantes caudillos.
E insistimos en la epopeya
religiosa, que es una épica propia a lo espiritual: mientras que la tradición
preserva el vínculo con lo trascendente siendo depositaria de su sabiduría
transformadora, el liberalismo busca el desarraigo, el desvinculamiento, la
enajenación espiritual mediante la difusa permisibilidad del individualismo más
egocéntrico, imponiendo la razón subjetiva como norma absoluta y parámetro de
ilustración, conceptos como libertad, progreso y civilización de acuerdo a los
postulados más salvajes del peor materialismo y el más voraz capitalismo, y una
desmedida igualdad acorde a un modelo pergeñado desde la más baja
horizontalidad. Por esto supone una épica espiritual: la batalla de lo elevado
contra lo vil. Por ejemplo, mientras que Sarmiento y Mitre encarnaban el
'barbarismo civilizador', con sus ínfulas de progresismo sanguinario (la
ideología que se impone con las armas), el 'Chacho' Peñaloza manifestaba la
identidad tradicional de la raza, con su sublimación rural, fruto de un
nomadismo ancestral del que era heredero el hombre de campo, del 'interior'
(ideología de la 'resistencia' que permite desarrollar las posibilidades autóctonas).
De aquí que ambas maneras de percibir la realidad (una horizontal, material y
urbana, la otra vertical, espiritual y rural) nunca encuentren una coincidencia
en la paz. Así lo quiere el destino: la lucha del bien contra el mal, y
entendemos el bien como aquello que nos permite expansiones y el mal como lo
que nos da estancamiento, cuando el que se expande es el espíritu y el que se
estanca es el ego, es decir, nos expandimos mediante el espíritu y lo
espiritual, nos estancamos mediante el ego y lo egoísta.
Si bien la Sabiduría
Tradicional reviste cualidad de universal, su manifestación histórica en al
ámbito humano ha adquirido formas determinadas de acuerdo a la situación
espacio-temporal de la humanidad. Desde ya hace 1400 años, y hasta la consumación
de los tiempos, el soporte de manifestación para esa Sabiduría transformadora
es el Islam.
El Islam 'resurge' (y empleamos este término ya que como
doctrina religiosa no viene a conculcar novedad alguna ni a suplantar doctrinas
anteriores, sino a continuarlas y acabarlas -en cuanto a darles perfección-)
en la Península Arábiga por el año 610 e.c. con la prédica del Profeta Muhammad
(que Dios le conceda paz), enseñanza
que se haya contenida en el Sagrado Qur'an (revelación
de la Palabra de Dios a los hombres de toda época y lugar) y en los nobles
hadices (dichos, sentencias y actos del
Profeta Muhammad que complementan y explicitan la enseñanza coránica).
Básicamente el Islam es un
sistema de vida que contempla todos los aspectos de la criatura humana (tanto individuales como comunitarios,
abarcando tanto las formas rituales como los asuntos legales), sistema
centrado en el monoteísmo de tradición abrahámica en el que se reconoce una
única Divinidad (Dios, Allah) cuya
Voluntad se ha manifestado mediante una cadena de mensajeros (entre ellos Noé, Abraham, Moisés y Jesús,
que la paz sea con ellos) que culmina con el Profeta Muhammad como sello de
la Profecía hasta el final de los tiempos. De hecho 'Islam' ha sido la prédica
de todos los enviados de Dios, ya que a diferencia del Judaísmo (que alude a Judá) y al Cristianismo (que alude a Cristo), por sólo citar dos
ejemplos conocidos, su nombre no hace referencia a mensajero alguno, sino a la
esencia misma del mensaje que todos han transmitido. Islam es un vocablo árabe
proveniente de la raíz s-l-m, que deriva del verbo 'aslama' que significa
'aceptar, rendirse o someterse'. Islam entonces representa la aceptación y el
completo sometimiento a Dios, a Su Voluntad transmitida por boca de Sus
mensajeros. La raíz de que deriva este vocablo cubre un amplio campo semántico
en el que se encuentran significados como 'bienestar, salvaguarda, salud y
paz'. De aquí provienen 'salim', sano, y 'salam', paz, términos
indisolublemente relacionados con el sentido esencial de Islam. Así es que
'Islam' es un atributo impersonal, y quien lo posee es 'Musulmán'. En el
reconocimiento de Dios y de Sus Mensajeros, y en la sumisión y aceptación a Su
voluntad, el ser humano se vuelve física y espiritualmente saludable, logrando
así la paz. Esta es la característica de un buen Musulmán.
En líneas generales, el Islam
ordena la equidad, la justicia, la virtud y el respeto en el marco del servicio
al Dios único. Se puede decir que en su tiempo, el Profeta Muhammad fue un
caudillo carismático, con un implacable poder de atracción, que movilizó a la
gran masa de desheredados, pobres, oprimidos y esclavos haciendo caer el
sistema tiránico que acaudalados oligarcas tribales habían construido e
impuesto sobre el comercio, los negociados y la interesada idolatría, para
construir un Estado cuyos pilares fueron la fe, la verdad, la justicia y la
libertad. Si bien hubo personas notables (aunque
humildes y desinteresadas) en su círculo íntimo, la gran mayoría de sus
seguidores eran esclavos a los que devolvió la libertad, pobres a los que hizo
partícipes de sus derechos elementales como seres humanos y analfabetos a los
que enseñó la ciencia de la auténtica humanidad.
Como hemos apuntado en más de
una ocasión, la identidad tradicional, con su herencia sapiencial propia, de la
que es depositario nuestro antepasado gaucho, y de la que los Caudillos fueron
férreos defensores, proviene principalmente de la Tradición Islámica, que llegó
a nuestras pampas a través de moriscos y mudéjares andaluces.
A continuación, y para poco a
poco ir dando a conocer la Sabiduría propia del Islam, compartiremos una serie
de 'dichos sapienciales' surgidos de la bendita boca de nuestro amado Profeta
Muhammad (que Dios le conceda paz),
para así comenzar a reconocer la inmensa herencia islámica que atesoran en sí
mismos nuestros gloriosos antepasados patrios.
***
Lo
más meritorio en el Islam es alimentar a las gentes y saludar a todos con un
deseo de paz, tanto si los conoces como si no.
Hombre,
repartir lo que te sobre será beneficioso para ti, y retenerlo será pernicioso
para ti. La mano de arriba (que da) es mejor que la de abajo (que recibe).
Ninguno
ve disminuida su riqueza por practicar la caridad; Dios acrecienta el honor de
aquel que soporta resueltamente los perjuicios, y tan pronto como uno empieza a
pedir, Dios le hace padecer pobreza.
La
comida de dos es suficiente para tres, y la comida de tres es suficiente para
cuatro.
La
verdad guía a la virtud y la virtud guía hacia el Paraíso. Una persona que
persiste en decir la verdad hasta que comparece ante Dios, merece ser llamada
veraz. La mentira conduce al vicio y el vicio lleva al fuego; y una persona que
miente hasta que comparece ante Dios, merece ser llamada mentirosa.
Deja
aquello que te suscita dudas y cíñete a aquello que está libre de toda duda,
pues la verdad conforta, mientras que la falsedad perturba.
Una
persona prudente es aquella que se controla y se abstiene de lo que es dañino y
se esfuerza por estar preparada para afrontar lo que le espera después de la
muerte; y un loco es aquel que da rienda suelta a sus apetitos y busca en Dios
la satisfacción de sus vanos deseos.
Parte
de la excelencia del Islam de una persona consiste en abstenerse de aquello que
no le beneficia.
No
desdeñéis hacer el menor de los bienes, incluso saludar a vuestro hermano con
un rostro alegre.
Cada
día que amanece todos los miembros de una persona tienen una deuda de caridad:
hacer justicia entre dos personas es caridad, ayudar a una persona a conducir
su montura o a cargar en ella el equipaje es caridad, una buena palabra es
caridad, cada paso dado para participar en la oración es caridad, quitar del
camino lo que estorba es caridad.
Un
hombre que avanzaba por un sendero sintió mucha sed. Al llegar a un pozo,
descendió y volvió a salir una vez que hubo bebido; vio a un perro con la
lengua fuera que intentaba lamer el fango, tan extrema era la sed que sentía.
El hombre pensó: 'Este perro sufre de sed como yo sufría'. Así que descendió de
nuevo al pozo, llenó su calcetín de piel con agua, subió sujetándolo entre los
dientes y dio de beber al perro. Dios apreció su acción y le perdonó las
faltas. Así es que es recompensada la bondad para con cualquier criatura
viviente.
Protegeos
contra el Fuego, aunque no sea más que dando medio dátil en caridad, y, si
incluso de eso carecierais, dando una palabra de consuelo.
¿Os
digo quiénes son los habitantes del Paraíso? Son todos los débiles (humildes)
que son considerados débiles y en razón de ello menospreciados, pero que cuando
maldicen en nombre de Dios, El cumple la maldición. Ahora, ¿queréis saber
quiénes son los habitantes del Fuego? Son los ignorantes, los impertinentes,
los orgullosos y los arrogantes.
Muchos
son los desgreñados de cara polvorienta que son expulsados a empujones de las
puertas de las gentes; mas si ellos dijeran en el nombre de Dios 'sea tal cosa
y tal otra', Dios haría que se cumpliera.
Buscadme
entre los humildes, pues recibís ayuda y sois atendidos por Dios a cuenta de
los humildes que hay entre vosotros.
Cuando
un hombre emplea el dinero en su mujer y sus hijos en espera de ser
recompensado, su acción cuenta como si hiciera una obra de caridad.
A
aquel que defiende el honor de un hermano, Dios le protegerá le rostro del
Fuego en el Día del Juicio.
Que
un hombre vaya repitiendo todo lo que oye es suficiente para que se haga
mentiroso.
Si
os dedicáis a buscar las faltas de vuestros hermanos, los corromperéis.
Evitad
la injusticia, pues en el Día del Juicio la injusticia se convertirá en
múltiples tinieblas. Y salvaguardaos de la avaricia, pues la avaricia perdió a
los que os precedieron, les incitó al homicidio y a tratar lo ilícito como
lícito.
El
mayor sacrificio es decir a un tirano lo que es justo. El que calla la verdad
es un Satán mudo.
Aquel
que de entre vosotros advierta algo malo, debe cambiarlo con sus manos
(mediante la acción); si no le es posible hacerlo, debe repudiarlo con su
lengua; si no les posible hacerlo, debe por lo menos deplorarlo en su corazón;
éste es el grado mínimo de fe.
Una
persona no es creyente mientras no quiere para su hermano lo que quiere para sí
mismo.
***
En próximas entradas seguiremos
compartiendo las luces del inagotable océano de la Sabiduría Tradicional
Islámica.
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