El poblador nativo de América
asumió desde siglos el lenguaje de la naturaleza y la tomó de guía. La historia
está llena de esa concordancia, así como del respeto e intuición que se
mantiene a lo desconocido; desde esta cosmovisión emerge la eterna esperanza de
bienestar simplificada en las costumbres y las creencias. Es en este contexto,
entre simbolismos y realidad, donde encontramos a los Sikuris, músicos nativos
tradicionales.
El elemento material e
instrumento musical del Sikuri es el Siku: este consta de dos partes separadas
(Ira, el macho, y Arka, la hembra) que se necesitan y complementan para
conseguir melodías gracias a la técnica del diálogo musical; el Siku por lo
tanto se toca en pareja, y la tropa (grupo de Sikuris) viene a ser la junta de
varias parejas de Iras y Arkas que se fusionan para existir. A esta dualidad
unitaria, tanto del instrumento como de los instrumentistas, y que viene a
representar la concepción esencial para la vida, la conocemos como JJAKTASIÑA
IRAMPI - ARCAMPI, entendido como ponerse de acuerdo, recibir-devolver, producir
algo nuevo.
El siku es un instrumento de
viento constituido por un conjunto de cañas, que se utiliza en el altiplano de Bolivia,
Perú y Norte Argentino; la denominación proviene del idioma aymara, "siktasiña", que quiere decir preguntarse o comunicarse, actividad humana social y natural del hombre altiplánico,
que acercándose y comunicándose puede lograr grandes desarrollos comunales.
Este instrumento universalmente es conocido como zampoña o flauta de pan;
en el idioma quechua se le denomina "antara".
En las culturas del mundo el
soplo está asociado con el génesis, la energía y la magia. En el Sikuri todo
eso lo encontramos, desde las cañas tomadas de la Pachamama (tierra) y convertidas
en Siku (instrumento), hasta el fervoroso arrebato humano del Sikuri (músico)
que al darle su aliento lo transforma en Sikuri (música); música destinada
nuevamente a la pachamama, pues su función es propiciar la buena cosecha. Es el
simbolismo de la vida, el ciclo y la eternidad; por eso cada sesión de Sikuris
intuitivamente desemboca en ritual, su energía trasciende lo artístico y
evoluciona en espiritualidad y vigor.
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