En su obra "El
Payador", Leopoldo Lugones dice:
"La guerra de
independencia inició las calamidades del gaucho. Este iba a pagar hasta
extinguirse el inexorable tributo de muerte que la sumisión comporta,
cimentando la nacionalidad con su sangre. He aquí el motivo de su redención en
la historia, la razón de la simpatía que nos inspira su sacrificio, no menos
heroico por ser fatal. La guerra civil seguirá nutriéndose con sus despojos. En
toda la tarea de constituirnos, su sangre es el elemento experimental. Todavía
cuando cesó la matanza, su voto sirvió durante largos años en las elecciones
oficializadas, a las cuales continuó presentándose con escéptica docilidad; y
como significativo fenómeno, la desaparición de aquel atraso viene a coincidir
con la suya. Es también la hora de su justificación en el estudio del poema
(Martín Fierro) que lo ha inmortalizado. Entonces hallamos que todo cuanto es
origen propiamente nacional, viene de él. La guerra de la independencia que nos
emancipó; la guerra civil que nos constituyó; la guerra con los indios que
suprimió la barbarie en la totalidad del territorio; la fuente de nuestra
literatura; las prendas y defectos fundamentales de nuestro carácter; las
instituciones más peculiares, como el caudillaje, fundamento de la federación,
y la estancia que ha civilizado el desierto: en todo esto destacase como tipo.
Durante el momento más solemne de nuestra historia, la salvación de la libertad
fue una obra gaucha. La Revolución estaba vencida en toda la América. Solo una
comarca resistía aún, Salta la heroica (de la mano de Güemes y sus Gauchos). Y
era la guerra gaucha lo que mantenía prendido entre sus montañas, aquel fuego.
Bajo su seguro pasó San Martín los Andes; y el Congreso de Tucumán, verdadera
retaguardia en contacto, pudo lanzar ante el mundo la declaración de la
independencia." (Cap. III, pág. 54-55)
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de diciembre: Día del Gaucho, conmemorando la salida de “El Gaucho Martín
Fierro” de José Hernández, símbolo de argentinidad.
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