sábado, 30 de marzo de 2013

Martín Fierro "El Ave Solitaria"


Película basada en el poema de José Hernández.
Dirección y Guión: Gerardo Vallejo.
Sinopsis
El gaucho Martín Fierro es llevado por la fuerza a la frontera y es obligado a luchar en la guerra. Luego de desertar, vuelve a su hogar y descubre que su mujer y sus hijos se han ido. Mata a un hombre y, ya convertido en desertor y asesino, huye al desierto, en donde se encuentra con el Sargento Cruz, que lo acompañará en su periplo.

miércoles, 20 de marzo de 2013

La Magia del Cóndor

Tradicionalmente los símbolos sirven de vehículo para expresar manifestaciones de orden sagrado mediante las cuales el ser humano intuye los aspectos interiores de realidades vinculantes y sus significados transformadores.
 
Por esto es que toda cultura tradicional se ha servido de símbolos con los cuales relacionarse de manera efectiva con los ámbitos de lo Divino, sea en sus aspectos rituales como en sus experiencias cotidianas. Sólo modernamente el hombre ha perdido su capacidad de vinculamiento con lo sagrado desmitificando la cualidad transformadora de lo simbólico, transmutándola en racionalismo y ciencia. Así ha perdido una bellísima oportunidad de trascendencia silenciando la magia simbólica con las tinieblas de un dudoso y enajenante materialismo.
Las culturas nativas de América han poseído un vasto acervo simbólico que de a poco se está descubriendo y que colabora en la afortunada tarea de conocer algo más de las tradiciones que han nacido en nuestro suelo y han sido representativas de la elevada espiritualidad nativa.
Los símbolos se valen de 'recipientes' naturales para transmitir ideas 'sobrenaturales'. Así es frecuente hallar animales, árboles, montañas y fenómenos de la naturaleza que expresan significados relevantes y universales para el desarrollo humano en el mundo. Uno de estos preciosos símbolos ha sido el Cóndor, del que hablaremos brevemente a continuación.

Señor de los andes, ave de vuelo altivo, pájaro de alas que rozan el techo del cielo, desde tiempos ancestrales su presencia de solemne majestad ha fascinado a los pueblos andinos. Así el gran pájaro se convirtió en símbolo de sabiduría y mensajero de lo divino.
El cóndor andino es considerado el ave voladora más grande del mundo. Su imagen imponente planeando a grandes alturas fue seguramente lo que más impresionó a los pueblos indígenas de los Andes.
La Cordillera de los Andes, en toda su extensión de 7500 km, desde Venezuela a Tierra del Fuego, es el hábitat natural del cóndor. Aunque también habita en áreas precordilleranas y parte de las Sierras Pampeanas (San Luis y Córdoba).
El nombre que se le da al cóndor andino es Vultur Gryphus. La interpretación más difundida es que vultur deriva de una palabra quechua (kuntur) que significa buitre, aunque hay quienes sostienen que 'kuntur' lleva en la sílaba 'kun' la idea de lluvia por asociación con la divinidad Kun, Cun o Con. En tanto que Gryphus revela una asociación también simbólica ya que es el nombre dado al Grifo, criatura mitológica que representa la unión del águila (elemento celeste, volátil) y el león (elemento terrestre, de poder).
Simbólicamente las aves representan, entre otras cosas, una metáfora de la ascensión y la libertad espiritual para el hombre. La imagen del cóndor aparece asociada a distintas culturas de la América aborigen desde el período preincaico, y en algunos casos se ha mantenido hasta la actualidad.
Por ejemplo en territorio boliviano, en Tiwanaku, al sudeste del lago Titicaca, se encuentra la Puerta del Sol, uno de los monumentos más notables de la América andina. En la gran puerta del monumento se encuentra esculpida una imagen de la divinidad Viracocha, la cual se halla de pie, con la cabeza circundada por rayos que representan cabezas de felinos y serpientes; en cada mano tiene asido un cetro cuyo extremo lleva una escultura en forma de cabeza de cóndor; lo rodean tres hileras de personajes en marcha; los del medio lucen máscaras de cóndor. Imagen rica en símbolos.
Uno de los monolitos de Tiwanaku posee una decoración muy significativa. La misma consiste en tres elementos: cóndor, pez y felino. Esta decoración simbólica refleja la visión del cosmos indígena. Al cóndor se lo vincula con el Cielo, el "mundo superior" y al pez con el "mundo inferior". Estos se hallan distribuidos en las figuras a modo de opuestos, ya que cóndores y peces aparecen en la cara anterior, y en el lado izquierdo y derecho del monolito. En tanto que en la espalda disminuye el número de peces y predominan los felinos. Esto se ha interpretado como la representación de un relato sagrado en el que el cóndor se 'enfrenta' al pez, conciliados ambos en el felino, resultante este de la energía nefasta del pez unida a las virtudes inherentes al cóndor, todo ello entrelazado con los temas de la revolución cíclica del tiempo y la integración de los opuestos en la unidad.
Los motivos simbólicos de la Puerta del Sol a los que nos hemos referido fueron comunes en el altiplano habiéndose difundido entre los distintos pueblos que habitan los Andes.
Para los Incas, en la división de su universo, hay un Hanan Pacha, cielo o mundo superior, un Kay Pacha, ámbito medio o tierra de aquí, y un Uk'u Pacha, inframundo, que erróneamente se ha identificado con el infierno de la tradición abrahámica. El vocablo 'pacha' se relaciona con el hábitat o suelo. Estos tres niveles además se identifican con sus animales sagrados: la serpiente, el puma y el cóndor. Hay que entender que para las culturas tradicionales, el cielo y el inframundo no aluden ni al espacio cósmico ni al subsuelo, sino a ámbitos materialmente ininteligibles en los que conviven fuerzas (benéficas o perjudiciales)que se interrelacionan directamente con el hombre y la naturaleza, es decir, con el ámbito intermedio. Esto se verifica en lo siguiente: para los Incas, el cóndor o Apu Kuntur, era un "Mensajero de la Divinidad" que voló desde el nivel superior del mundo espiritual (el Hanan Pacha) para luego llevar las plegarias a la Divinidad. Es el nexo vinculante entre el Hanan Pacha con el Kay Pacha. Representa el intelecto superior y el enaltecimiento. Todos los días el cóndor eleva el sol sobre el cielo.
Continuando con el legado incaico, en una pared de Macchu Picchu, en el valle de Urubamba, hay un petroglifo con la imagen del cóndor.
La imagen del cóndor también aparece asociada a las culturas que habitaron los valles Calchaquíes desde La Rioja a Jujuy, Catamarca y noroeste argentino. Se dice que uno de los motivos fundamentales de la tradición calchaquí es la lluvia por su facultad generadora y regeneradora. De aquí la asociación del cóndor, en su terminología Cuntur, que lleva en la sílaba 'Cun' la idea de lluvia por asociación con la divinidad Cun o Con, en su aspecto creador y mantenedor del mundo.
En la Provincia de Córdoba, el cóndor, al igual que el yaguareté (o tigre americano), han sido representados en las pictografías de Cerro Colorado. Se atribuye su autoría a los indígenas comechingones y sanavirones. Así se detecta un paralelismo simbólico-religioso entre las diversas tradiciones de la América indígena donde el felino (puma o yaguareté), la serpiente (a veces el pez) y el ave, ocupan un lugar de privilegio y poseen un rol protagónico en la trama sagrada del universo.
Para los mapuches, pueblo que ocupó la región pampeana y patagónica de Argentina y Chile, el cóndor es el dueño del espacio aéreo, reencarnación de las almas nobles y valientes y poseedor de una gran sabiduría. Hay un refrán mapuche que se dice a quienes pretenden ir más allá de sus posibilidades: "No quieras parecerte al cóndor, pues la cordillera es alta".
En nuestros días, para algunos pueblos del noroeste argentino, el cóndor es un animal de gran importancia simbólico-religiosa. Se dice que el cóndor no muere nunca, que al sentirse viejo vuelve al nido, en la cima de la montaña, donde, al igual que el mítico Fénix, renace desde sí mismo.

domingo, 17 de marzo de 2013

lunes, 11 de marzo de 2013

Argentino Luna, "Argentino y bien parido"

Hagan silencio señores
que una guitarra Machaza
con sonido de esta raza
va a desparramar sus flores
templada por payadores
conserva su bizarría
y guarda en sus armonías
cuando al gaucho se le entrega
la gloria de Santos Vega,
de Fierro su rebeldía.

A mi me hallara el dos mil
una milonga cantando
porque me sigo alumbrando
con ese mismo candil
no me meto en el redil
de cualquier ruido extranjero
orgulloso y altanero
voy a cumplir el destino
de ser un gaucho argentino
bota, bombacha y sombrero.

No me concibo señores
pesando de otra manera
y tan solo a una bandera
le entregare mis favores
amontónense cantores
pueden elegir la cancha
que en la milonga se ensancha
mi corazon de paisano
con la guitarra en la mano
a donde quiera hago pata ancha.

Al progreso no lo niego
porque la vida es progreso
pero no crean que por eso
olvido de donde llego
en mi tierra yo no ruego
eso ya lo estan sabiendo
canto lo que ando sintiendo
con el deber soy prolijo
y mis derechos exijo
no me gusta andar pidiendo.

Gaucho me gritan algunos
tontos en tono burlón
son híbridos del montón
que se arrean como vacuno
no me incomoda ninguno
con su canto con su ruido
yo conozco bien el nido
donde el canto se prolonga
por ser cantor de milonga
argentino y bien parido

sábado, 9 de marzo de 2013

Folclore de Caudillos: La Martín Güemes

Interpretada por Jorge Cafrune

 Allá va ese Martín Güemes,
barba florida y entera,
con sus gauchos infernales,
defendiendo la frontera.

Ese bravo Martín Güemes,
en Salta será,
les dice a los maturranos,
que no han de pasar.
 
Con sus gauchos fronterizos,
el Norte guardó,
los tuvo a los godos locos,
cuando les cayó.
 
Lárguese, pues, don Pezuelas,
si quiere invadir,
pues sabremos los salteños,
vencer o morir.
 
Chacarera, chacarera de la libertad,
ya se van los maturranos,
qué gusto me da. 

 
Si se anima don Lacerna,
tal vez ha de ver,
hombres, changos y mujeres,
cumplir su deber.
 
Porque Güemes a los que andan
queriendo invadir,
a rigor de guerra gaucha,
los hace salir.
 
No queremos que nos mande,
la reina, ni el rey,
somos libres, y tenemos
la patria por ley.
 
Chacarera, chacarera de la libertad,
ya se van los maturranos,
qué gusto me da.


jueves, 7 de marzo de 2013

Elementos hispanomusulmanes en la cultura argentina.

Un extenso relevamiento de elementos representativos de la tradición argentina muestra el papel protagonizado por miembros de la comunidad morisca española en la configuración del imaginario y cultura rioplatenses. La historia argentina, sin embargo, no ha señalado el origen y volumen de ese aporte, y a nuestro parecer, ello se debe a la vigencia que ha conservado un viejo esquema historiográfico peninsular sobre todo lo relativo al pasado islámico.
La relevancia que cobra la presencia de elementos procedentes del entorno hispanoárabe en nuestro país radica en la gran difusión de algunas de sus pautas, lo que motivó que trabajáramos sobre una nueva hipótesis histórica, utilizando una metodología de trabajo que aislando lo español de lo morisco corrigiera la imprecisión de denominar español a cualquier rasgo introducido desde España a partir de la Conquista.
El nombre español no puede aplicarse indistintamente a cualquier vestigio colonial originado en la España del siglo XVI porque todavía seguían residiendo en ella miembros y ex-miembros de la comunidad musulmana cuyas creencias y costumbres se diferenciaban netamente de las del sector cristiano. Serán precisamente los descendientes de musulmanes los más necesitados de abandonar España cuando en 1609 se decrete un edicto de expulsión contra su comunidad.

Al mismo tiempo, el movimiento humano que supone la colonización del Nuevo Mundo brindaría la ocasión de que estos moriscos, disimulando su origen, aprovecharan las ventajas de radicarse en América. Es ese mecanismo el responsable del traslado al Río del Plata de rasgos culturales, materiales y psicológicos que evocan, desde entonces, la presencia del lejano marco islámico dentro del que habían vivido los moriscos antes de la cancelación jurídica de su comunidad.

Aun cuando sus miembros fueron obligados a adoptar el cristianismo en el siglo XVI, un conjunto de rasgos culturales particulares serían introducidos por sus descendientes en el Nuevo Mundo, configurando un legado que no debe confundirse con el trasmitido por los españoles del sector cristiano europeo.
A ese legado pertenece, en el ámbito de la gastronomía, la costumbre de no ingerir carne de cerdo que quedaría ampliamente reflejada en la dieta criolla; del mismo modo serían los moriscos los interesados en perpetuar diversos paltos de su culinaria originaria, popularizando en su nueva tierra las empanadas, profundamente ligadas a su tradición, lo mismo que los pastelitos, los alfajores o los delicados caramelos norteños denominados alfeñiques.
Hasta Salta llega la influencia de la rica mesa granadina, influida a su vez por la pastelería persa, responsable del toque oriental que manifiesta el pastel de novia en su equilibrado relleno agridulce. La popularidad de los buñuelos en la cocina doméstica es digna de considerarse por tratarse de un plato-distintivo étnico, pues fueron los moriscos no sólo sus creadores sino sus más fieles consumidores.
También el dulce de leche puede considerarse una versión derivada del hispanoárabe arrope (ar-rub en árabe) utilizado por los moriscos, entre otras cosas, para pegar las tapitas de los alfajores. Así mismo el nivel de azúcar a que el paladar argentino está sintonizado denuncia mayor proximidad a la confitería hispanoárabe que a la española europea.
Los árabes introdujeron el cultivo de caña de azúcar en España, y los musulmanes siguieron constituyendo la mano de obra habitual en los ingenios azucareros valencianos; los moriscos aparecen como los continuadores de una larga tradición azucarera que desplazaría a la miel en las preparaciones de dulces.
La vida rural a que el morisco se acoge en España, como aparcero muchas veces cuando no como arriero, le brinda el refugio adecuado para prolongar costumbres prohibidas, como la veda porcina que hacía referencia al pasado islámico y que por lo mismo sería sistemáticamente castigada por la Inquisición española. En la mayoría de las manifestaciones culturales con frecuencia no se percibe ya carácter religioso alguno, pero está claro que en su momento fueron objetadas por ser propias de la minoría islámica, por lo que permanecerían alojadas en reductos excéntricos de la sociedad peninsular o en los menos favorecidos y expuestos de la sociedad colonial, pero bajo esta modalidad lograron no solamente sobrevivir sino ocasionalmente prosperar.
Los pastelitos, empanadas, buñuelos y alfajores, a pesar de su enorme popularidad, no figuraban en el menú de los restaurantes por provenir de un sector cultural cuya existencia peligraba al trasponer el umbral de la privacidad.
El juego de la taba y la sortija reiteran el gusto por dos entretenimientos populares del medio hispanoárabe, casi con seguridad importados del norte de África.
Aunque los juegos de naipes se hallaban difundidos en España, el truco, de invención árabe, no alcanza allá sino entre nuestros paisanos su más extensa popularidad.
El lugar otorgado al caballo en la cultura argentina no parece un hecho aislado de lo anterior. En todo entorno arabizado ese animal goza de un prestigio particular. Se sabe el valor que alcanza dentro del ámbito gaucho todo lo relativo a él; la importancia del enjaezamiento, la forma tradicional de montarlo, a la jineta; el cabestro con rodela al estilo marroquí; la minuciosidad con que se describen los pelajes; en fin, la importancia concedida al animal como medio de informar el estatus de quien lo posee es en sí misma una concepción árabe de la relación establecida entre el caballo y su dueño.
Todo estos elementos a los que nuevas investigaciones sumarán otros, van diseñando un perfil social que atañe tanto al individuo (el gaucho o criollo rurales) como a la sociedad en su conjunto, y la van diferenciando de otras en una serie de rasgos presentes o distribuidos de manera particular respecto de otras regiones americanas, pero es preciso tener presente que los vestigios y tendencias que mencionamos no se referencian en la cultura de la España europea sino en ese sector particular de la hispanidad anclado en la tradición hispanoárabe, de suerte que mucho de cuanto denominamos argentino aparece frecuentemente vinculado a un modo de vivir menos europeo que hispanoárabe.
El compromiso de nuestra cultura con un universo simbólico de matriz islámica ha quedado reflejado en algunos casos de un modo muy directo. Los musulmanes usan un amuleto con forma de mano abierta como el encontrado en las ruinas de la vieja Santa Fe y conceden a esa parte del cuerpo valores talismánicos por asociarlo a la mano protectora de Fátima, hija del Profeta Muhammad.

A la luz de esto viene a la memoria el conocido juego que la madre emprende con su bebé, tomándole los dedos de la mano mientras dice: este se fue al monte, este cazó un pajarito, este lo mató, este lo cocinó y este pícaro gordo se lo comió, y vino por aquí (desliza la madre la mano como señalando el recorrido del alimento hasta llegar al vientre y hacer cosquillas).
Esta forma de diálogo confiere a la mano la potestad de instrumentar una comunicación placentera con quien no puede hablar; el juego proviene del Magreb y siendo todavía popular en Marruecos y se lo conoce en España aunque no siempre con las características nuestras ni gozando de la misma popularidad, precisamente por proceder de un universo cultural que fuera mucho más resistido y rechazado en el Viejo Mundo que en el Nuevo. El que en la Argentina sea tan popular informa qué sector de la hispanidad peninsular operó con mayor éxito sobre lo popular en la configuración temprana de ciertas costumbres.

Siguiendo un camino similar puede identificarse al astagfirullah. El astagfirullah es un perdón anticipado que piden los musulmanes ante la sospecha de estar pronunciando infundios y maledicencias: que Dios me perdone si no fue él el que robó... etc.
También la forzada convivencia de cristianos y musulmanes en España alimentaría el imaginario de cada facción a menudo al margen de toda racionalidad; el temor mutuo hará que las actividades del rival lleguen incluso a demonizarse, especialmente en una época en que el fanatismo religioso descubría herejes y diablos por doquier. A esta enrarecida concepción del otro debe la leyenda de la Salamanca su origen. En la Argentina, la leyenda conoce más de una versión y cruza al Brasil.
Un trasfondo cultural más lejano y complejo que el local es, pues, el que origina la leyenda, haciendo por lo mismo que su difusión tampoco quede ligada a un grupo étnico local particular sino al proceso de la colonización hispánica en su conjunto, ya que fue la grave interna étnico-confesional que acompaña a ésta desde que desembarca en América la creadora de la caverna como metáfora de lo culturalmente incierto, ajeno, lo extraño.
Entre los semitas desde antaño el corte de cabello alcanza rango sacrificial, de ahí su presencia en el ámbito religioso, quedando ligado en el caso de los moriscos, al rito bautismal. Es a este universo que hace referencia, pues, el corte de pelo que todavía suele practicarse a los recién bautizados en Corrientes, y otro tanto sucede con las trenzas y mechones que se ofrecen a santos reconocidos y apócrifos en los oratorios que erige la gente a lo largo y ancho de la Argentina.

El uso de textiles en el mundo islámico viene precedido de una larga tradición cuya razón de ser estriba en la condición muelle de las piezas adecuadas a la vida nómade, fáciles de transportar, de múltiples usos. Un trozo de paño es abrigo, alfombra o cortina. La presencia árabe en Europa ciertamente colaboró en difundir textiles que por su exquisitez serían privativos de casas pudientes. Sin embargo, en los entornos arabizados se hace un uso tan abundante de los textiles que no prescinden de ellos ni las carpas beduinas más pobres.
Las cortinas de tela con que se reemplazan las puertas o que dividen la habitación única del rancho se referencian en ese modo de vida escueto y oriental donde la cortina es enteramente funcional, por lo que en poco se parece al rico producto exigido por cortinados, tapices y doseles que con sentido más bien ornamental han ido incorporando los distintos estilos decorativos de Occidente.
El tapado, prenda invernal que usan las mujeres argentinas, debe su nombre y origen al manto tapado con que se cubrían las sevillanas. El manto a que hace referencia era un prenda requerida por la moral islámica y cubría desde la cabeza hasta los pies, pero al evolucionar en un medio cristiano termina por adecuarse a un uso ajeno a lo religioso (taparse del frío) sin perder la antigua denominación que identifica su procedencia. Los españoles lo denominan abrigo, voz culturalmente neutra, mientras tapado hace referencia a una sociedad determinada, una sociedad que ordena tapar a la mujer.
Como no podía ser de otro modo, la presencia de moriscos debía también reflejarse en el habla de los argentinos, y lo hace, especialmente en el medio gaucho y de muchas formas. Como pasar revista a ellas supera el objeto de este artículo, baste recordar una curiosidad: que los moriscos serían responsables de la introducción de formas dialectales aragonesas en el castellano local.
Lo notable es que el Río de la Plata casi no recibió aragoneses. Lo que podría parecer un enigma desaparece al tener presente que Aragón contaba con un 20% de población morisca cuyo castellano exhibía modalidades propias.

Véase para ampliar, María Elvira Sagarzazu, La conquista furtiva: Argentina y los hispanoárabes, Ovejero Martín Editores, Rosario, 2001

sábado, 2 de marzo de 2013

Estoicismo Gaucho de Fierro

 El mal es árbol que crece
y que cortado retoña;
la gente esperta o bisoña
sufre de infinitos modos:
la tierra es madre de todos,
pero también da ponzoña.

Mas todo varón prudente
sufre tranquilo sus males;
yo siempre los hallo iguales
en cualquier senda que elijo:
la desgracia tiene hijos
aunque ella no tiene madre.

Y al que le toca la herencia,
donde quiera halla su ruina;
lo que la suerte destina
no puede el hombre evitar:
porque el cardo ha de pinchar
es que nace con espinas.

Es el destino del pobre
un continuo safarrancho
y pasa como el carancho,
porque el mal nunca se sacia
si el viento de la desgracia
vuela las pajas del rancho.

Mas quien manda los pesares
manda también el consuelo;
la luz que baja del cielo
alumbra al más encumbrao,
y hasta el pelo más delgao
hace su sombra en el suelo.

Pero por más que uno sufra
un rigor que lo atormente,
no debe bajar la frente
nunca, por ningún motivo:
el álamo es más altivo
y gime constantemente.

José Hernández, "La vuelta de Martín Fierro", cap. III.