sábado, 29 de junio de 2013

"Santos Vega", con José Larralde.

Película basada en el poema de Rafael Obligado que presenta la vida del payador errante Santos Vega, arquetipo de nuestra tradición gaucha, interpretado por el gran José Larralde, quien además ha musicalizado el film.


martes, 25 de junio de 2013

Perlas Sapienciales de la Tradición

La gesta de los grandes hombres de nuestra tradición ha sido una epopeya religiosa; es decir, desde el momento en que se libra un combate para preservar la identidad tradicional de un pueblo o una raza, se está combatiendo por ideales religiosos, entendiendo la 'religión' como el mantenimiento de un vínculo con lo Sagrado que permite la trascendencia del hombre con respecto a sí mismo. Lo que llamamos 'identidad tradicional' es el acervo sapiencial que permite y actualiza ese vínculo, y por esto es que reivindicamos el arquetipo del Caudillo de antaño, por considerarlo el representante acabado de esa identidad, defensor de la tradición frente a los excesos y peligros de las ideologías liberales que de mano de los personajes del unitarismo se terminaron imponiendo en la idiosincrasia política y cultural del país.

Sin embargo, al buscar una forma identitaria propia, aún cuando no sea más que para el festejo patrio correspondiente al calendario oficial, se acude gustosamente a la tradición gaucha cuyos máximos exponentes y guerreros aún perviven latentes a la sombra de la historia. Si bien ha surgido un poderoso movimiento revisionista que permite un encuentro más cercano y objetivo con los hombres de la tradición, la historia que se sigue enseñando es la misma que se escribió desde las plumas del liberalismo que se impuso a sangre y agresión sobre la tradición y sus representantes caudillos.

E insistimos en la epopeya religiosa, que es una épica propia a lo espiritual: mientras que la tradición preserva el vínculo con lo trascendente siendo depositaria de su sabiduría transformadora, el liberalismo busca el desarraigo, el desvinculamiento, la enajenación espiritual mediante la difusa permisibilidad del individualismo más egocéntrico, imponiendo la razón subjetiva como norma absoluta y parámetro de ilustración, conceptos como libertad, progreso y civilización de acuerdo a los postulados más salvajes del peor materialismo y el más voraz capitalismo, y una desmedida igualdad acorde a un modelo pergeñado desde la más baja horizontalidad. Por esto supone una épica espiritual: la batalla de lo elevado contra lo vil. Por ejemplo, mientras que Sarmiento y Mitre encarnaban el 'barbarismo civilizador', con sus ínfulas de progresismo sanguinario (la ideología que se impone con las armas), el 'Chacho' Peñaloza manifestaba la identidad tradicional de la raza, con su sublimación rural, fruto de un nomadismo ancestral del que era heredero el hombre de campo, del 'interior' (ideología de la 'resistencia' que permite desarrollar las posibilidades autóctonas). De aquí que ambas maneras de percibir la realidad (una horizontal, material y urbana, la otra vertical, espiritual y rural) nunca encuentren una coincidencia en la paz. Así lo quiere el destino: la lucha del bien contra el mal, y entendemos el bien como aquello que nos permite expansiones y el mal como lo que nos da estancamiento, cuando el que se expande es el espíritu y el que se estanca es el ego, es decir, nos expandimos mediante el espíritu y lo espiritual, nos estancamos mediante el ego y lo egoísta.

Si bien la Sabiduría Tradicional reviste cualidad de universal, su manifestación histórica en al ámbito humano ha adquirido formas determinadas de acuerdo a la situación espacio-temporal de la humanidad. Desde ya hace 1400 años, y hasta la consumación de los tiempos, el soporte de manifestación para esa Sabiduría transformadora es el Islam.

El Islam 'resurge' (y empleamos este término ya que como doctrina religiosa no viene a conculcar novedad alguna ni a suplantar doctrinas anteriores, sino a continuarlas y acabarlas -en cuanto a darles perfección-) en la Península Arábiga por el año 610 e.c. con la prédica del Profeta Muhammad (que Dios le conceda paz), enseñanza que se haya contenida en el Sagrado Qur'an (revelación de la Palabra de Dios a los hombres de toda época y lugar) y en los nobles hadices (dichos, sentencias y actos del Profeta Muhammad que complementan y explicitan la enseñanza coránica).

Básicamente el Islam es un sistema de vida que contempla todos los aspectos de la criatura humana (tanto individuales como comunitarios, abarcando tanto las formas rituales como los asuntos legales), sistema centrado en el monoteísmo de tradición abrahámica en el que se reconoce una única Divinidad (Dios, Allah) cuya Voluntad se ha manifestado mediante una cadena de mensajeros (entre ellos Noé, Abraham, Moisés y Jesús, que la paz sea con ellos) que culmina con el Profeta Muhammad como sello de la Profecía hasta el final de los tiempos. De hecho 'Islam' ha sido la prédica de todos los enviados de Dios, ya que a diferencia del Judaísmo (que alude a Judá) y al Cristianismo (que alude a Cristo), por sólo citar dos ejemplos conocidos, su nombre no hace referencia a mensajero alguno, sino a la esencia misma del mensaje que todos han transmitido. Islam es un vocablo árabe proveniente de la raíz s-l-m, que deriva del verbo 'aslama' que significa 'aceptar, rendirse o someterse'. Islam entonces representa la aceptación y el completo sometimiento a Dios, a Su Voluntad transmitida por boca de Sus mensajeros. La raíz de que deriva este vocablo cubre un amplio campo semántico en el que se encuentran significados como 'bienestar, salvaguarda, salud y paz'. De aquí provienen 'salim', sano, y 'salam', paz, términos indisolublemente relacionados con el sentido esencial de Islam. Así es que 'Islam' es un atributo impersonal, y quien lo posee es 'Musulmán'. En el reconocimiento de Dios y de Sus Mensajeros, y en la sumisión y aceptación a Su voluntad, el ser humano se vuelve física y espiritualmente saludable, logrando así la paz. Esta es la característica de un buen Musulmán.

En líneas generales, el Islam ordena la equidad, la justicia, la virtud y el respeto en el marco del servicio al Dios único. Se puede decir que en su tiempo, el Profeta Muhammad fue un caudillo carismático, con un implacable poder de atracción, que movilizó a la gran masa de desheredados, pobres, oprimidos y esclavos haciendo caer el sistema tiránico que acaudalados oligarcas tribales habían construido e impuesto sobre el comercio, los negociados y la interesada idolatría, para construir un Estado cuyos pilares fueron la fe, la verdad, la justicia y la libertad. Si bien hubo personas notables (aunque humildes y desinteresadas) en su círculo íntimo, la gran mayoría de sus seguidores eran esclavos a los que devolvió la libertad, pobres a los que hizo partícipes de sus derechos elementales como seres humanos y analfabetos a los que enseñó la ciencia de la auténtica humanidad.

Como hemos apuntado en más de una ocasión, la identidad tradicional, con su herencia sapiencial propia, de la que es depositario nuestro antepasado gaucho, y de la que los Caudillos fueron férreos defensores, proviene principalmente de la Tradición Islámica, que llegó a nuestras pampas a través de moriscos y mudéjares andaluces.

A continuación, y para poco a poco ir dando a conocer la Sabiduría propia del Islam, compartiremos una serie de 'dichos sapienciales' surgidos de la bendita boca de nuestro amado Profeta Muhammad (que Dios le conceda paz), para así comenzar a reconocer la inmensa herencia islámica que atesoran en sí mismos nuestros gloriosos antepasados patrios.

***

Lo más meritorio en el Islam es alimentar a las gentes y saludar a todos con un deseo de paz, tanto si los conoces como si no.

Hombre, repartir lo que te sobre será beneficioso para ti, y retenerlo será pernicioso para ti. La mano de arriba (que da) es mejor que la de abajo (que recibe).

Ninguno ve disminuida su riqueza por practicar la caridad; Dios acrecienta el honor de aquel que soporta resueltamente los perjuicios, y tan pronto como uno empieza a pedir, Dios le hace padecer pobreza.

La comida de dos es suficiente para tres, y la comida de tres es suficiente para cuatro.

La verdad guía a la virtud y la virtud guía hacia el Paraíso. Una persona que persiste en decir la verdad hasta que comparece ante Dios, merece ser llamada veraz. La mentira conduce al vicio y el vicio lleva al fuego; y una persona que miente hasta que comparece ante Dios, merece ser llamada mentirosa.

Deja aquello que te suscita dudas y cíñete a aquello que está libre de toda duda, pues la verdad conforta, mientras que la falsedad perturba.

Una persona prudente es aquella que se controla y se abstiene de lo que es dañino y se esfuerza por estar preparada para afrontar lo que le espera después de la muerte; y un loco es aquel que da rienda suelta a sus apetitos y busca en Dios la satisfacción de sus vanos deseos.

Parte de la excelencia del Islam de una persona consiste en abstenerse de aquello que no le beneficia.

No desdeñéis hacer el menor de los bienes, incluso saludar a vuestro hermano con un rostro alegre.

Cada día que amanece todos los miembros de una persona tienen una deuda de caridad: hacer justicia entre dos personas es caridad, ayudar a una persona a conducir su montura o a cargar en ella el equipaje es caridad, una buena palabra es caridad, cada paso dado para participar en la oración es caridad, quitar del camino lo que estorba es caridad.

Un hombre que avanzaba por un sendero sintió mucha sed. Al llegar a un pozo, descendió y volvió a salir una vez que hubo bebido; vio a un perro con la lengua fuera que intentaba lamer el fango, tan extrema era la sed que sentía. El hombre pensó: 'Este perro sufre de sed como yo sufría'. Así que descendió de nuevo al pozo, llenó su calcetín de piel con agua, subió sujetándolo entre los dientes y dio de beber al perro. Dios apreció su acción y le perdonó las faltas. Así es que es recompensada la bondad para con cualquier criatura viviente.

Protegeos contra el Fuego, aunque no sea más que dando medio dátil en caridad, y, si incluso de eso carecierais, dando una palabra de consuelo.

¿Os digo quiénes son los habitantes del Paraíso? Son todos los débiles (humildes) que son considerados débiles y en razón de ello menospreciados, pero que cuando maldicen en nombre de Dios, El cumple la maldición. Ahora, ¿queréis saber quiénes son los habitantes del Fuego? Son los ignorantes, los impertinentes, los orgullosos y los arrogantes.

Muchos son los desgreñados de cara polvorienta que son expulsados a empujones de las puertas de las gentes; mas si ellos dijeran en el nombre de Dios 'sea tal cosa y tal otra', Dios haría que se cumpliera.

Buscadme entre los humildes, pues recibís ayuda y sois atendidos por Dios a cuenta de los humildes que hay entre vosotros.

Cuando un hombre emplea el dinero en su mujer y sus hijos en espera de ser recompensado, su acción cuenta como si hiciera una obra de caridad.

A aquel que defiende el honor de un hermano, Dios le protegerá le rostro del Fuego en el Día del Juicio.

Que un hombre vaya repitiendo todo lo que oye es suficiente para que se haga mentiroso.

Si os dedicáis a buscar las faltas de vuestros hermanos, los corromperéis.

Evitad la injusticia, pues en el Día del Juicio la injusticia se convertirá en múltiples tinieblas. Y salvaguardaos de la avaricia, pues la avaricia perdió a los que os precedieron, les incitó al homicidio y a tratar lo ilícito como lícito.

El mayor sacrificio es decir a un tirano lo que es justo. El que calla la verdad es un Satán mudo.

Aquel que de entre vosotros advierta algo malo, debe cambiarlo con sus manos (mediante la acción); si no le es posible hacerlo, debe repudiarlo con su lengua; si no les posible hacerlo, debe por lo menos deplorarlo en su corazón; éste es el grado mínimo de fe.

Una persona no es creyente mientras no quiere para su hermano lo que quiere para sí mismo.

***

En próximas entradas seguiremos compartiendo las luces del inagotable océano de la Sabiduría Tradicional Islámica.

lunes, 17 de junio de 2013

Coplas de Sabiduría Gauchesca

Dende chico me gustó
ser libre, pa’que negarlo.
No sé si podré explicarlo
pero tuve corazón
y enllegada la ocasión
jamás titubie pa’darlo.

Eso sí, jamás cedí
cuando tuve una razón,
pa’todo hay explicación
y pa’todo sentimiento.
La verdad es el alimento
que al alma regala Dios.

Cada uno sabe en su adentro
cuanto debe y cuanto no.
Cada uno tiene una voz
que cada uno ha de escucharla
y aquel que quiera apagarla
será esclavo en su interior.

Pa’todo bien hay un mal
y pa’todo mal  un bien.
Cada cual en cada quien
pone su mano, o la quita.
Todos en la misma cita
nos vemos y no se ven.

Por eso, ha de ser tal vez,
que el hombre piensa y repiensa.
Por eso es que no hay quien venza,
el miedo de nunca ser,
equivocao al no ver
que toda luz es concencia.

Todo vivo o todo muerto
sin mitades todo soy.
Todo amanezco en un hoy
y todo amaneceré
con un ayer y un después
que será por lo que doy.

La noche me dio por noche
y el día me dio por día,
y me puse en la porfía
de lo que me toca dar.
Tal vez por analizar
comprendí cuanto debía.

Si el canto me dio su canto
y el sol me brindó su abrigo,
si hasta el perro en su ladrido
me dio razón de que existo,
todo lo andado y lo visto
son cosas que van conmigo.

¡Cuánto te debo mi Dios!
¡Cuanto me diste al criarme!
y si un día he de cansarme
será porque no entendí,
porque el día que nací
otros se morían de hambre.

Equilibrio natural
dicen algunos que saben.
Tal vez cuando estos se acaben,
nacerán otros sabiondos
pero yo escarbo en lo hondo
y no consigo ubicarme.

No entiendo porque ha de haber,
tanta cosa que no entiendo.
Porque se vive sabiendo
que nunca se ha de saber.
Profecía que al nacer
se dictamina muriendo.

Estoy vivo pa’los muertos
y pa’los vivos, no sé.
Vuelo pa’l que anda  de a pie
y pa’l que vuela me arrastro.
Cada cual en su camastro
acuna formas de ver.

Diferencias de la vida
que el hombre por ser ha creao.
Unos miran pa’l costao,
otros miran pa’delante.
Pa’atrás según el talante
y algunos pa’cualquier lao.

En cuestiones de mirar,
no se puede discutir.
Cada uno tiende a seguir
pa’donde mejor se le antoje
y así se agranda o se encoge
asigún las ve venir.

Y es mentira que el amigo
se juega por el amigo.
Todo comienza conmigo
y todo termina en yo.
En toda satisfacción
el yo se lleva consigo.

Si te ayudo es porque siento
necesidad por hacerlo
y si me niego a creerlo
es por ganas de no creer,
y asigún mi parecer puedo
o no puedo entenderlo.

Mucho tiempo me ha costao,
dentrar donde dentra el tiempo
y hace rato estoy sabiendo,
que dentre por proyección
al transformarme en embrión
dentre por fuera y por dentro.

Por fuera pa’los que ven
pa’dentro pa’los que sienten.
Por fuera pa’los que encuentren
en materia su verdad,
por dentro en la eternidad
y en la luz mas refulgente.

(Fragmentos de 'Herencia pa'un hijo gaucho', parte 2, de José Larralde)

domingo, 16 de junio de 2013

"A José Hernández" - Jorge Cafrune

Cuando cae la noche de la Pampa
sobre las crines de los pajonales,
y tejen las vigüelas la vidala,
el silencio es tu barba,
José Hernández.

Cuando crece a lo lejos la tormenta
y se estremece el trébol con el aire,
galopa el trueno su malón redondo,
y la luz es tu verbo,
José Hernández.

No hay rumbo del silencio
que no cubra tu Martín Fierro entre
nuestro gauchaje,
donde se desenfunda una guitarra,
o la fecundan tus versos,
José Hernández.

No hay ranchito en que no arda tu poesía
cuando se yapa el vino con la sangre,
y hay que aventar la pena respirando
tu corazón de pueblo,
José Hernández.

Y en la boca de cada peón de campo
con gusto a corazón insobornable,
el grito vivirá con tus palabras
porque eres Martín Fierro,
José Hernández.

Porque siempre templaste el instrumento
para expresar el alma del gauchaje,
y ponerle palabras al
silencio de tu pueblo.
En él vives,
José Hernández.

Y cuando la violencia o la injusticia
metan sus sanguijuelas insaciables,
alzará con tu voz el horizonte un
malón de guitarras populares,
y será cada criollo un Martín
Fierro, nuestra rebeldía,
José Hernández.

jueves, 13 de junio de 2013

Acerca de Don Atahualpa Yupanqui

Héctor Roberto Chavero, conocido como Atahualpa Yupanqui, nació en Pergamino el 31 de enero de 1908 y se fue para "el silencio" el 23 de mayo de1992.
Autor de innumerables canciones, de varios libros de poemas y relatos, se consideraba simplemente "un cantor de artes olvidadas". Sin embargo, más allá de su modestia, su obra alcanza tal dimensión que resultará imposible, en el futuro, hablar de cultura latinoamericana sin recordarlo. Algunas de sus coplas son ya clásicas y reaparecen espontáneamente en las bocas del pueblo, cuando aflora la injusticia social: "las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas", o cuando se recuerda la historia enlutada de nuestra patria grande: "caminito del indio, caminito que anduvo/ mi raza vieja/ antes que en la montaña/ la pachamama se ensombreciera", pero también cuando se yergue la esperanza: "despacito paisanito/ despacito y tenga fe, /que en la noche del minero/ ya comienza a amanecer".
El misterio de la montaña, la tristeza del cañaveral, el changuito dormido junto al camino, el alazán que seguirá galopando todavía "si hay cielo pá el buen caballo", la libertad, el amor pudorosamente escondido que no se confiesa, serán apenas algunos de los temas de Yupanqui. Todos ellos signados por el propósito indeclinable del poeta: "lunas me vieron por esos cerros/ y en la llanuras anochecidas/ buscando el alma de tu paisaje/ para cantarte, tierra querida".
Ahí está su pasión de poeta, expresar el paisaje, poseerlo y recrearlo, pero no sólo el paisaje geográfico sino también el paisaje humano y espiritual de su patria. Por eso Atahualpa no escribe para el pueblo ni por el pueblo, sino desde el pueblo, sintiendo como propia la alegría y la tristeza de sus paisanos.
"Aunque canto en todo rumbo/ tengo un rumbo preferido/ siempre canté estremecido/ las penas del paisanaje/ la explotación y el ultraje/ de mis hermanos queridos/ y aunque me quiten la vida/ o engrillen mi libertad/ y aunque chamusquen quizás/ mi guitarra en los fogones/ han de vivir mis canciones/ en el alma de los demás".
En esa tarea, el poeta está convencido de la sabiduría popular, esa que no se nutre del último best-seller europeo, sino de las experiencias sufridas, de las duras vivencias en un país donde el hombre lucha, trabaja, ama y sueña en el desamparo y el dolor, donde la cultura oficial se organiza para ignorarlo y despreciarlo: "qué veneno tendrán las letras, señor, me decía un ‘escuchado’ en Humahuaca, que todo aquél de nosotros que las aprende se vuelve contra nosotros". Consustanciado con las penas y alegrías de su pueblo, Yupanqui recorrió todos los caminos depositando su confianza y su generosidad en el hombre común, el jornalero, el arriero, el peón. En ellos encontró la poesía, como aquella paisana norteña que viendo a su chango tomar una piedra del río le dijo: "no hijo, no le robe el canto al río, no ve que el río canta cuando se encuentra con esas piedras".
Ahí también encontró la sabiduría. Tantos escritores y filósofos definieron la amistad, pero ninguno mejor que su tío Gabriel, analfabeto de toda la vida: ¿qué es un amigo, tío Gabriel? -Un amigo es... uno mesmo en otro pellejo-. Esta anécdota la recordó Yupanqui en una reunión a la cual asistía Jorge Luis Borges, quien acotó con cierta vanidad -Qué lindo, y cómo no se me ocurrió a mi- y Yupanqui le contestó -¿sabe por qué?, porque usted es un erudito y no es paisano y paisano es el que lleva el país adentro-.
A esta concepción de la cultura le cerró el camino la maquinaria oficial de los medios de difusión, destinada a distraer, a escamotear las grandes verdades, a descalificar la opinión popular. Decía Yupanqui: "Buenos Aires, ciudad gringa/ me tuvo muy apretado/ todos se me hacían a un lado/ como cu.....erpo a lajeringa". Por esa razón, el poeta pasó varios años de su vida en Europa, escapándole a la atmósfera colonial de Buenos Aires, donde la llamada gente culta lo tenía apenas por un guitarrero. Por eso murió en París, pero venía todos los años a su Cerro Colorado cordobés a cargar las pilas para su obra musical y poética, que jamás se debilitó en su fuerza nacional y testimonial. Por eso, decía ante las desgracias que caían sobre sus compatriotas: "A veces me entra tristeza/ y otras veces rebelión/ en más de alguna ocasión/ quisiera hacerme perdiz/ pa’ tratar de ser feliz/ en algún pago lejano/ pero la verdad, paisano/ me gusta el aire de aquí". Por eso, aún en las épocas en que debió estar lejos de su patria, le cantó siempre, porque usted sabe: "yo no soy como esos intelectuales parecidos a la calandria, qué pajarito habilísimo la calandria, puede copiar el canto de todos los pájaros, pero qué triste: no tiene canto propio".
Precisamente por tener canto propio, Atahualpa Yupanqui no recibió nunca el calor oficial de los gobiernos, ni de los medios masivos de comunicación. Fue un maldito a pesar de que el pueblo recogió con afecto sus canciones, pero los poderosos lo vieron siempre con desconfianza y temor, como expresión peligrosa de ese Canto del Viento, como él llamaba a la cultura popular, ese Canto del Viento que recoge todas las emociones, experiencias y dolores de los desamparados de la patria, de esa gente que quizás no esté alfabetizada, pero como decía Federico García Lorca, "tiene cultura en la sangre" , porque el hombre, decía Yupanqui, "vale por dentro, que lo de afuera es comprado".

Fragmentos del libro El Canto del viento (1965)
En países como el nuestro, presionado desde siempre por la irradiación cultural proveniente de las grandes potencias, resulta difícil definir qué entendemos por cultura nacional, así como también establecer cuál es la función de los intelectuales en relación a esa cultura. Por eso es importante recordar dos textos de Atahualpa Yupanqui referidos a estas cuestiones.
En el primero, elabora una hermosa alegoría acerca de la relación entre pueblo y cultura, que sintetiza en la cultura nacional:
En el segundo, se refiere al artista y de qué manera su destino no reside en mostrar vistoso plumaje, para que su nombre alcance la fama efímera de los medios de comunicación, mientras su obra se olvida poco después de su muerte, sino precisamente lo contrario, fundirse anónimamente en la creación cultural colectiva, porque así, aún después de muerto y desconocido, su canto, continuará viviendo a través de los valles y montañas de su patria. Su primer texto se titula ‘El Canto del Viento’:
"Corre sobre llanuras, selvas y montañas, un infinito viento generoso, que en una inmensa e invisible bolsa va recogiendo todos los sonidos, palabras y rumores de la tierra nuestra. El grito, el canto, el silbo, el rezo, toda la verdad cantada o llorada por los hombres, los montes y los pájaros va a parar a esa hechizada bolsa del viento. Pero a veces la carga es colosal y termina por romper los costados de la alforja infinita. Entonces el viento deja caer sobre la tierra a través de la brecha abierta la hilacha de una melodía, el ay de una copla, la breve gracia de un silbido, un refrán, un pedazo de corazón escondido en la curva de una vidalita, la punta de flecha de un adiós bagualero, y el viento pasa y se va, y quedan solas, en los pastos, las hilachitas caídas en su viaje. Esas yapitas, cuentas de un rosario lírico, soportan el tiempo, el olvido, las tempestades, según su condición o calidad, se desmenuzan, se quiebran y se pierden, otras permanecen intactas, otras se enriquecen como si el tiempo y el olvido, la alquimia cósmica, les hiciera alcanzar una condición de joya milagrosa.
Pero llega un momento en que son halladas estas hilachitas del alma de los pueblos. Alguien las encuentra un día. ¿Quién las encuentra? Los muchachos que andan por los campos, por el valle soleado, por senderos de la selva en la siesta, por los duros caminos de la sierra o junto a los arroyos o junto a los fogones. Las encuentran los hombres del oscuro destino, los bravos zafreros, los héroes del socavón, el arriero que despedaza sus gritos en los abismos, el juglar desheredado y sin sosiego, las encuentran las guitarras después de vencido el dolor, la meditación y el silencio transformados en dignidad sonora, las encuentran las flautas indias, las que esparcieron por el Ande las cenizas de tantos yaravíes, y con el tiempo, changos, hombres y pájaros y guitarras elevan sus voces en las noches argentinas, o en las claras mañanas o en las tardes pensativas, devolviéndole al viento las hilachitas del canto perdido. Por eso hay que hacerse amigo, muy amigo del viento, hay que escucharlo, hay que entenderlo, hay que amarlo y seguirlo y soñarlo. Aquél que sea capaz de entender el lenguaje y el rumbo del viento, de comprender su voz y su destino, hallará siempre el rumbo, alcanzará la copla, penetrará en el canto".
Así nos dice Atahualpa Yupanqui, que el viento es el depositario de tristezas, alegrías, dolores y esperanzas del pueblo y que en el viento debe abrevar el poeta para hacer verdadera cultura nacional, cuyo destino es finalmente el mismo viento, el pueblo y nos da en esta alegoría una hermosa y clara concepción de cultura nacional.
En el segundo texto, Atahualpa nos habla de la obra del intelectual y su finalidad:
"Nada resulta superior al destino del canto.
 Ninguna fuerza abatirá tus sueños,
 porque ellos se nutren con su propia luz.
 Se alimentan de su propia pasión.
 Renacen cada día, para ser.
 Sí, la tierra señala a sus elegidos.
 El alma de la tierra, como una sombra, sigue a los seres
 indicados para traducirla en la esperanza, en la pena,
 en la soledad.
 Si tu eres el elegido, si has sentido el reclamo de la tierra,
 si comprendes su sombra, te espera
 una tremenda responsabilidad.
 Puede perseguirte la adversidad,
 aquejarte el mal físico,
 empobrecerte el medio, desconocerte el mundo,
 pueden burlarse y negarte los otros,
 pero es inútil, nada apagará la lumbre de tu antorcha,
 porque no es sólo tuya.
 Es de la tierra, que te ha señalado.
 Y te ha señalado para tu sacrificio, no para tu vanidad.
 La luz que alumbra el corazón del artista
 es una lámpara milagrosa que el pueblo usa
 para encontrar la belleza en el camino,
 la soledad, el miedo, el amor y la muerte.
 Si tú no crees en tu pueblo, si no amas, ni esperas,
 ni sufres, ni gozas con tu pueblo,
 no alcanzarás a traducirlo nunca.
 Escribirás acaso, tu drama de hombre huraño,
 sólo sin soledad...
 Cantarás tu extravío lejos de la grey, pero tu grito
 será un grito solamente tuyo, que nadie podrá ya entender.
 Sí, la tierra señala a sus elegidos.
 Y al llegar al final, tendrán su premio, nadie los nombrará,
 serán lo "anónimo"...
 pero ninguna tumba guardará su canto...

Fuente: www.discepolo.org.ar

martes, 11 de junio de 2013

Rebelión en los Llanos

Vida, Resistencia y Muerte de Ángel Vicente Peñaloza, el 'Chacho', en cuatro partes.
 
 
 
 


viernes, 7 de junio de 2013

“La Sabiduría del Caudillo”

Notas de Espiritualidad Heroica
 ***
Antes de entrar en batalla, el Caudillo habló así:
Hijo mío, esclarecer el discernimiento de la Humanidad ha sido siempre la tarea de aquellos Hombres selectos para transmitir el Mensaje libertador del Soberano de los Mundos. Por esto es que esclarecer tus pensamientos, distinguir lo real de lo falso y pulir tu entendimiento deben ser tus prioridades, ya que gracias a ese discernimiento podrás generar movimientos libres desde ti mismo, lo que equivale a decir que tu voluntad estará completamente preparada para obrar de acuerdo a lo que se ha asignado para ti.
Debes tener siempre presente la distinción entre lo que conlleva un perjuicio para tu desarrollo como hombre y lo que realmente pueda brindarte una apertura para conseguir dar pasos firmes y decididos. Esta distinción requiere una activación de tu poder de atención: estar atento es una virtud que muy pocos saben desarrollar en estos tiempos de inconsciente somnolencia.
Entiende que permanecer atento te hará un agente activo que no conviene a quienes invierten sus energías en generar y promover el sueño que ominosamente cubre al mundo, debido que todo el que duerme se ha atascado en un nivel de consciencia en el que la voluntad es una herramienta pasiva dispuesta a ser manipulada por fuerzas ajenas a sí misma. Y muchos creen estar despiertos cuando son los que están más profundamente dormidos, convertidos en objetos moldeables de esta opaca maquinación que se gesta desde la sombra.
Atención es abrir los ojos de tu pecho, los únicos capaces de reordenar los acontecimientos y las cosas que se hacen manifiestas de acuerdo a su significado original. En cambio quienes duermen experimentan como real una versión falseada de los acontecimientos, versión impuesta desde quienes sutilmente provocan el sueño inquisidor.
Adecuado discernimiento implica una voluntad orientada hacia lo correcto, y por lo correcto debes luchar con esfuerzo inquebrantable.
Luchar, y no sentir temor de lo que esto implica, ya que una entidad pasiva, cuya naturaleza se orienta originalmente a la actividad, se encuentra siempre expuesta a la destrucción de sí misma.
¿Qué piensas que hará el león al ver en peligro la seguridad de su manada? El Profeta ha venido a enseñarnos nuestra naturaleza de León, naturaleza orientada a la actividad y al combate, ya que el camino está repleto de obstáculos que sólo una voluntad poderosa podrá sortear.
Por lo tanto, debes descubrir al Guerrero en ti mismo, siendo esto una justa consecuencia de poder discernir con claridad lo real de lo inconsistente.
Lo inconsistente está allí, como un velo de opacidad que cubre lo real. ¿Cómo piensas quitar ese velo más que con un acto contundente de la voluntad despierta? Lo inconsistente está asociado al sueño, y el sueño con la intención disolvente del demonio.
Sin embargo, todo está allí para probar tu valor como hombre. Sin examen el hombre no es, y el examen es por el hombre. Si no hay Guerra, ni esfuerzo, ni lucha, lo inconsistente se afirmará inapropiadamente destruyendo las luces que nacen en la consciencia. Y el resultado de esta afirmación es el error, la ignorancia y la pesadez propia de una vida sin sentido.
Toda proclama de paz sin haber vencido a los propios demonios sólo es vanagloria del sueño de los ignorantes.
Sólo después de vencer en el fragor de la batalla se puede disfrutar de la Paz auténtica.
El Héroe no duerme ni descansa, y quienes duermen no participan de la naturaleza heroica, ya que el sueño es el placer insensato de la voluntad afeminada y el Héroe el resultado de la voluntad transformadora.
Un sistema compuesto de sueños siempre tiende a mermar y a ridiculizar la naturaleza heroica. Por esto verás abundantes héroes falsarios y afeminados como resultado parasitario de esa anormal inversión que trastoca y humilla.
La inversión siempre ha sido la herramienta más apropiada para las intenciones del demonio. Invertir el orden de las cosas es generar caos, y hacer del caos un sustituto de la belleza real es el objetivo del sueño de quienes duermen la inconsciencia. La inversión lleva a percibir el caos como belleza y a lo real como violencia que debe ser censurada. Así es, lo Real siempre será violencia desbaratadora de los movimientos de la inconsistencia.
Y precisamente esa es la función del Guerrero: poner orden en su vida y en aquello que lo rodea para devolver su justo lugar a la belleza. Para esto es necesaria la fuerza de una consciencia despierta y una voluntad activa, lo que para quienes duermen puede significar "violencia".
La Justicia siempre será violenta para el criminal que no reconoce su crimen. Y el sueño es el peor atentado contra la consciencia que no se reconoce a sí misma dormida.
No hay Guerrero ni Héroe sin consciencia de si mismo y del Orden que el Creador ha puesto en la Creación: Orden, consciencia, belleza y Justicia.
El impostor invertirá los valores en nombre de una libertad mentida que impone la esclavitud como cultura y la corrupción como única norma válida de conducta. Y todo aquello que se genera desde la esclavitud y la corrupción se considera ‘progreso’ y ‘civilización’. ¡Tal es, hijo mío, el poder somnífero del veneno demoníaco y su envilecedora impostura!
Ayudar a los demás implica en primer lugar ayudarte a ti mismo; ayudarte a ti mismo significa levantarte contra el sueño, despertar, activar la voluntad, discernir con claridad cuál es el peligro y cuál la apertura. Sin esto el hombre sólo gana en engaño y arbitrariedad.
Sin embargo, y para despejar cualquier malentendido, la violencia tiene para el entendimiento tradicional dos aspectos completamente diferentes:
Tienes por un lado lo que hemos dado en llamar "violencia necesaria" de lo Real ante lo inconsistente, es decir, la emergencia de lo real que se lleva a cabo desde el discernimiento como primer paso fundamental, supone una violentación de lo inconsistente para desenmascararlo y luego destruirlo, en el sentido de hacerlo desaparecer. Este "violentamiento" es un acto de la voluntad con el que se toma consciencia de lo que es vital para el desarrollo humano como de aquello que supone un escollo que se debe quitar para poder avanzar.
Lo llamamos "violencia necesaria" ya que fundamentalmente es un movimiento perturbador para nuestras inclinaciones egoístas y viles, muchas que tenemos incorporadas y de las que en un estado de consciencia dormida apenas percibimos el perjuicio que nos ocasionan y con las que podemos perjudicar a los demás.
Nuestro ego opone resistencia para deshacerse de lo que considera inherentemente suyo, por lo que nuestra voluntad debe ejercer cierta presión que exige disciplina y ordenamiento, destrucción de la anarquía.
Si buscas belleza primero debes abrir los ojos; para abrir los ojos necesitas quitar el velo que te obstruye la visión; y para remover ese velo necesitas de una voluntad poderosa.
Sin embargo, la voluntad adquiere fuerza en la aceptación, es decir, en el reconocimiento de lo que adolece y en el seguimiento de una enseñanza que canalice su energía por un camino recto. La aceptación llega con humildad, ya que esta, la humildad, es la auténtica virtud de los poderosos, y todo poder ha de ser luz para la emancipación de individuos y pueblos.
La segunda clase de violencia, y que podemos definir como la más peligrosa, perjudicial y nociva para la humana integridad, es la "violencia innecesaria" originada desde los movimientos del ego tras la consecución de sus vanos objetivos.
Al estar velado con respecto a lo real, el ego sólo puede reconocerse a si mismo en detrimento de los demás. El velo obra como un espejo mediante el cual el ego contempla su realidad como única, lo que conlleva la tendencia de absolutizar sus inclinaciones mezquinas sin considerar ni la responsabilidad ni los derechos hacia los demás. El ego rompe todo vínculo replegándose en un universo ficticio creado desde la proyección de sus deseos, miedos, obsesiones y emociones caricaturescas. El ego, al percibirse como dios en sí mismo y dios de sí mismo, se convierte en la criatura más peligrosa que el ser humano pueda cargar en su interior. En sus ansias por lo inmediato, el ego arrastra la naturaleza faraónica de la tiranía y la opresión, naturaleza de por sí violenta para consigo mismo y los demás, violencia que extrema el velo de lo inconsistente sobre lo real, lo que equivale a la ilusión más peligrosa que lleva al hombre al vicio y a la maldad.
El demonio llega al hombre a través del ego, a través del velo que ciega y engaña al ego. Sin embargo, y he aquí un hermoso secreto, tanto el ego como el demonio son concesiones del Señor Todopoderoso para sus criaturas, ya que, ¿cómo vas a vencer sin contrincante al que vencer? El pájaro debe romper su cascarón para extender sus alas y echarse a volar, lo mismo la crisálida para poder ser mariposa, ¿cómo entonces el espíritu volará libre por los llanos infinitos sin antes romper el cascarón del ego?
El ego es una herramienta: bien empleada es de ayuda, mal empleada de daño... Y todo depende, hijo mío, de nuestra voluntad y de la Divina Misericordia que nos permita ejercitarla correctamente.
Entonces, hijo mío, ¡a luchar!... y que la Batalla te cubra con sus más elevados honores.

martes, 4 de junio de 2013

Marechal y Rosa: La Universalidad del Martín Fierro

La grandeza de nuestro poema nacional, el Martín Fierro, estriba en su cualidad de universalidad. Proyectado desde lo autóctono, es un reflejo del espíritu tradicional que anima desde un ámbito superior las obras de belleza que han sido las encargadas de generar cultura alrededor del mundo. A este respecto, uno de los mayores literatos de nuestra Argentina, Leopoldo Marechal, expone: "Lo autóctono reclama sus derechos a intervenir en la obra de arte (...) no es menos verdadero que el arte ha tendido siempre a universalizar sus frutos. Hay en el arte una tensión invencible hacia lo universal, un impulso que lo induce a trascender fronteras (...), a ubicarse en el plano superior donde todas las voces del mundo se reconocen, se identifican y se unen en lo que llamaríamos 'un gran acorde universal'. Y yo diría que un pueblo no logra la plenitud de su expresión, si no consigue trascender a los otros e integrar con ellos el gran acorde al que acabo de referirme" ("La poesía lírica: lo autóctono y lo foráneo en su contenido esencial", Obras Completas, tomo V, p. 145).
Por esto es que hemos querido compartir con nuestros lectores dos interpretaciones del Martín Fierro que validan las apreciaciones anteriores: una, la del mismo Marechal, extraída del estudio titulado 'Leopoldo Marechal: Tradición e Identidad', escrito por Daniel Teobaldi, y la otra del historiador revisionista José María Rosa, tomada de su Historia Argentina T. VIII. Si bien diferentes, tales interpretaciones aseguran su validez en aquello mismo que, como hemos dicho al comienzo, figura su grandeza: la universalidad propia a las obras que forjan la identidad y la trascendencia de las razas y los pueblos.
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"Hay pueblos que nacen para la grandeza del canto: esa vocación se anuncia tempranamente, mediante algún hecho libre, dado en el orden de la música. Yo les aseguro que, en ese orden, todo puede y debe esperarse del pueblo argentino. ¿Y saben ustedes por qué? Porque José Hernández escribió el Martín Fierro". (Leopoldo Marechal, Op. Cit., p. 153)
No debe extrañar que Marechal se haya detenido con minucia y con originalidad en el poema de José Hernández, en una conferencia titulada "Simbolismos del Martín Fierro" (1955).
Esta conferencia está planteada casi como una prolongación de las reflexiones desarrolladas en la anterior, desde el momento en que se inicia con las mismas palabras con que termina la otra. Esto indica una continuidad en el pensamiento marechaliano sobre este tema. Según lo asegura Marechal, el poema de Hernández nació en el momento adecuado: "Sin complejo alguno, 'con toda la voz que tiene', Martín Fierro se parece bastante a un hecho libre de la literatura nacional, producido, como todo milagro aleccionador, en el instante justo en que se lo necesitaba, es decir, cuando la nueva y gloriosa nación, habiendo nacido recién de la guerra, como todo lo que merece vivir, debía reclamar con las obras su derecho a la grandeza de los libres, tal como había reclamado su derecho a la existencia en la libertad."
Marechal plantea dos instancias por las que atravesó el poema de Hernández, situaciones a las que denomina "enigmas": el primero, relacionado con la difusión del poema. El segundo, con las primeras interpretaciones que se le dieron.
El primer "enigma" está en relación con los destinatarios del poema. Marechal afirma que el Martín Fierro, está dirigido a "la conciencia nacional", es decir: a todos los argentinos. Pero en el momento en el que el poema aparece, Marechal advierte que hay una clase dirigente y una intelectual, por cuyas acciones se produce lo que Marechal denomina el proceso de "enajenación o el extrañamiento del país con respecto a sus valores espirituales y materiales". Entonces, Martín Fierro es sistemáticamente ignorado o admitido como un mero hecho literario por las dos clases arriba citadas.
En este punto, Marechal se pregunta: "¿Cuál era, pues, la única órbita de acción que a Martín Fierro le quedaba? La del pueblo mismo cuyo mensaje quería transmitir el poema. Y entonces ocurre lo enigmático: el mensaje desoído vuelve al pueblo de cuya entraña salió." En esto cifra Marechal el "enigma": un fenómeno de consecuencias inusitadas, por el camino recorrido por el poema, que implica una apertura en la conciencia popular, un abandono de la ciudad y un regreso a la tierra.
El segundo "enigma" es el de la incomprensión, ingenua o deliberada, del poema. Marechal asegura que en el país hay inteligencias que conocen la verdad que encierra el Martín Fierro, pero que operan como obstructoras de esa verdad. "Cierto es que las circunstancias de enajenación u olvido con respecto al ser nacional y a sus intereses vitales, no sólo perduraban en el país, sino que se habían agravado, merced a las corrientes cosmopolitas (inmigratorias o no) cuyo flujo había cubierto nuestro limo natal y añadía nuevos factores de confusión al problema de aclarar lo nuestro." La claridad con la que Marechal resuelve el "enigma" que él mismo había enunciado para el poema, reubica la obra de Hernández en una instancia crucial, en tanto no se atienda a lo que Marechal está poniendo en evidencia: "El poema de José Hernández no fue entendido cabalmente por su crítica inicial; y no será entendido por ninguna que desvincule al Martín Fierro de su misión referente al ser argentino y a su devenir."
Así, Marechal rescata el valor del Martín Fierro por configurarse como una obra representativa del ser nacional y por encarnar la voz de su pueblo. Al tratarse de una realización popular, asume el carácter de tradicional. Este aspecto había sido puesto de manifiesto por Lugones en El payador, quien, como Marechal, lo vincula a la épica occidental: "El Martín Fierro es, como las epopeyas clásicas, el canto de gesta de un pueblo, es decir, el relato de sus hechos notables cumplidos en la manifestación de su propio ser y en el logro de su destino histórico." Y a continuación, inserta lo medular de su comentario sobre el poema de Hernández, cuando lo vincula con lo que el mismo Marechal había denominado "los movimientos del alma": "... la de Martín Fierro es una gesta ad intra, vale decir, hacia adentro, que el ser argentino ha de cumplir obligado por las circunstancias. Es la gesta interior que realiza la simiente, ante de proyectar ad extra sus virtualidades creadoras."
Ahora bien: si Marechal, en otra coincidencia con Lugones, considera que Martín Fierro es una epopeya, en una obra de esta naturaleza se destaca la imagen de un héroe. Marechal establece dos niveles de interpretación: uno literal, en el que reconoce al gaucho como héroe del poema, es decir un gaucho perfilado según características raciales y espaciales específicas. Pero el otro nivel de lectura, es simbólico, entonces afirma: "En el sentido simbólico, Martín Fierro es el ente nacional en un momento crítico de su historia: es el pueblo de la nación, salido recién de su guerra de la independencia y de sus luchas civiles, y atento a la organización de fuerzas que ha de permitirle realizar su destino histórico", inclusive, Marechal da un paso más en su interpretación, al sostener que Martín Fierro "...es el símbolo de todo un pueblo que, súbitamente, se halla enajenado de su propia esencia y, por lo mismo, hurtado a las posibilidades auténticas de su devenir histórico."
Cuando Lugones asociaba el temple de Martín Fierro al temperamento de Hércules, el esforzado semidiós de los doce trabajos, establecía que una función arquetípica estaba sustentando el espíritu del gaucho, anunciando que los argentinos estábamos hechos de esa madera y que debíamos despertar de una especie de letargo que nos hacía dar las espaldas a esa realidad. Marechal, por su parte, profundiza lo arquetípico lugoniano y a esa misma categoría le asigna un grado metafísico: Martín Fierro es el ente nacional, es la encarnadura del ser argentino. Tanto de la reflexión de Lugones cuanto de la de Marechal, se repara en el hecho de que el poema de José Hernández constituye el espacio donde anida la tradición nacional, el origen y la proyección natural de lo más genuino.
La tradición literaria argentina está hecha del canto de los aedas, que rubricaron con su palabra la dinámica interna de la tradición. Si Marechal postula que, por una parte, la poesía verdadera debe profundizar lo autóctono para alcanzar proyección universal, el Martín Fierro logra ese nivel. Pero llega ahí por obra del pueblo, de la comunidad, que es el verdadero reservorio de la tradición.
(“Leopoldo Marechal. Tradición e identidad”, Dr. Daniel Gustavo Teobaldi)
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El poema "Martín Fierro" además de la elegía del gaucho tiene un claro simbolismo político. José Hernández acabó de darle forma en 1871 en un hotel de Buenos Aires después de una trashumante vida de periodista y guerrillero. Criado en la estancia de su familia, abrazó con posterioridad a Caseros la causa federal; escribe en La Reforma Pacífica de Calvo, y tras Pavón en diarios de Rosario y Paraná; es paraguayista cuando la guerra del 65, actúa junto a Evaristo López en Corrientes, y en 1870 toma campo por López Jordán.
Martín Fierro es la "relación / que hace un gaucho perseguido / que padre y marido ha sido / empeñoso y diligente / y sin embargo la gente / lo tiene por un bandido"
Es un poema político. Hernández lo dice: "… mis cantos son / para los unos sonido / y para los otros… intención". Aunque sabe "que es pecado cometido / el decir ciertas verdades…, / he de decir la verdad / de naides soy adulón / aquí no hay imitación / esto es pura realidá".
En la vida del hijo segundo de Martín Fierro, el poeta sintetiza la historia argentina. Alude a la independencia al decir: "Falta el cabeza primario / y los hijos que el sustenta / se dispersan como cuenta / cuando se corta el rosario"; al tiempo de los caudillos cuando una vieja parienta "me recogió a su lado / allí viví sosegado / y de nada carecía". Pero lo "bueno dura poco", muerta su pariente llegó el juez de paz "hombre de mucha labia / con más leyes que un dotor / me dijo: vos sos menor / y por los años que tienes / no podés manejar bienes / voy a nombrarte un tutor", evidente símbolo de la oligarquía. Entre el juez, el encargao de los bienes y el tutor se quedan con todo lo del gaucho no dejándole "ni un trapo / ni pa el frío, ni pa el calor". El tutor –el Viejo Vizcacha- "que debía enseñarme a trabajar / y darme la educación", era un "gaucho renegao… lleno de camándulas… con empaque a lo toro… siempre andaba retobao", y vivía "en los bañaos como el tero". La educación consistía en medrar junto a los que mandaban: "Hacete amigo del juez / no le des de qué quejarse… nunca le lleves la contra / porque el manda la gavilla"; "el que gana su comida / bueno es que en silencio coma". La moral era no afligirse por nada: "el cerdo vive tan gordo / y se come hasta los hijos".
En Picardía, el hijo del sargento Cruz, muestra el destino del criollo que malvive como jugador ventajero y elemento de comité porque se le dijo que era hijo de un bandido; pero cuando supo que su padre "era el guapo sargento cruz… que yendo con una partida / había jugado la vida / por defender a un valiente… / juré tener enmienda / y lo conseguí de veras, / puedo decir ande quiera / que si faltas he tenido / de todo me he corregido / dende que supe quién era".
En contraposición con los consejos del Viejo Vizcacha, Martín Fierro da consejos morales a sus hijos y al hijo de Cruz: "los hermanos sean unido… / que si entre ellos pelean / los devoran los de afuera"; se lamenta que "naides toma a pecho / el defender a su raza", aunque tiene la certeza que "han de concluir algún día / estos enriedos malditos". No por los políticos falsamente amigos del pueblo: "de nuestros males / hablan mucho los puebleros", pero "aumentan el fandango / los que están,  como el chimango / sobre el cuero y dando gritos". Debe ser obra del pueblo mismo, "que el fuego pa calentar / debe ir siempre por debajo". Alienta por boca de Cruz una promesa mesiánica en la restauración de la Argentina: "Y dejo rodar la bola / que algún día ha’e parar / tiene el gaucho que aguantar / hasta que lo trague el hoyo / o hasta que venga algún criollo / en esta tierra a mandar".
 (José María Rosa, Historia Argentina t. VIII, Buenos Aires, Editorial Oriente, 1974 )