sábado, 22 de febrero de 2014

"El Alazán" - Jorge Cafrune

Letra y Música: Atahualpa Yupanqui
Interpreta: Jorge Cafrune

Era una cinta de fuego,
galopando, galopando.
Crin revuelta en llamaradas,
mi alazán te estoy nombrando.

Trepo las sierras con luna,
cruzó los valles nevando.
Cien caminos anduvimos,
mi alazán te estoy nombrando.

¿Qué oscuro lazo de nieve
te pialó junto al barranco?
¿Cómo fue que no lo viste?
¿Qué estrella andabas buscando?

En el fondo del abismo,
ni una voz para nombrarlo.
Solito se fue muriendo,
mi caballo, mi caballo.

En una horqueta de un tala
hay un morral solitario,
y hay un corral sin relinchos,
mi alazán te estoy nombrando.

Si es como dicen algunos,
que hay cielos pal' buen caballo,
por ahí andará mi flete,
galopando, galopando.

Oscuro lazo de nieve
te pialó junto al barranco.
¿Cómo fue que no lo viste?
¿Qué estrella andabas buscando?.

En el fondo del abismo,
ni una voz para nombrarlo.
Solito se fue muriendo,
mi caballo, mi caballo.

martes, 18 de febrero de 2014

Breve reseña de la Música Surera


La música surera, música sureña o canto surero es la denominación que reciben una serie de estilos musicales de base folklórica característicos de la región pampeana de nuestra Argentina. Los principales estilos y danzas que la integran son la milonga surera, milonga sureña, milonga pampeana, milonga campera o milonga de campo, el malambo, la payada, la cifra, la huella y el triunfo. Asociada con la cultura gauchesca, tradicionalmente se interpreta con canto solista y guitarra criolla.

Entre los intérpretes de música surera se destacan grandes exponentes del arte musical argentino como Atahualpa Yupanqui, Jorge Cafrune, Víctor Velázquez, José Larralde, Argentino Luna, Alberto Merlo,  Roberto Rimoldi Fraga, José Ballesteros, Claudio Agrelo, Omar Moreno Palacios, Suma Paz, entre otros.

A continuación compartimos algunas breves definiciones de los estilos característicos de nuestra música surera.

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La Milonga campera

El origen de la milonga campera se suele discutir. Se sabe, sin embargo, que contiene elementos afro en su constitución rítmica e influencias de danzas criollas y europeas llegadas a Buenos Aires y Montevideo a través de varias vías, principalmente de Perú, España, Brasil y Cuba. Se daba en aquella época el fenómeno que se conoce como “de ida y vuelta” ya que los géneros viajaban de América a Europa y viceversa sufriendo transformaciones y adaptaciones en cada región.

Tiene semejanzas con otros ritmos como la chamarrita, el choro, el candombe y la habanera. Se presume que aportó elementos al tango, que luego tomo la forma original de la milonga como subgénero propio.

La milonga campera integra la expresión campesina de la Pampa, de viejo arraigo, inicialmente cantada, aunque luego tuvo coreografía. Fue adaptada para incluirse en obras teatrales por fines de 1880. Hasta llegar a esto, la milonga tuvo un proceso largo.

En territorio que actualmente pertenece a España, aproximadamente en el siglo XII se ha detectado lo que podría ser el más antiguo antecedente de la milonga. En ese entonces, y en esas tierras, figuraba el compás alterno (6/8-3/4, es decir un ritmo constantemente cambiante), todo esto en la versión de Arcos de la Frontera del conocido “Romance de Gerineldo”. Géneros musicales posteriores de compás alternativo fueron la zarabanda (s.XVI) y su inmediata evolución, la tirana (s.XVIII).

La tonadilla escénica –antecedente de la zarzuela- llevó el género musical denominado “tirana” a Cuba, donde evolucionó y adquirió características locales propias, además de un nuevo nombre: “guajira” (término que en Cuba significa «campesina»). En los viajes de ida y vuelta entre Cuba y lo que actualmente es España, la “tirana” convertida en “guajira” volvió a territorio actualmente español, más precisamente a Andalucía (zona donde se hallaba el principal puerto español de la época, el Puerto de Palos). Allí la guajira se aflamencó y esa variante de guajira fue la que llegó a Buenos Aires.

Se estima que, aproximadamente, el arribo de la guajira aflamencada a Buenos Aires podría haber tenido lugar entre 1822 y 1830. En cuanto a lo musical, esta época se podría describir con la siguiente frase de José Antonio Wilde (médico del ejército argentino –quien estuvo en la Batalla de Caseros- y escritor): “…del cielo, décima y triste habíamos pasado por grado a las canciones españolas muy graciosas y de un estilo especial”.

Este “parentesco” musical también se podría apoyar en la similitud que hallaron Roberto Selles y Marcelo Oliveri entre la milonga pampeana y la guajira flamenca, la primera vez que oyeron una de estas últimas. A su vez, estas personas se dieron cuenta más tarde (tal y como escribió Roberto Selles en su libro “Historia de la milonga”, 2004), que el español José María Salaverría ya había escrito en “Tierra Argentina” (1910), lo siguiente: “Las milongas se parecen a las guajiras de Cuba”.

Podría representar otra prueba de esta posible genealogía musical la antigua milonga pampeana campera (anónima) llamada “La paloma indiana”, recogida y grabada por el folklorista argentino Mario Pardo. En esa grabación se advierte notoriamente este posible origen de la milonga. Además, se sabe que esa canción es una guajira convertida en milonga.

Por otro lado, la milonga más antigua (la cual no se denominó así en su momento) de la que hay registro data de poco antes de la Batalla de Caseros (1852). La misma habla del inminente arribo de Urquiza a Buenos Aires, y es conocida como “Milonga Rosista”, la cual dice:

Dicen que viene del norte / las tropas del general;
con mucho galón dorado / que a Rosas quieren voltear / (…)

Esta letra y la melodía existente fueron extraídas de trabajos de la musicóloga Violeta Hemsy de Gainza, a quien se la comunicó la reconocida Adela Olivieri de Garrocha.

El nuevo género musical llegado a la región pampeana, la “guajira acriollada” o “milonga antigua”, no tardó en hacerse popular. De hecho, para 1854 era tan popular que según Josué Teófilo Wilkes y Blanco: “…había pasado la época de cielitos y medias cañas. La milonga vino a suplantarlos…”. Prueba de la popularidad de dicho género musical es que, ya para 1860, “…los cantores de milongas parecían multiplicarse en la República Argentina”, refirió Sañudo Autrán citado por Vicente Gesualdo. Sin embargo, pese a la popularidad de este ritmo musical, parece ser que para los habitantes de la región donde se desarrollaron estos hechos (parte de la región pampeana argentina), el inconveniente fue reproducir el ritmo de 6/8-/4 (al cual estaban acostumbrados los guitarristas flamencos, pero no los guitarristas de mencionada tierra). La solución, según parece, fue interpretar dicho ritmo en un tiempo de 2/4 en vez de en un 6/8. Esto lo afirmó Josué Teofilo Wilkes y Blanco, y agregó que ese cambio se habría efectuado durante el decenio 1870-1880. De esta manera, la “guajira aflamencada” se había acriollado y adaptado con características propias de la zona, y así podría haber nacido la típica “milonga pampeana”.

En algún momento, a los músicos de algún conjunto se les habría ocurrido tocar la milonga pampeana campera en alguna ‘milonga’ (en este caso ‘milonga’ refiere al lugar donde se iba a bailar a finales del Siglo XIX, como refleja en algunos versos del Martín Fierro). Cuándo la milonga (que había nacido como canción bajo una melodía poco variable) se tornó bailable, los intérpretes decidieron (al estar no ya sujetos a la letra) estilizarla, y dieron así rienda suelta a su inventiva musical. A este tipo de milonga, principalmente instrumental (no a la cantable –que era la “milonga campera pampeana”- la cual continuó su curso independientemente), también se la solía llamar tango –aunque fueran “tangos-milongas antiguos”.

Ya en el transcurso de las décadas 1880-1890, y en ese proceso de dar rienda suelta a la inventiva musical de ese género (el tango-milonga antiguo), los pianistas comenzaron a llevar a la milonga o “tango-milonga antiguo”, descrita anteriormente, al pentagrama. Hay que decir, que este ritmo se fue mezclando con el ritmo que estaba en pleno auge, el tango procedente del tango andaluz (aunque con influencias también de otros géneros musicales: habanera, candombe, mazurca, vals, etc.). Todos estos ritmos, se fueron mezclando y evolucionando hasta dar lugar a lo que actualmente se conoce, simplemente, como “tango”. Con esto se puede comprender que la milonga campera dejó rastros en el tango. A partir de esto, más tarde se crearía la “milonga ciudadana”.

Pese a la aparición de la milonga estilizada (la que era llevada al pentagrama con arreglos para piano), y posteriormente la milonga ciudadana, los intérpretes de los suburbios y los de la campaña continuaron con los ritmos tradicionales de milonga, la milonga pampeana campera.

Por su parte, el considerado mejor payador de todos los tiempos, el afroargentino Gabino Ezeiza, fue quien introdujo el ritmo de milonga a la payada. El mismo Gabino, afirmó que la milonga (campera) proviene del candombe, el cual se formó a partir de viejos ritmos africanos. Hay que saber que Gabino Ezeiza era afroporteño nacido en San Telmo (un barrio de esclavos), y que vivió en una época en la que había un número considerable de afrodescendientes negros en la zona del actual Gran Buenos Aires; y que además, su maestro en la iniciación de la payada, Pancho Luna, también era afroporteño.

En un reportaje al payador argentino Nemesio Trejo, hecho por Jaime Olombrada, y que fuera publicado en el periódico “La Opinión” de Avellaneda (Pcia de Buenos Aires, Argentina) el 15 de abril de 1916, Trejo cuenta:

“En 1884 era mi primera topada con Gabino Ezeiza, el más célebre de los bardos argentinos, y esa payada sirvió para hacer escuela. Por aquella época se cantaba por cifra, pero Gabino introdujo la milonga en esa oportunidad en el tono Do Mayor”, y agregaba: “es pueblera (del ambiente ciudadano) ya que es hija del Candombe africano, y golpeando con los índices en el borde de la mesa empezó a tararear “tunga…tatunga…tunga…”, para demostrar, fonéticamente, la vinculación de este ritmo con el Candombe.”.
(Nemesio Trejo, tomado en un reportaje hecho por Jaime Olombrada)

Teniendo en cuenta lo dicho por Ezeiza, además de que los esclavizados en Argentina fueron “carne de cañón” en las guerras (desde las guerras de Independencia hasta la Guerra de la Triple Alianza), y que Rosas simpatizaba con los afroargentinos y viceversa (compartían lugares a la hora de festejar los carnavales); es muy probable que entre esos lugareños que entonaban “guajiras acriolladas” o “milongas primitivas” (de quienes se habían burlado los brasileños del Ejército Grande de Justo José de Urquiza) hubiera afroargentinos quienes le darían su toque propio a la milonga, influidos por el toque candombe porteño. Además, ha habido grandes payadores afroargentinos; amén del ficticio moreno del Martín Fierro. También fueron famosos los payadores y poetas Gabino Ezeiza (1858-1916) e Higinio Cazón. Por todo esto, es posible que la milonga calara fuerte entre los afroargentinos, y que ellos ayudaran a su difusión (tal y como lo hizo Gabino Ezeiza con su innovación de payar en ritmo de milonga), y a su evolución progresiva hasta que la milonga campera quedara completamente definida, como se la conoce en la actualidad. Otro importante payador afroargentino fue “el Negro” Juan José García.

En 1886 “El Mundo Artístico” de Buenos Aires daba cuenta de la popularidad de este género en ambas orillas del Río de la Plata:

La milonga es el canto popular de las repúblicas del Plata, original, de sentido eminentemente criollo… tiene algunos puntos de semejanza con las “saetae” que se cantan en Andalucía para el Viernes Santo…

Una curiosidad de la milonga campera, es que coexistió con la habanera, pero reinó en ambientes sociales muy humildes. A su vez, en la última etapa de su desarrollo, se la solía llevar al pentagrama de la misma manera en que las habaneras eran escritas en el pentagrama, quizás por eso se la habría llamado “la habanera de los pobres”.

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Cifra

En Argentina y Uruguay se llama Cifra a una especie de melodía tradicional con acompañamiento que se asocia con textos generalmente improvisados.

Se denomina cifra a las canciones cuyo texto improvisan dos ejecutantes en competencia; a las canciones que entonan alternadamente dos participantes o más, en base de coplas improvisadas o hechas; y a las canciones del ejecutante sólo que improvisa sobre un tema solicitado por su auditorio. Pero la cifra por excelencia es la canción de los payadores que improvisan en oposición. La forma en que este canto interrumpido se compagina y enlaza con los rasgueos o punteos de la guitarra es lo más característico de ella y, curiosidad única en los cancioneros americanos. De hecho, el canto dialoga con la guitarra. Una serie de acordes rasgueados hace las veces de preludio. Cuando el cantante alza la voz, la guitarra enmudece. Concluidos uno o dos versos, irrumpe de nuevo el rasgueo o alguna nota grave punteada a manera de breve interludio y así, corre la estrofa hasta el final. No habiendo medida para los interludios ni cuenta para las repeticiones de versos, la forma es más o menos libre. En los mejores tiempos de la especie, se usaba como enfrentamiento de dos cantores para cambiar agudas preguntas o respuestas en estrofa. Mientras rasguea el preludio inicial, el payador piensa su primera pregunta y, lanzado a entonar los versos, se interrumpe e interludia tanto cuanto necesite para continuar pensando en la idea o en la versificación; sigue así hasta completar su pensamiento y la estrofa. En ese momento su contrincante recoge la estrofa de la pregunta e inicia su respuesta del mismo modo. Un improvisador es tanto más hábil cuanto menor sea la cantidad de repeticiones e interludios que requiera para versear.

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Huella

La huella es una danza folclórica argentina, nacida hacia 1820, característica de la llamada música surera o sureña. Esta danza fue bailada principalmente en Argentina, aunque también su práctica se extendió a Bolivia, Chile y Uruguay. Se caracteriza por ser picaresca por sus giros y zapateos, señorial por el leve contacto de las manos, aparecida durante la etapa de las guerras civiles.

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Triunfo

El triunfo es una danza de estilo musical folclórico de Argentina y el sur de Bolivia (Dpto. de Tarija).

Surgió al final de la Guerra de Independencia Hispanoamericana (1809-1824), en coincidencia con la derrota española definitiva en la batalla de Ayacucho, para celebrar el triunfo independentista, de donde viene su denominación. Tiene un carácter vivaz y exultante. Es característico del folclore surero (pampeano).

Uno de los triunfos más antiguos recopilados dice:

Este es el triunfo, niña
de los patriotas,
que diga de los patriotas
huían los realistas
como gaviotas
que diga como gaviotas.

Sus estrofas suelen comenzar con la frase "este es el triunfo..."

Cada estrofa está formada por un verso de siete y uno de cinco sílabas, forma denominada copla "de seguidilla" o "de pie quebrado", repitiéndose el segundo verso, a veces con el agregado de una o dos palabras antes de esta repetición ("que diga", "la pucha", "aijuna", etc.).

Este es el triunfo niña (7)
de los patricios (5)
que diga de los patricios.

Cada verso se cantará en 2 compases resultando una estrofa de 6 compases, forma melódica única del folklore Argentino, debido a que en la mayoría de los géneros se estila el uso de frases melódicas de 4 u 8 compases.

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Malambo

El malambo es una danza folclórica tradicional argentina, perteneciente a la llamada música surera o sureña. Nació en las soledades pampeanas allá por el año 1600. Dentro de los bailes folclóricos argentinos, es una excepción que carece de letra; la música de un Bombo legüero las guitarras acompaña a esta danza ejecutada, únicamente, por hombres. Se cree, y varios estudiosos del tema están de acuerdo en, que el Malambo tiene influencia africana, en el zapateo (similar a los pequeños zapateos afroperuanos) y en el toque del Bombo.

La primera versión musical del malambo fue publicada por Ventura Lynch en 1883.

Lo esencial de la música del malambo es un esquema rítmico de seis unidades por compás.

En un principio el instrumento típicamente utilizado para el malambo fue -y sigue siendo- la guitarra. Al expandirse por la Argentina el malambo incorporó otros instrumentos según la región. En el norte argentino se incorporó el bombo, instrumento de percusión; en la zona del Litoral es muy popular el «fuelle» (bandoneón o acordeón); en la zona chaqueña y Cuyo el violín es muy estimado. Actualmente las diferencias de regiones casi no son tenidas en cuenta, generalizándose el uso de instrumentos en todo el país, incluyéndose otros como la quena y la flauta.

Con respecto a la guitarra, el rasgueo criollo puede utilizar el punto clásico por instantes pero generalmente obtiene el sonido por su especial manera de punteo, el que se alterna con rasgueos según el gusto del músico.

Una manera clásica de tocar es colocando sobre las cuerdas la mano cerrada, el puño se aplica a la cuerda no a la yema sino al revés la uña la primera falange, y la aplicación varía desde el deslizamiento pleno, de frente hasta el de perfil.

Sin embargo esta forma no es la única, se utiliza música de zambas, chacareras, gatos, para otorgar mayor diversidad a la monótona música del malambo.