sábado, 20 de abril de 2013

Fragmentos del "Martín Fierro" interpretados por Jorge Cafrune


Fragmentos del "Martín Fierro" de José Hernández.
Interpretados por Jorge Cafrune
Cantando me he de morir, cantando me han de enterrar, cantando yo he de llegar al pie del Eterno Padre, dende el vientre de mi madre vine a este mundo a cantar.
Con la guitarra en la mano ni las moscas se me arriman, naide me pone el pie encima, y cuando el pecho se entona hago gemir a la prima y llorar a la bordona.
Yo soy toro en mi rodeo y torazo en rodeo ajeno, siempre me tuve por güeno y si me quieren probar salgan otros a cantar y veremos quién es menos.
No me hago al lao de la güeya ni aunque vengan degollando, yo soy blando con los blandos y soy duro con los duros y ninguno en algún apuro me ha visto andar titubeando.
Soy gaucho y entiéndalo como mí lengua lo explica, para mí la tierra es chica y pudiera ser mayor, ni la víbora me pica ni quema mi frente el sol.
A mí no me matan penas mientras tenga el cuero sano, venga el sol en el verano o la escarcha en el invierno, si este mundo es un infierno pa' qué afligirse el cristiano.
Cante a todo viviente otorgó el Eterno Padre, cante todo el que cuadre como lo hacemos los dos, pues sólo no tiene voz aquel que no tiene sangre.
De los males que sufrimos hablan mucho los puebleros, pero hacen como los teros para esconder sus niditos, en un lao pegan los gritos en otro ponen los güevos.
Canta el pueblero y es poeta, canta el gaucho, y ¡ay Jesús!, lo miran como avestruz, su inorancia los asombra, más siempre sirven las sombras para distinguir la luz.
Y dejo correr la bola, que algún día se ha de parar, tiene el gaucho que aguantar hasta que lo trague el hoyo o hasta que venga algún criollo en esta tierra a mandar.
Yo he conocido cantores que era un gusto el escuchar, más no quieren opinar y se divierten cantando, pero yo canto opinando que es mi modo de cantar.
Lo que pinta este pincel ni el tiempo lo ha de borrar, naide se ha de animar a corregirme la plana, no pinta quién tiene ganas sino quién sabe pintar.
Y no crean los oyentes que del saber hago alarde, he conocido, aunque tarde, sin haberme arrepentido, que es pecado cometido el decir ciertas verdades.
De naide sigo el ejemplo, naide a dirigirme viene, yo digo cuanto conviene y el que en tal güeya se planta debe cantar cuando canta con toda la voz que tiene.
Y empriéstenme su atención, si así me quieren honrar, de no, tendré que callar, pues el pájaro cantor jamás se para a cantar en árbol que no da flor.
Hay trapitos que golpiar y de aquí no me levanto, escúchenme cuando canto, si quieren que desembuche, i tengo que decirles tanto ¡ que les mando que me escuchen
Dende que elige a su gusto, lo más espinoso elige, pero esto poco me aflige y le contesto a mi modo, la ley se hace para todos, más tan solo al pobre le rige.
La ley es tela de araña, ya mi inorancia lo explico, no la tema el hombre rico, jamás la tema el que mande, pues la ruempe el bicho grande y sólo enrieda a los chicos.
Es la ley como la lluvia, nunca puede ser pareja, el que la aguanta se queja, pero el asunto es sencillo, la ley es como el cuchillo, no fiende a quién lo maneja.
Y suelen llamarle espada, y el nombre le viene bien, los que la manejan ven a dónde han de dar el tajo, le cae al que se haya abajo y corta sin ver a quién.
Hay muchos que son dotores y de su cencia no dudo, más yo soy un negro rudo, y aunque de esto poco entiendo, estoy diariamente viendo que aplican la del embudo.
No andes cambiando de cueva, hacé las que hace el ratón, conservate en el rincón donde nació tu existencia, que vaca que cambia querencia se atrasa en la parición.
A naide tengas envidia, es muy triste el envidiar, si ves a otro ganar, a estorbarlo no te metas, cada lechón en su teta, que es el modo de mamar.
Su esperanza no la cifren nunca en corazón alguno, en el mayor infortunio pongan su esperanza en Dios, en los hombres, sólo en uno, con mucha precaución, en dos.
Al que es amigo, jamás lo dejen en la estacada, pero no le pidan nada ni lo aguarden todo de él, siempre el amigo más fiel es una conducta honrada.
Ni el miedo, ni la codicia es güeno que a uno lo asalten, por eso, no se sobresalten por los bienes que perezcan, al rico nunca le ofrezcan, al pobre jamás le falte.
Debe trabajar el hombre para ganarse su pan, pues la miseria en su afán de perseguir de mil modos, llama a la puerta de todos y entra en la del haragán.
Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera, tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera.
La cigüeña cuando es vieja pierde la vista y procuran, en su edad madura, cuidarla sus hijas pequeñas, apriendan de la cigüeña este ejemplo de ternura.
Ave de pico encorvado le tiene al robo afición, pero el hombre de razón no roba jamás un cobre, pues no es vergüenza ser pobre y es vergüenza ser ladrón.
Procuren si son cantores el cantar con sentimiento, no templen el instrumento por el solo hecho de hablar y acostúmbrense a cantar en cosas de fundamento.
En su ley está el de arriba si hace lo que le aproveche, de sus favores sospeche hasta el mismo que lo nombra, siempre es dañosa la sombra del árbol que tiene leche.
Es el pobre en su orfandad de la riqueza el desecho, porque naides toma a pecho el defender a su raza, debe el gaucho tener casa, escuela, iglesia y derecho.
Mas Dios ha de permitir que esto llegue a mejorar, pero se ha de recordar, para hacer bien el trabajo, que el fuego pa' calentar debe de ir siempre por abajo.
Y si la vida me falta, téngalo todos por cierto, que hasta el gaucho en el desierto sentirá en tal ocasión tristeza en el corazón al saber que yo estoy muerto.
Es la memoria un gran don, cualidad muy meritoria, y aquellos que en esta historia sospechan que les doy palo, sepan que olvidar lo malo también es tener memoria.
Mas naides se crea ofendido, porque a ninguno incomodo, y si canto de este modo, por encontrarlo oportuno, no es para mal de ninguno, sino por el bien de todos.
Pero ponga su esperanza en el Dios que lo formó, y aquí me despido yo, que he cantao a mi modo males que conocen todos, pero que naides cantó

sábado, 13 de abril de 2013

Del Árbol

Hay en la casa un Árbol
que no planto la madre ni riegan los abuelos:
solo es visible al niño, al poeta y al perro. 

Su primavera no es la que fundan las rosas:
no es la vaca encendida ni el huevo de paloma.
Su otoño no es el tiempo que trae desde el mar
caballos irascibles, por tierras de azafrán.
Al Árbol suben otras primaveras e inviernos:
el enigma es del niño, del poeta y del perro.

Cuando la primavera sube al Árbol-sin-nombre,
vestidos de cordura florecen los varones;
y Amor, en pie de guerra, se desliza
de pronto a la sabrosa soledad de las hijas.

 Entonces el sabor de algún cielo perdido
desciende con el llanto de los recién nacidos.
Pero cuando el invierno lo desnuda y oprime,
sobre los techos llueven sus hojas invisibles,
y, horizontal, cruza las altas puertas
alguien que por el cielo desaprendió la tierra.
 
Hay en la casa un Árbol que los grandes no vieron:
el enigma es del niño, del poeta y del perro.
 
-Leopoldo Marechal-

martes, 9 de abril de 2013

"¡Avanti!" - Almafuerte


Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.

Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.

Obcecación  asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se mellan los garfios de la suerte...

¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de su muerte!