miércoles, 7 de noviembre de 2012

10 de noviembre: Día de la Tradición Argentina

José Hernández (nacido como José Rafael Hernández y Pueyrredón el 10 de noviembre de 1834, fallecido el 21 de octubre de 1886) fue un militar, periodista, poeta y político argentino, especialmente conocido como el autor del Martín Fierro, obra máxima de la literatura gauchesca. En su homenaje, el 10 de noviembre —aniversario de su nacimiento— se festeja en la Argentina el Día de la Tradición.
 
Tras iniciarse como militar en defensa de la autonomía del Estado de Buenos Aires, entre 1852 y 1872 sostuvo una intensa actividad periodística, enfrentado al predominio de la ciudad de Buenos Aires en la organización de su país. En una época de gran agitación política, sostuvo que las provincias no debían permanecer ligadas al gobierno de Buenos Aires. Radicado en Paraná desde 1857, residió alternativamente en esa ciudad, en Corrientes, Rosario y Montevideo, antes de regresar a Buenos Aires.
Participó en una de las últimas rebeliones federales, dirigida por Ricardo López Jordán, cuyo primer intento de acción finalizó en 1871 con la derrota de los gauchos y el exilio de Hernández en el Brasil. Después de esta revolución siguió siendo por corto tiempo asesor del general revolucionario, pero con el tiempo se distanció de él.
A su regreso a la Argentina, en 1872, continuó su lucha por medio del periodismo y publicó la primera parte de su obra maestra, El gaucho Martín Fierro. Fue a través de su poesía como consiguió un gran eco para sus propuestas y la más valiosa contribución a la causa de los gauchos.
En 1872, cuando aparece la primera parte del Martín Fierro, José Hernández apostaba a la constitución de una clase de pequeños campesinos, integrada por los nativos, en oposición a las principales figuras nacionales, como Sarmiento y Bartolomé Mitre, que postulaban que los gauchos y los paisanos debían ser remplazados por la inmigración, por entonces todavía incipiente. Al mismo tiempo, Hernández creía, en relación con el problema de los indios, que debían marcarse las fronteras sin entrar en confrontaciones más allá de alguna acción defensiva contra los malones que atacaban las poblaciones fronterizas.
La continuación de la obra, La vuelta de Martín Fierro (1879), en conjunto, forman un poema épico popular. Es generalmente considerada la obra cumbre de la literatura argentina.
Posteriormente desempeñó los cargos de diputado y senador de la provincia de Buenos Aires. Ocupando este último cargo, defendió la federalización de Buenos Aires en un memorable discurso, enfrentándose a Leandro N. Alem.
“El gaucho no aprende a cantar. Su único maestro es la expléndida naturaleza que en variados y majestuosos panoramas se extiende delante de sus ojos. Canta porque hay en él cierto impulso moral, algo de métrico, de rítmico que domina en su organización, y que lo lleva hasta el extraordinario extremo de que, todos sus refranes, sus dichos agudos, sus proverbios comunes son expresados en dos versos octosílabos perfectamente medidos, acentuados con inflexible regularidad, llenos de armonía, de sentimiento y de profunda  intención.
Eso mismo hace muy difícil, sino de todo punto imposible, distinguir y separar cuales son los pensamientos originales del autor, y cuales los que son recogidos de las fuentes populares.
No tengo noticia que exista ni que haya existido una raza de hombres aproximados a la naturaleza, cuya sabiduría proverbial llene todas las condiciones rítmicas de nuestros proverbios gauchos.
Qué singular es, y qué digno de observación, el oír a nuestros paisanos mas incultos, expresar en dos versos claros y sencillos, máximas y pensamientos morales que las naciones mas antiguas, la India y la Persia, conservaban como el tesoro inestimable de su sabiduría proverbial; que los griegos escuchaban con veneración de boca de sus sabios mas profundos, de Sócrates, fundador de la moral, de Platón y de Aristóteles; que entre los latinos difundió gloriosamente el afamado Seneca; que los hombres del Norte les dieron lugar preferente en su robusta y enérgica literatura; que la civilización moderna repite por medio de sus moralistas mas esclarecidos, y que se hallan consagrados fundamentalmente en los códigos religiosos de todos los grandes reformadores de la humanidad.
Indudablemente, que hay cierta semejanza íntima, cierta identidad misteriosa entre todas las razas del globo que solo estudian en el gran libro de la naturaleza; pues que de él deducen, y vienen deduciendo desde hace mas de tres mil años, la misma enseñanza, las mismas virtudes naturales, expresadas en prosa por todos los hombres del globo, y en versos por los gauchos que habitan las vastas y fértiles comarcas que se extienden a las dos márgenes del Plata.
El corazón humano y la moral son los mismos en todos los siglos.”
(Don José Hernández en el prólogo a La Vuelta de Martín Fierro)

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