jueves, 16 de mayo de 2013

Volvernos a nuestros Antepasados

Ante nuestra realidad actual preguntamos: ¿Dónde ha quedado la virtud heroica de defender con uñas y dientes el espacio sagrado que nuestros antepasados nutrieron con sudor y sangre?
Debemos aprender acerca de nuestros Antepasados Patriarcales para fortalecer los rasgos identitarios que harán de nosotros una raza vigorosa para el combate presente y la esperanza futura. Un pueblo sin identidad redunda en sumisión y esclavismo, y toda esclavitud es ruindad para la consciencia que así nada sabrá diferenciar, y en el embrollo tomará como beneficio lo que en realidad es un mal irremediable.
Toda virtud heroica sólo puede surgir de una identidad arraigada en su propio centro. Cuando hablamos de 'Antepasados Patriarcales' aludimos a quienes con sus ejemplos de hombría fueron la representación acabada de las ansias de Libertad, Justicia y Verdad que serían las encargadas de dar forma al espíritu de esta raza. Ellos son el eje sobre el cual gira la virtud heroica de quien hace Patria.
Hacer Patria es actualizar en cada momento de nuestras vidas los valores fundamentales sobre los que se asienta el espíritu de nuestra raza, aquellos que definen nuestra identidad y nos nuclean bajo el amparo unívoco de una Tradición que nos distingue a los ojos del mundo: prodigalidad, honradez, decencia, austeridad, franqueza, sentido del honor, por sólo nombrar unos pocos.
Estos hombres -Patriotas- fueron la luz que desde el Cielo se hizo manifiesta sobre esta tierra para iluminar y nutrir los pasos de las generaciones venideras, ejemplos de lealtad al Dios que al traerlos al mundo les encomendaba la titánica tarea de establecer los cimientos del espacio sagrado donde la humanidad -nuestra humanidad- podría desarrollar sus posibilidades de forma equilibrada y acorde a la Sabiduría que ese mismo Dios ha insuflado como característica original del espíritu de la raza.
Una identidad poderosa y auténtica se forja en el seguimiento de modelos decidores. Sin modelos de conducta nuestra identidad sólo puede ajustarse al molde falsario de quienes buscan imprimir una obsoleta uniformidad sobre la mentalidad y el sentir general. Debemos reflexionar seriamente en lo que esto comporta.
La 'cultura global' -o 'globalización'-, impulsada y promovida desde los liberalismos oscurantistas que se arrogan el poder mundial, es una herramienta sutil concebida para la manipulación de las masas cuyo objetivo es la dominación total de las consciencias imponiendo un orden tiránico en el que el libertinaje y el salvajismo, el vicio y la inmoralidad, sean los parámetros para una existencia caótica y desprovista de sentido. Esta 'cultura global', en su siniestro afán de uniformidad, busca acabar con toda identidad tradicional, destruyendo los modelos patriarcales de heroísmo, honor y lealtad, haciéndonos hundir en el suicidio de la voluntad que supone el culto idolatralizado de la 'matriarcalidad' (el culto telúrico a la deidad femenina, recipiente, pasiva, moldeable).
Por esto anteponemos sobre ese principio femenino y maleable, el ejemplo tronante de nuestros Antepasados Patriarcales, representantes del iridiscente principio activo encargado de 'imponer' -cualidad de Majestad que infunde respeto e instruye en él-, de generar identidad propia desde la voluntad obrante cuya fuente de acción es la espiritualidad que se 'impone' y 'da vida' a la materia inerte dispuesta a recibirla. La 'cultura global', con sus leyes de atrofia y disfunción, busca convertirnos en una masa uniforme, una materia inerte cuyo atributo sea la disposición a ser moldeada según el antojo del dominador de turno. En cambio la Tradición nos devuelve a nuestra originalidad, haciendo de nosotros agentes espiritualmente activos en la manifestación esencial de la raza.
Preciso es entonces que nos volvamos a nuestros Antepasados y bebamos de sus ejemplos conductuales para recuperar nuestra identidad y convertirnos en auténticos héroes de este suelo sagrado. Sin transformación no hay victoria.

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