Mi
viejo mate galleta,
que
pena me dio perderte,
que
mano tronchó tu suerte,
tal
vez la mano del tiempo,
si
hasta creí que eras eterno,
nunca
imaginé tu muerte.
En
tu pancita verdosa,
cuantos
paisajes miré,
cuantos
versos hilvané,
mientras
gozaba tu amargo.
Cuántas
veces te hice largo,
y
vos sabías porqué.
Cuando
la yerba escaseaba,
por
falta de patacones,
nunca
pediste razones,
pero
me diste consejos,
chupá,
pero hacete viejo,
sin
llegar a los talones.
Y
en esos negros inviernos,
cuando
la escarcha blanqueaba,
tu
cuerpito calentaba,
mis
manos con su calor,
pa'
que el amigo cantor,
se
prendiera a la guitarra,
y
ahí nomás se hacía la farra,
vos
y yo, en un mano a mano,
mate
y guitarra en el claro,
mate
y guitarra en la sombra,
en
leguas a la redonda,
no
hubo jagüel orejano.
Ah,
compañero y hermano,
que
destino tan sotreta,
nunca
le di a la limeta,
en
vos encontré la calma.
En
este adiós pongo el alma,
mi viejo mate galleta.
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